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San Macario el Viejo

San Macario el Viejo
Macario de Egipto. Dominio público.

San Macario el Viejo, también conocido como Macario el Egipcio o Macario el Mayor, fue un eminente monje y padre del desierto del siglo IV, nacido alrededor del año 300 en el Alto Egipto y fallecido en 390. Discípulo de San Antonio Abad, se retiró al desierto de Scete a los treinta años, donde pasó sesenta años en una vida de extrema penitencia, oración continua y guía espiritual para innumerables ermitaños. Fundador de una comunidad monástica semi-eremítica, destacó por sus austeridades heroicas, victorias sobre tentaciones demoníacas y numerosos milagros, incluyendo la resurrección de un muerto para confirmar la fe en la resurrección. Venerado como santo en la Iglesia católica, su ejemplo de humildad, pobreza y contemplación divina influyó profundamente en la tradición monástica oriental y occidental.1,2,3

Tabla de contenido

Biografía

Juventud y conversión

San Macario el Viejo nació en el Alto Egipto hacia el año 300, en una familia humilde. Durante su juventud, se dedicó al pastoreo de ganado, una ocupación sencilla que le permitió cultivar desde temprano una inclinación hacia la vida interior y la oración.2 Una poderosa gracia divina lo impulsó a abandonar el mundo en edad temprana, instalándose en una pequeña celda donde se dedicaba a tejer esteras en medio de una oración incesante y penitencias rigurosas. Esta etapa inicial de su vocación lo preparó para los desafíos del desierto, donde su santidad comenzaría a manifestarse plenamente.2,3

Su conversión no estuvo exenta de pruebas. Una mujer lo acusó falsamente de haberle hecho violencia, lo que provocó que fuera arrastrado por las calles, golpeado e insultado como un hipócrita disfrazado de monje. Macario soportó todo con una paciencia admirable, incluso enviando a la acusadora el fruto de su trabajo manual para sostenerla, reflexionando: «Ahora que tengo a alguien más a quien mantener, debo trabajar con mayor ahínco». Dios reveló la inocencia del santo cuando la mujer, en dolores de parto, confesó la verdad, convirtiendo la furia popular en admiración por su humildad.2

Retiro al desierto de Scete

A los treinta años, para huir de la estima humana, San Macario el Viejo se refugió en el vasto y melancólico desierto de Scete, en la región libia del Bajo Egipto. Allí permaneció sesenta años, convirtiéndose en padre espiritual de innumerables monjes que se sometieron a su dirección. Cada ermitaño ocupaba una celda separada, siguiendo las normas que él estableció, aunque solo admitió a un discípulo permanente a su lado, encargado de recibir a los visitantes.1,2,4

Un obispo egipcio lo obligó a recibir el sacerdocio para celebrar los divinos misterios en beneficio de la colonia monástica. Con el tiempo, el desierto se pobló más, dando lugar a cuatro iglesias servidas por sendos sacerdotes. San Macario el Viejo fue descrito como un «viejo niño» por su rápido progreso en la filosofía espiritual desde la juventud, y los demonios lo temían por su sabiduría divina.2,4,3

Austeridades y vida ascética

Las penitencias de San Macario el Viejo superaron a las de la mayoría de los anacoretas. Generalmente comía una sola vez por semana, y su discípulo Evagrio relató cómo, atormentado por la sed, solo recibió permiso para reposar un rato sin beber.2 Durante la Cuaresma, mientras otros ayunaban uno a cuatro días, él se mantenía en pie en un lugar apartado, trabajando con hojas de palmera empapadas en agua, sin comer salvo unas hojas de col verde los domingos. Sus manos laboraban sin cesar, mientras su corazón dialogaba con Dios.1

Influenciado por el fervor, visitó de incógnito el monasterio de Tabennisi bajo San Pacomio antes del 349. Admitido a prueba, durante la Cuaresma ayunó con extremos rigores, asombrando a la comunidad. San Pacomio, por revelación divina, lo reconoció y lo abrazó, pidiendo sus oraciones para los monjes.1,5 Su cuerpo, fortalecido por Dios, soportaba vigilias y ayunos extraordinarios, como siete años solo con verduras crudas y legumbres, seguidos de tres años con cuatro o cinco onzas de pan diarias y un vaso de aceite al año.5

