San Serapión de Thmuis

San Serapión de Thmuis, también conocido como Serapión el Scholástico, fue un obispo egipcio del siglo IV, destacado por su profunda erudición en materias sagradas y profanas. Amigo íntimo de San Antonio el Grande, participó activamente en la defensa de la fe católica frente a herejías como el arianismo, el macedonianismo y el maniqueísmo. Presidió la escuela catequética de Alejandría, se retiró al desierto como monje y fue nombrado obispo de Thmuis, donde combatió errores doctrinales y colaboró estrechamente con San Atanasio. Su legado incluye valiosas obras teológicas y su testimonio como confesor durante la persecución del emperador Constancio.
Tabla de contenido
Vida
Formación en Alejandría
Serapión recibió una formación excepcional que le valió el sobrenombre de «el Scholástico», en reconocimiento a su vasto conocimiento tanto en las ciencias sagradas como en las seculares.1,2 Durante un tiempo, presidió la prestigiosa escuela catequética de Alejandría, un centro clave de la teología cristiana en el mundo antiguo, donde formó a numerosos fieles en la doctrina ortodoxa.1
Esta etapa formativa lo preparó para los desafíos doctrinales de su época, marcada por intensas controversias cristológicas. Su labor en Alejandría lo posicionó como una figura de autoridad intelectual en el seno de la Iglesia egipcia.
Vida monástica en el desierto
Buscando una vida de mayor ascetismo, Serapión abandonó la ciudad y se retiró al desierto egipcio, donde abrazó la vida monástica.1 Allí forjó una amistad profunda con San Antonio el Grande, el padre del monacato cristiano. A la muerte de Antonio, este le legó una de sus túnicas, un gesto simbólico de confianza y estima espiritual.1,2
En el desierto, Serapión profundizó en la oración y la contemplación, combinando su erudición con la práctica ascética. Esta experiencia monástica fortaleció su compromiso con la fe, preparándolo para su posterior rol episcopal.
Episcopado en Thmuis
A pesar de su preferencia por la soledad, Serapión fue llamado a servir como obispo de Thmuis, una ciudad del Bajo Egipto cercana a Diospolis.1 Desde esta sede, se involucró activamente en los asuntos eclesiales de primer orden. Participó en el Concilio de Sardica en el año 347, un sínodo crucial que reafirmó la ortodoxia nicena frente al arrianismo.1
Su estrecha colaboración con San Atanasio de Alejandría, pilar de la defensa católica, fue fundamental. Serapión alertó a Atanasio sobre la emergencia de la herejía macedoniana, que negaba la divinidad del Espíritu Santo. En respuesta, Atanasio, oculto en el desierto, le dirigió cuatro cartas que constituyeron la primera refutación explícita de este error.1 Además, durante el reinado del emperador Constancio, Serapión fue reconocido como confesor de la fe, sufriendo probablemente destierro por su fidelidad ortodoxa.1,2
Obras teológicas
Serapión dejó un legado escrito de gran valor para la apologética cristiana. Compiló un libro excelente contra los maniqueos, refutando las doctrinas dualistas de esta secta que oponía materia y espíritu de manera herética.1,2 San Jerónimo elogia esta obra por su profundidad y efectividad.2
Entre sus otros trabajos destacan un tratado sobre los títulos de los Salmos, que analizaba la estructura y significado litúrgico del Salterio, y numerosas epístolas dirigidas a diversas personas, ricas en doctrina y exhortaciones pastorales.2 Su labor contra los arianos y macedonios fue particularmente exitosa, contribuyendo a la preservación de la fe trinitaria en Egipto.1
Estas obras demuestran su maestría en la teología especulativa y pastoral, siempre al servicio de la verdad católica.
Relaciones con figuras clave de la Iglesia
La vida de Serapión está marcada por vínculos con santos y concilios decisivos:
San Antonio el Grande: Amistad monástica y herencia espiritual.1,2
San Atanasio: Alianza en la lucha antiarriana y contra el macedonianismo.1
Concilio de Sardica: Participación en la defensa de la fe nicena.1
San Jerónimo: Elogiado en De Viris Illustribus como confesor y autor erudito.2
Estos lazos subrayan su rol en la gran controversia trinitaria del siglo IV.
Culto litúrgico y legado
Aunque las fuentes antiguas no detallan su muerte (alrededor del año 370), Serapión es venerado como santo en la tradición católica por su santidad y defensa doctrinal.1 Su fiesta se celebra en el calendario romano, recordando su ejemplo de erudición al servicio de la fe.
En la historia de la Iglesia, representa el ideal del obispo-erudito-monje: unió contemplación, estudio y acción pastoral. Su combate contra herejías anticipa los esfuerzos conciliares posteriores, como Nicea y Constantinopla. Hoy, inspira a teólogos y fieles en la fidelidad ortodoxa frente a errores modernos.
Para distinguir, no debe confundirse con San Serapión de Antioquía (siglo III), obispo que combatió montanismo y docetismo.3
Citas
San Serapión, obispo de Tmuis (c. 370 d.C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 670. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
B99. Serapión de Tmuis, Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). De Viris Illustribus (Sobre los Hombres Ilustres), § 99. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Los mártires de Douai (siglos XVI y XVII), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 223. ↩
