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San Sabas

San Sabas
Icono medieval de San Sabas el Santificado. Dominio público.

San Sabas (439-532 d.C.), también conocido como San Sabbas, fue una figura fundamental en el monasticismo palestino, célebre por su vida ascética y su liderazgo. Nacido en Mutalaska, Capadocia, Sabas se dedicó a la vida monástica desde una edad temprana, convirtiéndose en un ermitaño y posteriormente en el fundador de varias lauras y cenobios en el desierto de Judea, siendo la más famosa la Gran Laura de Mar Saba. Su influencia se extendió más allá de la vida monástica, ya que defendió firmemente la ortodoxia calcedoniana y los intereses de la Iglesia de Jerusalén ante los emperadores bizantinos. Su festividad se celebra el 5 de diciembre en las Iglesias de Oriente y Occidente.

Tabla de contenido

Primeros años y vocación monástica

Sabas nació en el año 439 en Mutalaska, una localidad cercana a Cesarea en Capadocia. Su padre era un oficial del ejército. Cuando sus padres se vieron obligados a trasladarse a Alejandría, dejaron al joven Sabas al cuidado de su tío político. Sin embargo, la esposa de su tío lo trató con dureza, lo que llevó a Sabas a huir a la edad de ocho años para vivir con otro tío, Gregorio, hermano de su padre1. Esta situación generó disputas familiares por la administración de las propiedades, lo que perturbó a Sabas, quien buscaba la tranquilidad1.

Impulsado por su deseo de paz, Sabas huyó nuevamente, esta vez a un monasterio cercano a Mutalaska1. Allí, a pesar de ser el más joven, demostró un fervor y una virtud excepcionales, superando a sus compañeros en dedicación. Una anécdota de este período relata cómo, mientras ayudaba al panadero, recuperó la ropa mojada de este del horno en llamas sin sufrir daño alguno1.

Después de diez años en este monasterio, a la edad de dieciocho años, Sabas se dirigió a Jerusalén con el propósito de aprender de los solitarios de la región1. Pasó un invierno en un monasterio dirigido por el abad Elpidio, pero su profundo amor por el silencio y el retiro lo inclinó hacia el estilo de vida de San Eutimio, quien, a pesar de tener un monasterio construido para él, prefería la soledad completa1. Eutimio, considerando a Sabas demasiado joven para una vida completamente solitaria, lo recomendó al monasterio de San Teoctisto, situado a unas tres millas de distancia1. Allí, Sabas se dedicó a Dios con renovado fervor, trabajando durante el día y velando en oración gran parte de la noche. Su energía y fuerza física le permitieron ayudar a sus hermanos en las tareas más pesadas, como la preparación de leña y agua1.

Durante un viaje a Alejandría, donde acompañó a otro monje por asuntos del abad, sus padres lo encontraron e intentaron persuadirlo para que abandonara su vocación, restaurándole sus propiedades y ofreciéndole matrimonio. Sin embargo, Sabas ya había experimentado la amargura del mundo y la dulzura del yugo de Cristo, y su corazón estaba tan unido a Dios que nada podía apartarlo de su nuevo hogar. Solo aceptó tres piezas de oro, que entregó a su abad a su regreso2,1.

Vida eremítica y fundación de la Gran Laura

A los treinta años, Sabas obtuvo permiso de San Eutimio para pasar cinco días a la semana en una cueva remota, dedicando este tiempo a la oración y el trabajo manual2. Cada domingo por la tarde, salía de su monasterio con haces de ramas de palma y regresaba el sábado por la mañana con cincuenta cestas que había tejido, imponiéndose la tarea de hacer diez al día2.

Eutimio eligió a Sabas y a otro monje, Domiciano, como compañeros para su retiro anual en el desierto de Jebel Quarantal, el lugar donde se cree que Cristo ayunó durante cuarenta días2. En uno de estos retiros, Sabas desfalleció en el desierto, casi muerto de sed. Conmovido, San Eutimio oró a Cristo, y se dice que al golpear su báculo contra la tierra, brotó una fuente de la que Sabas bebió y recuperó sus fuerzas2.

