San Ulrico

San Ulrico es el nombre de varios santos venerados en la Iglesia Católica, siendo los más destacados San Ulrico de Augsburgo y San Ulrico de Zell. Ambos hombres dedicaron sus vidas al servicio de Dios y la Iglesia, dejando un legado de piedad, caridad y celo pastoral. Este artículo explorará la vida, obra y legado de estos dos importantes santos, destacando sus contribuciones a la fe y la sociedad.
Tabla de contenido
San Ulrico de Augsburgo (890-973)
San Ulrico de Augsburgo fue un influyente obispo y príncipe del Imperio, cuya vida abarcó gran parte del siglo X. Su historia es una de liderazgo espiritual y temporal, marcada por su dedicación a la reforma del clero, la atención a los pobres y la defensa de su diócesis.
Primeros años y educación
Nacido en Augsburgo en el año 890, Ulrico provenía de una familia noble, con conexiones a los duques de Alamannia y la familia imperial de los Otónes1. A pesar de ser un niño enfermizo, su educación en la abadía de San Galo lo transformó en un estudiante excepcional1,2. Se cuenta que Santa Wiborada, una reclusa cercana al monasterio, predijo su futuro episcopado y las severas pruebas que enfrentaría, a pesar de su delicada salud2. Su disciplina y templanza le permitieron fortalecer su constitución, desafiando las expectativas de aquellos que pensaban que no viviría mucho tiempo2.
Más tarde, su padre lo llevó a Augsburgo, donde quedó bajo el cuidado de su tío, San Adalbero, obispo de la ciudad2.
Episcopado en Augsburgo
Ulrico fue nombrado obispo de Augsburgo por el rey Enrique y consagrado el 28 de diciembre de 9231. Asumió el cargo en un momento desafiante, ya que los magiares habían devastado la región, saqueando Augsburgo y quemando la catedral2. El nuevo obispo actuó con diligencia, construyendo una pequeña iglesia temporal para reunir a la gente y ofrecerles instrucción, consuelo y alivio en su angustia2.
Como obispo, Ulrico se distinguió por su combinación de severidad y dulzura1. Se esforzó por mejorar la condición moral y social del clero, promoviendo una adhesión rigurosa a las leyes de la Iglesia1. Logró esto mediante visitas periódicas, la construcción de numerosas iglesias para hacer la religión más accesible al pueblo, y, fundamentalmente, a través de su propio ejemplo1,2,3.
Su día comenzaba temprano, levantándose a las tres de la mañana para asistir a Maitines y Laudes, y no abandonaba la iglesia hasta después de Nona2. Luego, visitaba el hospital, donde consolaba a los enfermos y lavaba los pies de doce pobres diariamente, ofreciéndoles generosas limosnas2. El resto del día lo dedicaba a la enseñanza, la predicación y la visita pastoral de su diócesis2.
Realizó dos viajes a Roma para obtener reliquias, uno en 910 y otro en 952 o 9531.
Defensa de Augsburgo y lealtad imperial
San Ulrico fue una figura clave en la defensa de Augsburgo contra los invasores magiares. En 955, durante el asedio de la ciudad, su habilidad y coraje fueron cruciales para que Augsburgo resistiera hasta la llegada del emperador Otón I1,3. Aunque las afirmaciones de que participó directamente en la batalla de Lechfeld son incorrectas, su liderazgo contribuyó significativamente a la victoria decisiva sobre los magiares el 10 de agosto de 9551,3.
Como príncipe del imperio, Ulrico fue un pilar de la política ottoniana, que dependía en gran medida de los príncipes eclesiásticos1. Asistía regularmente a las cortes judiciales del rey y a las dietas1. Incluso en 972, se defendió de una acusación de nepotismo por haber nombrado a su sobrino Adalbero como coadjutor debido a su propia enfermedad y deseo de retirarse a un monasterio benedictino1,2. También jugó un papel mediador en el conflicto entre Otón I y su hijo, el duque Ludolfo de Suabia, logrando que Ludolfo y Conrado pidieran perdón al rey en 9541.
Muerte y canonización
En sus últimos años, San Ulrico deseaba fervientemente renunciar a su obispado y retirarse al monasterio de San Galo2. En su lecho de muerte, el 4 de julio de 973, pidió que esparcieran cenizas en el suelo en forma de cruz, la rociaran con agua bendita, y lo colocaran sobre ella1,2. Murió en medio de las oraciones de su clero2. Su cuerpo fue sepultado en la Iglesia de Santa Afra, que él mismo había reconstruido1.
Numerosos milagros fueron atribuidos a su tumba, y en 993, fue canonizado por el Papa Juan XV1,2. Esta fue la primera canonización solemne por un papa de la que se tiene registro2.
Cabe destacar que un siglo después de su muerte, apareció una carta falsificada atribuida a Ulrico que se oponía al celibato sacerdotal1,4. Esta falsificación buscaba explotar la reputación de Ulrico por su moralidad estricta para dar credibilidad a la causa del matrimonio sacerdotal, pero ha sido reconocida como un fraude1,4.
San Ulrico de Zell (1020-1093)
San Ulrico de Zell, también conocido como Ulrico de Cluny o Ulrico de Ratisbona, fue un monje benedictino y abad del siglo XI, cuya vida estuvo marcada por la vocación monástica y el rigor espiritual.