Estos excesos no eran vanagloria, sino respuesta a la gracia, siempre en obediencia y humildad. San Macario enseñaba que la vida monástica divide el día entre trabajo manual y oración, en silencio profundo y pobreza absoluta.6

Tentaciones, milagros y virtudes

La virtud de San Macario el Viejo se forjó en combates espirituales intensos. Una tentación recurrente lo incitaba a dejar el desierto para servir a los enfermos en Roma, disfrazada de caridad pero motivada por vanagloria. Discerniendo el engaño, se postró en su celda gritando a los demonios: «Arrastradme si podéis, ¡pero no me moveré!». Al renovarse el asalto, cargó dos cestas de arena sobre los hombros y vagó por el desierto. Un amigo le ofreció ayuda, pero él respondió: «Estoy atormentando a mi tormentador». Así venció.1

Otro episodio muestra su deseo de contemplación ininterrumpida: se encerró cinco días exhortando a su alma a no bajar del cielo, pero al tercer día una violencia demoníaca lo obligó a retomar su rutina, recordándole que esta vida es de prueba y Dios se oculta para revelar nuestra debilidad.1

Entre sus milagros, resucitó a un muerto para convencer a un hereje de la resurrección, y realizó curaciones extraordinarias que aterrorizaban a los demonios.4 Participó en la condena de la avaricia: ante un anacoreta que dejó cien coronas, él y otros padres ordenaron arrojarlas a la tumba con las palabras «Que tu dinero te acompañe en la perdición», erradicando la codicia entre los monjes.1

Su humildad brilló al cruzar el Nilo con San Macario de Alejandría: ante elogios por su alegría en la pobreza, replicó: «Si nosotros somos felices despreciando el mundo, ¿no sois vosotros miserables esclavos de él?». Esto convirtió a un tribuno.6

Legado en la tradición monástica

San Macario el Viejo fundó una comunidad semi-eremítica en Nitria y Scete, modelo para el monacato posterior. Sus normas, recopiladas en constituciones atribuidas a él y otros padres como Serapión y Pafnucio, enfatizaban ayuno anual (excepto domingos y Pascua-Pentecostés), pobreza estricta, trabajo manual, oración del corazón y silencio, salvo para hospitalidad delegada.6,3 Influenció a figuras como Palladio, testigo ocular de sus milagros desde el 391.1

Se le atribuye una carta a jóvenes monjes sobre servir a Dios mediante labores, lucha contra placeres y oración por la continencia.7 Su vida inspiró reglas como la Concordia Regularum y definiciones de monje como alma que saborea a Dios en soledad, anhelando el Cielo.6

Veneración

San Macario el Viejo es patrono de los monjes del desierto y figura en el canon de la Misa copta.1,2 Su fiesta se celebra el 15 de enero en los martirologios católicos, y un monasterio en Nitria perpetuó su memoria siglos después.6 La tradición oriental lo honra junto a otros padres escetas, destacando su rol en la renovación espiritual.8,4

En la Iglesia católica, su ejemplo de combate espiritual y humildad evangélica sigue exhortando a laicos y religiosos a la penitencia en la vida cotidiana, recordando que la santidad nace en el desierto interior del corazón.

Citas

  1. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 35. 2 3 4 5 6 7 8 9

  2. San Macario el Mayor (d.C. 390), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 108. 2 3 4 5 6 7 8

  3. Macarius, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Macarius. 2 3 4

  4. Capítulo 14. De los santos varones que florecieron por esta época en Egipto, a saber, Antonio, los dos Macarios, Heraclio, Cronio, Pafnucio, Putubasto, Arsisio, Serapión, Piturión, Pacomio, Apolonio, Anuf, Hilarión, y un registro de muchos otros santos, Salamanes Hermias Sozomenos (Sozomen). Historia Eclesiástica - Rufino de Aquileia, §Libro III - Capítulo 14. 2 3 4

  5. San Macario de Alejandría (c. d.C. 394), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 34. 2

  6. San Munchin, obispo (siglo VII), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 36. 2 3 4 5

  7. Gennadius de Marsella. Suplemento a De Viris Illustribus, §Capítulo 10 (480).

  8. Macarius Notaras, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Macarius Notaras.