Tras la muerte de Eutimio, San Sabas se retiró aún más profundamente en el desierto, hacia Jericó. Pasó cuatro años en total aislamiento, antes de establecerse en una cueva en la ladera de un acantilado, al pie del cual corría el arroyo Cedrón. Para subir y bajar, debía usar una cuerda. Se alimentaba de hierbas silvestres que crecían en las rocas, complementando su dieta con pan, queso y dátiles que ocasionalmente le traían los lugareños. El agua debía buscarla a una distancia considerable2.

Con el tiempo, muchos hombres acudieron a él, deseando servir a Dios bajo su dirección. Aunque al principio Sabas se mostró reacio, finalmente accedió a fundar una nueva laura2. Una de las primeras dificultades fue la escasez de agua. Sin embargo, al observar a un asno salvaje escarbando en el suelo, Sabas ordenó cavar un pozo en ese lugar, donde se descubrió un manantial que ha perdurado a lo largo de los siglos2.

El número de sus discípulos creció hasta ciento cincuenta. En un principio, Sabas no tenía sacerdotes en su comunidad, pues creía que ningún religioso debía aspirar a esa dignidad sin presunción. Esto llevó a algunos monjes a quejarse ante Salustio, el Patriarca de Jerusalén. El obispo consideró que las quejas eran infundadas, excepto por la falta de un sacerdote en la comunidad. Por ello, en el año 491, obligó a Sabas a recibir la ordenación sacerdotal. Sabas tenía entonces cincuenta y tres años2.

La fama de su santidad atrajo a personas de países lejanos a su laura, incluyendo egipcios y armenios, para quienes se hicieron arreglos especiales para que pudieran celebrar los oficios en sus propias lenguas2. Tras la muerte de su padre, la madre de Sabas también llegó a Palestina y sirvió a Dios bajo su dirección. Con el dinero que ella aportó, Sabas construyó dos hospitales, uno para extranjeros y otro para enfermos, así como un hospital en Jericó y otro monasterio en una colina cercana2.

En el año 493, el Patriarca de Jerusalén nombró a San Sabas archimandrita de todos los monjes de Palestina que vivían en celdas separadas (ermitaños), mientras que San Teodosio de Belén fue nombrado para los cenobitas2,3.

Liderazgo y defensa de la ortodoxia

San Sabas fue una figura destacada del monasticismo primitivo, y su festividad se celebra el 5 de diciembre en toda la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente4. Es mencionado durante la preparación de la Misa bizantina4. El Typikon de Jerusalén, que establece las reglas para la recitación del Oficio Divino y la realización de ceremonias en casi todas las iglesias de rito bizantino, lleva su nombre, al igual que una regla monástica, aunque su participación en su composición es incierta4.

Su monasterio principal, conocido como Mar Saba o la Gran Laura, aún existe en un desfiladero del Cedrón, a diez millas al sureste de Jerusalén, en la región desértica hacia el Mar Muerto4,5. Entre sus monjes se contaron figuras notables como San Juan Damasceno, San Juan el Silencioso, San Afrodisio, San Teófanes de Nicea, San Cosme de Majuma y San Teodoro de Edesa4. Después de un período de ruina, fue restaurado por el gobierno ruso en 1840 y hoy está habitado por monjes de la Iglesia Ortodoxa Oriental, cuya vida se considera digna del ejemplo de su santo fundador4. Junto con el Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí, Mar Saba es uno de los monasterios habitados más antiguos y notables del mundo, destacando por su ubicación salvaje y sus edificios con aspecto de fortaleza4. La fuente de San Sabas todavía fluye allí, su palmera aún produce dátiles sin hueso, y los abundantes grajos de color azul oscuro son conocidos como «sus mirlos» y son alimentados diariamente por los monjes4.

La Vida de San Sabas, escrita en griego por Cirilo de Escitópolis, es uno de los documentos hagiográficos más famosos y fiables de la antigüedad4. Cirilo de Escitópolis, impresionado desde niño por un encuentro casual con San Sabas, parece haber ingresado al monasterio de San Eutimio en 544 y se trasladó a Mar Saba poco antes de su muerte en 5584.

Sabas fue un firme opositor de los monofisitas y los origenistas6. Su celo lo llevó a realizar dos importantes viajes a Constantinopla para influir en los emperadores contra estas herejías7,2.

