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San Marciano

San Marciano
Ignazio Marabitti (1719-1797), San Marciano (1757). Estatua sobre la Fachada de la Catedral en Siracusa, Italia. www.flickr.com, amercader, CC BY-SA 2.0 📄

San Marciano es un nombre asociado con varios santos en la tradición católica, cada uno con una historia y un legado distintos. Este artículo explorará las vidas de los diferentes santos Marcianos venerados en la Iglesia, incluyendo a Marciano de Constantinopla, los mártires Nicandro y Marciano, y el monje Marciano de Auxerre, así como otras figuras eclesiásticas con el mismo nombre. A través de sus biografías, se destacarán sus contribuciones a la fe, su servicio a la Iglesia y los milagros atribuidos a su intercesión, ofreciendo una visión completa de la devoción a estos santos.

Tabla de contenido

Marciano de Constantinopla (f. 471)

San Marciano de Constantinopla, también conocido como Marciano el Oikonomos, fue un presbítero y oikonomos (administrador) de la Iglesia de Constantinopla en el siglo V1. Nació en Constantinopla en el seno de una familia romana emparentada con la casa imperial de Teodosio1. Desde su infancia, se dedicó a servir a Dios y secretamente distribuía grandes sumas de dinero a los pobres1.

Alrededor del año 455, el Patriarca Anatolio lo ordenó sacerdote, a pesar de las protestas de indignidad de Marciano1. En su nuevo estado, Marciano se sintió aún más obligado a esforzarse por alcanzar la cima de la perfección cristiana. Hizo de la instrucción de los pobres su ocupación favorita, redobló su diligencia en satisfacer sus necesidades corporales y mantuvo sus propias austeridades1.

La severidad de sus costumbres fue utilizada por quienes resentían su ejemplo para acusarlo de Novacianismo. Sin embargo, su mansedumbre finalmente triunfó sobre la calumnia, y esta persecución sirvió para purificar aún más su alma1. Su virtud brilló con mayor esplendor cuando la calumnia se disipó, y el Patriarca Genadio, con gran aplauso del clero y del pueblo, le confirió la dignidad de oikonomos, que era la segunda en importancia en esa Iglesia1.

San Marciano construyó o restauró varias iglesias en Constantinopla, destacando la conocida como Anastasis1. Fue famoso por sus milagros, tanto antes como después de su muerte, que probablemente ocurrió en el año 4711. Es honrado tanto en el Menaion griego como en el Martirologio Romano1. Algunos lo han considerado también un escritor de himnos litúrgicos1.

Mártires Nicandro y Marciano (siglo IV)

Nicandro y Marciano son venerados como mártires del siglo IV. Según la narrativa, que se considera una embellecimiento hagiográfico de un hecho real, ambos sirvieron en el ejército romano2. Cuando se publicaron los edictos contra los cristianos, abandonaron su carrera militar, lo cual fue considerado un crimen y fueron acusados ante Máximo, el gobernador de la provincia2.

El juez les informó de la orden imperial de sacrificar a los dioses. Nicandro respondió que la orden no podía ser vinculante para los cristianos, quienes consideraban ilegal abandonar al Dios inmortal para adorar madera y piedra2. Daria, la esposa de Nicandro, estuvo presente y animó a su marido2. Cuando Máximo le preguntó por qué deseaba la muerte de su esposo, ella respondió: «No deseo su muerte, sino que viva en Dios, para no morir jamás»2.

Después de un período de deliberación, Nicandro declaró que deseaba la vida inmortal y no la vida fugaz de este mundo, afirmando: «Soy cristiano»2. Marciano, al ser preguntado, declaró la misma convicción2. Ambos fueron confinados en una mazmorra durante veinte días2. Al ser llevados nuevamente ante el gobernador, se negaron a abandonar su religión o negar a Dios, declarando que por la fe veían la gloria divina2.

La historia de Nicandro y Marciano es un testimonio de la firmeza en la fe frente a la persecución, un tema recurrente en las vidas de los primeros mártires cristianos2.

Marciano, el monje de Auxerre (c. 488)

San Marciano, o Marian, fue un monje que vivió alrededor del año 4883. Llegó al monasterio fundado por San Germán en Auxerre, huyendo de Bourges, que estaba ocupada por los visigodos3. El abad, San Mamertino, le dio el hábito, y el novicio edificó a todos con su piedad y obediencia3.

Para probarlo, el abad le asignó el puesto más humilde: el de vaquero y pastor en la granja de la abadía en Mérille3. Marciano aceptó el trabajo con alegría, y se notó que los animales bajo su cuidado prosperaron y se multiplicaron asombrosamente. Parecía tener un poder inusual sobre todos los animales; los pájaros acudían a comer de sus manos, los osos y lobos se alejaban a su mandato, y cuando un jabalí cazado buscó su protección, él lo defendió de sus atacantes y lo liberó3.

Después de su muerte, la abadía tomó el nombre de este humilde monje, en reconocimiento a su santidad y su peculiar conexión con la creación3. Su biografía subraya la virtud de la humildad y la obediencia en la vida monástica.