Orígenes y vocación monástica
Ulrico nació en Ratisbona alrededor del año 10205 (otras fuentes indican 10296). Inicialmente, sirvió como paje de la emperatriz Inés en la corte5,6. Sin embargo, no tenía ambición por una carrera secular5. Fue recibido por su tío Notker, obispo de Freising, quien lo ordenó diácono y lo nombró archidiácono y preboste de la catedral5,6. En este cargo, se distinguió por su diligencia en la celebración del culto divino y la cura de almas5. También era conocido por su generosidad, distribuyendo su fortuna a los necesitados en tiempos de angustia5.
Después de peregrinar a Roma y Jerusalén, descubrió que su cargo había sido entregado a otro, lo que lo llevó a decidirse por la vida monástica5. En 1052 (o 1061 según otras fuentes6), ingresó en la Abadía de Cluny, donde recibió el hábito de manos del propio San Hugo5,6.
Responsabilidades y pruebas
Tras su profesión y ordenación sacerdotal, Ulrico fue nombrado capellán de las monjas en Marcigny y confesor en Cluny5,6. Estas responsabilidades tempranas generaron celos entre algunos hermanos indignos, y también sufrió de fuertes dolores de cabeza y tentaciones violentas5. Soportó estas pruebas con paciencia y sin quejas, pero la pérdida de la visión en un ojo lo llevó a renunciar a su cargo y regresar a Cluny5,6.
Sin embargo, sus talentos eran necesarios en otros lugares. Fue enviado a fundar un priorato en Rüggersberg, donde trabajó con éxito en la conversión de pecadores en el cantón de Berna5. No obstante, entró en conflicto con el obispo de Lausana, Burchard, quien apoyaba al emperador Enrique IV contra la Santa Sede5,6. Por ello, fue llamado de nuevo a Cluny y se le encomendó la fundación de una nueva comunidad en Grüningen, cerca de Breisach5,6. Al encontrar el lugar inadecuado, trasladó la obra a Zell, en la Selva Negra5,6. Allí, tuvo la fortuna de contar con el obispo Gebhard de Basilea, quien lo apoyó en sus buenas obras, incluyendo el establecimiento de un monasterio de monjas en Bollschweil, cerca de Zell5,6. Se le atribuye la curación milagrosa de una joven con cáncer gracias a las oraciones de las monjas5.
Legado monástico y escritos
La vida de San Ulrico estuvo dedicada a promover la vida monástica en todo su rigor5. En una ocasión, cuando uno de sus monjes lo encontró llorando y le preguntó la razón, Ulrico respondió: «Lloro por mis pecados. Lloro por no sentirme aún llamado a la felicidad del reino celestial. Pero lloro sobre todo porque veo que aquí hay varios monjes que solo tienen el nombre y el hábito de religiosos»5.
Escribió en tres libros las constituciones y costumbres de la abadía de Cluny5,6. Esta recensión sirvió de base para que su amigo, el Beato Guillermo, implementara la observancia en su abadía de Hirschau5,4. Los dos primeros libros, escritos entre 1079 y 1082, tratan sobre la liturgia y la educación de los novicios; el tercero, escrito no más tarde de 1087, se refiere al gobierno de los monasterios6.
San Ulrico de Zell falleció el 10 de julio de 1093, después de haber estado totalmente ciego durante los últimos dos años de su vida5,6. Su fiesta se celebra el 10 o 14 de julio6.
Otros santos llamados Ulrico
Es importante señalar que la Iglesia Católica ha honrado a otros santos con el nombre de Ulrico. Por ejemplo, en la localidad de Sankt-Gerold, cerca de Mitternach en el Wallgau, se venera la tumba de un ermitaño del siglo X llamado San Geroldo, cuyos hijos, Cuno y Ulrico, eran monjes benedictinos en la abadía de Einsiedeln7. Después de la muerte de Geroldo, sus hijos obtuvieron permiso para ocupar la celda de su padre y custodiar su tumba7.
Conclusión
Los santos Ulrico de Augsburgo y Ulrico de Zell, aunque vivieron en épocas ligeramente diferentes y en distintos estados de vida (obispo y abad), comparten un compromiso profundo con Cristo y la Iglesia. Ambos fueron testigos de gran valor espiritual8, dedicados a la caridad, la reforma y la promoción de la fe en sus respectivos contextos. Sus vidas nos recuerdan la importancia de la perseverancia en la virtud, el servicio a los demás y la defensa de la verdad, incluso frente a la adversidad. Sus legados continúan inspirando a los fieles a vivir una vida de santidad y entrega a Dios.
Citas
San Ulrich, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §San Ulrich. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18
San Ulric, obispo de Augsburgo (a.D. 973), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 20. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16
Augsburgo, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Augsburgo. ↩ ↩2 ↩3
Beato William de Hirschau, abad (a.D. 1091), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 21. ↩ ↩2 ↩3
San Ulric de Zell, abad (a.D. 1093), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 105. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22
San Ulrich de Zell, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §San Ulrich de Zell. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15
San Ursmar, abad y obispo (a.D. 713), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 133. ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. 4 de mayo de 1987: Celebración ecuménica de la Palabra en Augsburgo - Homilía (1987). ↩