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San Macario el Joven

San Macario el Joven
Antigüedades del Estado Ruso (Antigüedades del país ruso), 1846—1853. Vol. 1. Ilustrador — Solntsev, Fiódor Grigórievich. Dominio Público.

San Macario el Joven, también conocido como Macario de Alejandría o Macario el Político (ho politikos), fue un destacado monje y sacerdote egipcio del siglo IV, célebre por su vida de extrema penitencia, humildad y liderazgo espiritual en las comunidades eremíticas del desierto de Nitria y Escete. Nacido en Alejandría como confitero, abandonó el mundo en su juventud para dedicarse por completo a la vida ascética, destacando entre los Padres del Desierto por su emulación en las austeridades y su influencia en la formación monástica primitiva. Vivió alrededor de sesenta años en el desierto, donde fue ordenado sacerdote y se convirtió en un modelo de virtud para generaciones de monjes, siendo venerado en la Iglesia católica con fiesta el 2 de enero según el Martyrologio Romano.1,2

Tabla de contenido

Vida temprana

Macario el Joven nació en Alejandría, la bulliciosa metrópoli egipcia, hacia finales del siglo III o principios del IV. Procedía de un entorno urbano y se dedicaba al oficio de confitero, un trabajo que implicaba el manejo de dulces y bienes materiales cotidianos. Esta profesión le permitía una vida cómoda en la ciudad, pero su corazón anhelaba una entrega total a Dios. Alrededor del año 335, en la flor de su edad, sintió el llamado a la vida eremítica y abandonó el mundo para retirarse al desierto de la Tebaida, en el Alto Egipto.1

Influido por los grandes maestros de la santidad de su tiempo, como los anacoretas de la región, Macario adquirió rápidamente proficiency en las virtudes monásticas. Posteriormente, antes del año 373, descendió al Bajo Egipto, estableciéndose en las tres desiertos contiguos: Escete (en la frontera con Libia), las Celdas (por la abundancia de ermitas individuales) y Nitria (hasta la rama occidental del Nilo). Su residencia principal fue en el desierto de las Celdas, donde cada monje disponía de una celda separada, reuniéndose solo los sábados y domingos para la celebración eucarística en una iglesia común.1,3

Vida eremítica y comunidad monástica

En estas soledades, Macario el Joven encarnó el ideal del monacato semi-eremítico. Los monjes vivían en celdas dispersas, sin visibilidad mutua, dedicados a labores manuales como la trenza de cestas y esteras de palma, que no interrumpían la oración del corazón. Un profundo silencio reinaba en el desierto, roto solo por las reuniones litúrgicas. Cuando llegaba un nuevo aspirante, todos competían por ofrecerle su celda, construyendo otra para sí mismos, en un gesto de auténtica hospitalidad evangélica.1

Ordenado sacerdote en esta comunidad, Macario brilló como un «sol luminoso» entre los hermanos, contemporáneo y amigo de Macario el Egipcio (el Mayor), con quien compartió episodios memorables. Una anécdota ilustra su caridad: al recibir un racimo de uvas frescas, lo ofreció a un monje enfermo, quien lo pasó a otro, y así sucesivamente por todas las celdas hasta regresar a él intacto. Macario se alegró por la abstinencia colectiva, pero se abstuvo de consumirlo, ejemplificando la renuncia comunitaria.1

Otro relato cuenta cómo ambos Macarios cruzaron el Nilo en barca. Oficiales romanos, impresionados por su alegría en la pobreza, los llamaron «felices» (makarioi en griego, raíz de su nombre). Macario el Joven respondió: «Tenéis razón en llamarnos felices, pues ese es nuestro nombre. Pero si nosotros lo somos por despreciar el mundo, ¿no sois vosotros miserables por ser sus esclavos?». Estas palabras convirtieron al tribuno, quien distribuyó sus bienes y se hizo eremita.3

La comunidad seguía reglas atribuidas a Macario, recopiladas en obras como la Concordia Regularum. Los monjes ayunaban todo el año salvo domingos y el tiempo pascual, practicaban pobreza estricta, dividían el día entre trabajo y oración, y limitaban las conversaciones con extraños para preservar la recolección interior. La hospitalidad era valorada, pero regulada.3

