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San Toribio de Mogrovejo

San Toribio de Mogrovejo
Dominio Público.

San Toribio Alfonso de Mogrovejo fue una figura eclesiástica fundamental en la historia de la Iglesia en América Latina, sirviendo como el segundo Arzobispo de Lima, Perú. Nacido en España en 1538, su vida ejemplificó una dedicación incansable a la evangelización, la reforma eclesiástica y la defensa de la dignidad de los pueblos indígenas. A pesar de haber sido un laico y un distinguido jurista antes de su nombramiento episcopal, abrazó su misión con fervor apostólico, recorriendo vastas extensiones de su diócesis, fundando instituciones educativas y promoviendo la fe en un contexto desafiante. Su legado perdura como un modelo de pastor y misionero, reconocido por su santidad y su impacto duradero en la Iglesia peruana y latinoamericana.

Tabla de contenido

Primeros Años y Formación

Toribio Alfonso de Mogrovejo nació en Mayorga, León, España, en 1538, en el seno de una familia noble1,2. Desde su juventud, mostró una notable religiosidad, aunque inicialmente no tenía la intención de seguir una vocación sacerdotal3. Su educación se centró en el derecho, campo en el que sobresalió de manera brillante3,2. Llegó a ser profesor de leyes en la prestigiosa Universidad de Salamanca, donde su erudición y virtud captaron la atención del rey Felipe II1,3,2.

El rey Felipe II lo nombró Gran Inquisidor de España, un cargo significativo para un laico1,3. Su desempeño en esta posición, caracterizado por su buen juicio y espíritu misionero, lo llevó a un desarrollo aún más sorprendente en su carrera3.

Nombramiento como Arzobispo de Lima

En 1580, la sede arzobispal de Lima, en la colonia española de Perú, quedó vacante3,2. A pesar de ser laico en ese momento, Toribio fue seleccionado para el arzobispado debido a su carácter firme y su capacidad para abordar los serios escándalos que obstaculizaban la evangelización de los peruanos3,2.

Toribio se sintió conmocionado por esta decisión y escribió al consejo real, alegando su incapacidad y apelando a los cánones que prohibían la promoción de laicos a dignidades eclesiásticas3,4. Sin embargo, sus objeciones fueron desestimadas4. En un tiempo récord, recibió todas las órdenes sagradas, una tras otra, hasta el sacerdocio, y finalmente fue consagrado obispo en 15781,2. Dos años después, en 1580, zarpó hacia Perú1,4.

La Misión en Perú: Un «Nuevo Moisés»

San Toribio llegó a Payta, Perú, el 24 de mayo de 1581, a 600 millas de Lima1. Desde el momento de su llegada, se dio cuenta de la naturaleza ardua de la tarea que se le había encomendado4. Su diócesis se extendía por unas 400 millas a lo largo de la costa y tierra adentro, entre las estribaciones de los Andes, un terreno sumamente difícil de recorrer4.

Más allá de las dificultades físicas, las condiciones en Perú presentaban desafíos aún más graves debido a la actitud de los conquistadores españoles hacia la población nativa4,2. Con pocas excepciones, los funcionarios y colonos habían llegado con el objetivo de enriquecerse, explotando a los indígenas mediante la extorsión y la tiranía4,2. La comunicación lenta con la autoridad central en España significaba que los abusos más flagrantes podían persistir durante años sin posibilidad de reparación4. La religión parecía haberse perdido en gran medida, y el ejemplo dado a los nativos era de rapacidad y autoindulgencia casi universales4. Incluso el clero a menudo se encontraba entre los infractores más notorios4,2.

En este contexto, San Toribio se distinguió por su abnegada dedicación a la edificación y consolidación de las comunidades eclesiales de su época5,6. Es significativo que este santo obispo sea representado en retratos como un «nuevo Moisés»7. Un cuadro en la Pinacoteca Vaticana lo muestra cruzando un gran río cuyas aguas se abren a su paso, como si fuera el Mar Rojo, para que pueda llegar a la otra orilla donde lo espera un numeroso grupo de indígenas. Detrás de él, una gran multitud de personas, el pueblo fiel, sigue a su pastor en la obra de evangelización7. Esta imagen simboliza su capacidad para llegar a la «otra orilla», adentrándose en un universo nuevo, desconocido y lleno de desafíos, guiado por la fe7.

Reformas Eclesiásticas y Evangelización

La primera preocupación de Toribio fue restaurar la disciplina eclesiástica4,2. Inició de inmediato una visita a su diócesis, siendo inflexible con los escándalos entre el clero4,2. Sin importar la posición de las personas, reprendió la injusticia y el vicio, utilizando siempre su autoridad para proteger a los pobres de la opresión4. Naturalmente, sufrió persecución por parte de los poderosos, quienes a menudo lo obstaculizaban en el cumplimiento de sus deberes, pero con resolución y paciencia superó su oposición4. A quienes intentaban torcer la ley de Dios para que se ajustara a sus malas prácticas, él oponía las palabras de Tertuliano: «Cristo dijo: 'Yo soy la verdad'. No dijo: 'Yo soy la costumbre'»4.