Viajes a Constantinopla

En el año 511, el Patriarca Elías lo envió a Constantinopla, junto con otros abades, para interceder ante el emperador Anastasio, quien apoyaba la herejía eutiquiana y había desterrado a muchos obispos ortodoxos7,3. Sabas, que tenía setenta años en ese momento, fue inicialmente confundido con un mendigo en las puertas del palacio7. Cuando el emperador leyó la carta del patriarca, que elogiaba a Sabas, preguntó por él y el santo fue encontrado orando en un rincón7. Anastasio ofreció a los abades la libertad de pedir lo que quisieran para sí mismos, pero Sabas solo pidió que el emperador restaurara la paz en la Iglesia y no perturbara al clero7. Sabas permaneció el invierno en Constantinopla, visitando a menudo al emperador para argumentar contra la herejía7. A pesar de sus esfuerzos, Anastasio desterró a Elías de Jerusalén y nombró a Juan en su lugar. Sabas y otros monjes se apresuraron a Jerusalén y persuadieron al nuevo patriarca para que al menos no repudiara el Concilio de Calcedonia7.

En su nonagésimo primer año, a petición del Patriarca Pedro de Jerusalén, San Sabas emprendió un segundo viaje a Constantinopla, esta vez en relación con los problemas derivados de la revuelta samaritana y su violenta represión por parte del emperador Justiniano7. Justiniano lo recibió con honores y le ofreció dotar sus monasterios. Sabas respondió agradecido que sus monasterios no necesitaban tales ingresos mientras los monjes sirvieran fielmente a Dios7. Sin embargo, solicitó una remisión de impuestos para el pueblo de Palestina, en consideración a lo que habían sufrido por los samaritanos; que se construyera un hospital en Jerusalén para los peregrinos y una fortaleza para proteger a los ermitaños y monjes de los asaltantes; y que se autorizaran medidas más enérgicas para someter a los samaritanos. Todas estas peticiones fueron concedidas7.

Muerte y legado

San Sabas falleció en su laura el 5 de diciembre de 532, a la edad de noventa y cuatro años4,6. Antes de su muerte, nombró a su sucesor y le dio instrucciones. Pasó sus últimos cuatro días en silencio, sin ver a nadie, para dedicarse únicamente a Dios4. Sus reliquias fueron veneradas en su monasterio principal hasta que fueron llevadas por los venecianos4.

La vida instituida por Sabas, a través de reglas escritas, se desarrolló dentro de la Iglesia y para su beneficio. Sabas fue un adherente del monasticismo «entusiasta» y de un monasticismo equilibrado integrado en la comunidad eclesial, tal como lo concibió y prescribió Basilio de Cesarea2. El equilibrio de su regla explica la perdurabilidad de su principal institución (la Gran Laura), a pesar de las incursiones, saqueos, destrucciones y masacres sufridas primero a manos de los sarracenos durante la invasión persa del 614 y luego, repetidamente, por asaltantes y perseguidores musulmanes2. También explica un fenómeno algo raro en Oriente: la convivencia pacífica de griegos, sirios y georgianos en el mismo monasterio, lo que, entre otras cosas, favoreció el importante trabajo de traducción2. Además, da cuenta de la difusión de la «Regla de San Sabas» a través del Typikon de su nombre y la grandeza de algunas de las personas que surgieron de los monjes de su tradición, como San Juan Damasceno, San Cosme, Esteban el himnógrafo, Teodoro Abu Qurra y Leoncio de Damasco2.

La Basílica de San Sabas, con su antiguo monasterio en el Aventino en Roma, fue nombrada en su honor6.

Otros santos con el mismo nombre

Es importante señalar que existen al menos otros doce santos con el nombre de Sabas o Sabbas, la mayoría de ellos provenientes de tierras cristianas bizantinas o bajo influencia bizantina8,6,2. Entre ellos se encuentran:

Citas

  1. Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume I, § 84. 2 3 4 5 6 7 8 9

  2. Sabas, Edward G. Farrugia. Encyclopedic Dictionary of the Christian East, §Sabas (2015). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18

  3. San Sabas, abad (d.C. 532), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume IV, § 498. 2

  4. Santa Crispina, mártir (d.C. 304), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume IV, § 501. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

  5. Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume II, § 83.

  6. Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume IV, § 499. 2 3 4 5 6 7 8 9

  7. Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume IV, § 500. 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  8. San Sabas, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §San Sabas.