Otros Obispos y Figuras Eclesiásticas Llamadas Marciano

Además de los santos mencionados, el nombre Marciano aparece en la historia eclesiástica en referencia a otros obispos y figuras:

Obispos de Marciane (Licia)

En la Notitiae episcopatuum, que data del siglo VI al XII o XIII, se menciona a Marciane como una sede titular de Licia, sufragánea de Mira4. Le Quien cita a tres obispos de Marciane:

San Marino, el fundador de la República

Aunque no se le conoce como Marciano, es relevante mencionar a San Marino, el fundador de la República de San Marino. Según la leyenda, San Marino, un cantero, llegó a la montaña alrededor del año 350 para ejercer su oficio y difundir las verdades del cristianismo5. Monte Titano pertenecía a Felicissima, una dama de Rímini, quien a su muerte lo legó a los montañeses, recomendándoles permanecer siempre unidos5. La Santa Sede reconoció la independencia de San Marino en 12915. La figura de San Marino es un ejemplo de cómo la fe cristiana inspiró la formación de comunidades civiles basadas en valores evangélicos6,7.

Papa San Marco

Existe también un Papa San Marco, quien en el año 336 transformó una capilla en basílica, la cual, según una tradición, había sido edificada por el evangelista Marcos en Roma8.

La influencia del Evangelista San Marcos

El nombre «Marco» o «Marciano» está estrechamente ligado al Evangelista San Marcos, cuyo Evangelio es fundamental en la tradición cristiana9. San Marcos es venerado como el patrón principal de varias ciudades, como Pordenone, donde su evangelio era considerado el fundamento de la vida civil10. La fe de los venecianos, por ejemplo, se extiende bajo la protección del evangelista San Marcos, cuya tumba en la basílica de oro proclama que «como un león fortísimo, sin temer encuentro alguno, derribó los ídolos y anunció la gloria del Señor a las gentes»11.

El Evangelio de San Marcos destaca el contraste entre la Iglesia que perdona, vence demonios y cura enfermedades, y los hombres que se burlan de Cristo y buscan su ruina9. Marcos ve en este «escandaloso» contraste la línea maestra del actuar de Dios, que de este modo sorprende a las personas y las induce a interrogarse sobre la identidad de Cristo, preparándolas, a través de la experiencia de su humillación, al acto de fe en su misión salvadora9. La confesión del centurión bajo la Cruz, «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15, 39), es la culminación de esta revelación8,9.

San Marcos también es tradicionalmente asociado con la evangelización del norte de Italia, donde se dice que envió a San Hermágoras a Aquileya, convirtiéndolo y consagrándolo obispo, o llevándolo a Roma para ser ordenado por San Pedro12.

Conclusión

El nombre Marciano, en sus diversas manifestaciones, resuena con una rica herencia de fe, servicio y testimonio cristiano. Desde el oikonomos de Constantinopla, cuya mansedumbre triunfó sobre la calumnia, hasta los mártires que prefirieron la vida inmortal a la terrenal, y el humilde monje que mostró un poder singular sobre la creación, cada figura de San Marciano nos invita a profundizar en nuestra propia fe y a vivir con coherencia los mandamientos de Dios1,2,3,13.

La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha venerado a estos santos como ejemplos de virtud y como intercesores celestiales. Sus vidas nos recuerdan que la verdad revelada por Jesús permanece eterna, enseñada y defendida por la Iglesia, que es madre y maestra de la Verdad13. Que la fe y el ejemplo de estos santos Marcianos sigan siendo una fuente de inspiración y fortaleza para todos los creyentes.

Citas

  1. B10: San Marciano (a.D. 471), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 78. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  2. Santos Nicandro y Marciano, mártires (siglo IV), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 566. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  3. San Marciano, o Mariano (c. A.D. 488), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 138. 2 3 4 5 6 7

  4. Marciane, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Marciane. 2 3 4

  5. San Marino, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Marino. 2 3

  6. Papa Juan Pablo II. Mensaje al Obispo de San Marino-Montefeltro, S.E. Mons. Paolo Rabitti con motivo del 1700 aniversario de la República de San Marino (14 de septiembre de 2001) - Discurso, § 1 (2001).

  7. Papa Juan Pablo II. 29 de agosto de 1982: Visita pastoral a Rímini y San Marino, Misa en el estadio de Serravalle, San Marino - Homilía, § 2 (1982).

  8. Papa Juan Pablo II. 29 de diciembre de 1985: Visita a la parroquia romana de San Marcos en «Piazza Venezia» - Homilía (1985). 2

  9. Papa Juan Pablo II. A los peregrinos italianos reunidos en la Sala de Audiencias Pablo VI (25 de abril de 1983) - Discurso, § 2 (1983). 2 3 4

  10. Papa Juan Pablo II. Al pueblo de Pordenone (30 de abril de 1992) - Discurso (1992).

  11. Papa Juan XXIII. Maria Bertilla Boscardin (1888-1922) - Discurso del Papa Juan XXIII, § I (1961).

  12. Papa Juan Pablo II. Ceremonia de despedida desde Lorenzago di Cadore (12 de julio de 1987) - Discurso (1987).

  13. Papa Juan Pablo II. Saludos al pueblo de Anagni (31 de agosto de 1986) - Discurso, § 3 (1986). 2