El arzobispo logró erradicar algunos de los peores abusos4. Fundó numerosas iglesias, casas religiosas y hospitales4. En 1591, estableció en Lima el primer seminario eclesiástico del Nuevo Mundo, una institución que aún funciona hoy y se espera que siga dando frutos abundantes para la promoción de vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada1,4,5.

El profundo espíritu misionero de San Toribio se manifestó en detalles significativos, como su esfuerzo por aprender varias lenguas para poder predicar personalmente a todos aquellos confiados a su solicitud pastoral5,4. De esta manera, logró muchas conversiones4. Para enseñar a su rebaño, a veces permanecía dos o tres días en un lugar donde no tenía cama ni comida suficiente4. Visitó cada parte de su vasta diócesis, y cuando el peligro amenazaba por merodeadores u obstáculos físicos, decía que «Cristo vino del Cielo para salvar al hombre y que no debemos temer el peligro por Su gloria»4.

Recorrió tres veces los dieciocho mil kilómetros de su diócesis, generalmente a pie, indefenso y a menudo solo1. Se expuso a tempestades, torrentes, desiertos, bestias salvajes, calor tropical, fiebres y tribus salvajes1. Bautizó y confirmó a casi medio millón de almas, entre ellas a Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano, el Beato Martín de Porres y el Beato Juan Macías1,4. Su tema favorito era: «El tiempo no es nuestro, y debemos dar cuenta estricta de él»1.

Convocó trece sínodos diocesanos y tres concilios provinciales para abordar los abusos y los escándalos en el clero1,2. Su labor llevó a la primera verdadera organización de la Iglesia peruana2.

Patrono de los Obispos de América Latina

San Toribio de Mogrovejo fue proclamado patrono de los obispos de América Latina por el Papa Juan Pablo II8. Este reconocimiento subraya su papel fundamental en la evangelización y la organización eclesiástica del continente, y su figura sigue siendo un modelo de vida para los pastores y fieles de la Iglesia en la actualidad5,6.

En su fiesta litúrgica, el 23 de marzo, Juan Pablo II aprobó el documento final de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Puebla de los Ángeles, con el tema «La evangelización en el presente y el futuro de América Latina»8. Esta coincidencia histórica resalta la relevancia continua de San Toribio para la misión evangelizadora de la Iglesia.

Muerte y Canonización

Años antes de su fallecimiento, San Toribio predijo el día y la hora de su muerte1. En Pacasmayo, contrajo fiebre, pero continuó trabajando hasta el final, llegando a Saña en estado moribundo1,9. Se arrastró hasta el santuario para recibir el Viático, expirando poco después el 23 de marzo de 16061,9. Entregó su alma a Dios en una aldea, rodeado de su gente, y un aborigen tocó la flauta para que el alma de su pastor se sintiera en paz10.

Fue beatificado por el Papa Inocencio XI en 16792 y canonizado por el Papa Benedicto XIII el 10 de diciembre de 17261,2,9. Su fiesta se celebra el 23 de marzo2, aunque en algunas tradiciones se celebra el 27 de abril1.

Legado y Relevancia Actual

La vida y obra de San Toribio de Mogrovejo ofrecen una oportunidad providencial para reavivar el camino de la Iglesia en las diversas diócesis, inspirándose en su ejemplo5,6. Su cercanía espiritual y cálido afecto por el Sucesor de Pedro es un elemento fundamental que hoy es clave en la piedad popular peruana y latinoamericana8. En íntima comunión con el Papa, los obispos están llamados a realizar la renovación eclesial trazada por el Concilio Vaticano II, siendo guías del pueblo de Dios y servidores de la verdad del Evangelio8.

Su compromiso con la justicia, la evangelización incansable y su respeto por la dignidad de cada persona humana, independientemente de su condición, en la que siempre buscó despertar la felicidad de sentirse verdadero hijo de Dios, lo convierten en un modelo perdurable para la Iglesia5.

Citas

  1. Sto. Toribio Alfonso Mogrovejo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Sto. Toribio Alfonso Mogrovejo. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17

  2. El Dicasterio para las Causas de los Santos. Turibio de Mogrovejo (1538-1606) - Biografía (1726). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

  3. Bda. Osanna de Cattaro, virgen (a.D. 1565), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 180. 2 3 4 5 6 7 8

  4. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 181. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23

  5. Papa Benedicto XVI. Turibio de Mogrovejo (1538-1606) - Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI con motivo de las Celebraciones del IV Centenario de la Muerte de Santo Toribio de Mogrovejo (2006) (1726). 2 3 4 5 6

  6. Papa Benedicto XVI. Carta al Card. Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo, Enviado Especial para la celebración que tendrá lugar en Lima (Perú) con motivo del primer centenario de la muerte de Santo Toribio de Mogrovejo (4 de marzo de 2006) (2006). 2 3

  7. Papa Francisco. Turibio de Mogrovejo (1538-1606) - Encuentro con los Obispos (2018), §Prefacio (1726). 2 3

  8. Papa Juan Pablo II. Encuentro con los Obispos de Perú (2 de febrero de 1985) - Discurso (1985). 2 3 4

  9. B28: Sto. Pablo de la Cruz, fundador de los Clérigos Descalzos de la Santa Cruz y Pasión (a.D. 1775), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 182. 2 3

  10. Papa Francisco. Turibio de Mogrovejo (1538-1606) - Encuentro con los Obispos (2018), § 6 (1726).