Austeridades y luchas espirituales

Macario el Joven epitomizó la emulación ascética, superando a todos en penitencia. Palladio, testigo ocular, afirma que «si oía de alguna obra ascética, ardía en deseo de igualarla».2 Abstuvo de comida cocida durante siete años imitando a los tabenesiotas en Cuaresma; expió una falta permaneciendo seis meses en un pantano, devorado por mosquitos africanos hasta desfigurarse, irreconocible salvo por su voz.2

Sus tentaciones fueron intensas. Una le sugería ir a Roma a cuidar enfermos, disfrazada de caridad pero movida por vanagloria. Macario discernió la trampa, se postró en su celda gritando a los demonios: «Arrastradme si podéis, ¡pero no me moveré!». Persistiendo el asalto, cargó cestas de arena en los hombros y vagó por el desierto, respondiendo a un amigo: «Estoy atormentando a mi tormentador».4

Intentó cinco días de contemplación ininterrumpida, pero el tercer día el demonio lo perturbó, recordándole la fragilidad humana y el estado de prueba de esta vida.4 Visitó a San Pacomio en Pascua, ayunando con hojas de col y trabajando de pie, edificando a la comunidad pese a las críticas iniciales. Pacomio, por revelación, lo abrazó y pidió sus oraciones.4

Milagros y dones espirituales

Palladio relató milagros presenciados: curaciones y exorcismos. Macario restauró la vida a un muerto para convencer a un hereje de la resurrección.5 Su presencia inspiraba veneración; era austero pero accesible, atrayendo a jóvenes como Evagrio Póntico a la ascética.6 En Nitria, intervino contra la avaricia: ante cien coronas de un monje difunto, ordenó arrojarlas a la tumba con las palabras «Que tu dinero te acompañe en la perdición», erradicando la codicia.4

Muerte y legado

Murió hacia el año 394 o 405, tras sesenta años de desierto.1,2 Su monasterio en Nitria perduró siglos. Se le atribuyen homilías y una epístola a monjes jóvenes, enfatizando labor, lucha contra placeres y pureza por gracia divina, aunque su autoría es debatida.2,7 Influenció a San Jerónimo y reglas como las de La Trapa.3

Distinguiéndose de Macario el Mayor (discípulo de Antonio, fundador de Escete, fiesta 15 de enero), ambos son «jefes de Escete y la montaña vecina», temidos por demonios.5,6

Veneración

En el Martyrologio Romano, se celebra el 2 de enero como San Macario el Joven (el Alejandrino).2 Los calendarios bizantinos lo conmemoran el 19 de enero junto al Mayor. Su figura inspira la espiritualidad del desierto: humildad, penitencia y alegría en la pobreza.

En la tradición copta, aparece en el canon de la Misa. Monasterios libios llevan su nombre.3,2

Hagiografía y fuentes

Su vida se narra en la Historia Lausiaca de Palladio (cap. 18), Historia Eclesiástica de Sozomeno (Libro III, cap. 14), Sócrates Escolástico (Libro IV, cap. 23) y Vidas de los Santos de Alban Butler. El Catholic Encyclopedia aclara su identidad.1,3,4,2,5,6

Citas

  1. San Macario de Alejandría (c. 394 d. C.), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volumen I, § 34. 2 3 4 5 6 7

  2. Macario, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Macario. 2 3 4 5 6 7 8

  3. San Munchin, obispo (siglo VII), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volumen I, § 36. 2 3 4 5 6

  4. Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volumen I, § 35. 2 3 4 5

  5. Capítulo 14. De los hombres santos que florecieron por esta época en Egipto, a saber, Antonio, los dos Macarios, Heraclio, Cronio, Pafnucio, Putubasto, Arsisio, Serapión, Piturión, Pacomio, Apolonio, Anuf, Hilarión, y un registro de muchos otros santos, Salamanes Hermias Sozomeno (Sozomeno). Historia Eclesiástica - Rufino de Aquilea, §Libro III - Capítulo 14. 2 3

  6. Libro IV - Capítulo 23. Las hazañas de algunas personas santas que se dedicaron a una vida solitaria, Sócrates Escolástico. Historia Eclesiástica - Sócrates Escolástico, §Libro IV Capítulo 23 (439). 2 3

  7. Genadio de Marsella. Suplemento a De Viris Illustribus, §Capítulo 10 (480).