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Cruz

Sanación milagrosa

Sanación milagrosa
Estatua de Nuestra Señora de la Misericordia, ubicada en la «sala de las apariciones» del santuario mariano de Pellevoisin desde 1877. Fue en esta habitación de una casa del pueblo de Pellevoisin donde fue instalada Estelle Faguette moribunda, a finales de 1875, por sus empleadores, cuando la familia de La Rochefoucauld-Montbel se trasladó a París para el invierno. Fue aquí donde fue (habría sido) gratificada con 15 apariciones marianas en 1876. Fue allí donde fue curada al término de las 5 primeras, en febrero. Esta curación será reconocida como milagrosa por Monseñor Paul Vignancour, arzobispo de Bourges en 1983. La investigación canónica de reconocimiento de las apariciones, abierta, aún no ha sido concluida, ni, por lo tanto, cerrada. Original, Esves-37240, CC BY-SA 4.0 📄

La sanación milagrosa en el catolicismo se refiere a la restauración de la salud física o espiritual de una manera que excede las capacidades naturales y se atribuye directamente a la intervención divina. Estos eventos son considerados signos de la presencia y el poder de Dios, a menudo manifestados a través de la intercesión de Jesucristo, la Santísima Virgen María, los santos, o mediante la gracia de los sacramentos. La Iglesia Católica discierne cuidadosamente estos fenómenos, distinguiendo entre la curación por gracia divina y la curación por medios naturales, y los reconoce como motivos de credibilidad para la fe, aunque no siempre se conceden incluso con las oraciones más fervientes.

Tabla de contenido

La Sanación en la Tradición Católica

La Iglesia Católica reconoce dos tipos principales de sanación: la sanación por gracia divina y la sanación que utiliza los poderes de la naturaleza1. Ambas no son mutuamente excluyentes; el hecho de que Dios pueda sanar por medios sobrenaturales no significa que debamos ignorar los medios naturales a nuestra disposición2. De hecho, la caridad cristiana exige que no descuidemos los medios naturales para curar a los enfermos2. La Iglesia tiene una larga historia de cuidado de los enfermos a través de medios naturales, evidente en el gran número de hospitales católicos en todo el mundo1.

Sanación por Gracia Divina

La sanación por gracia divina es un don de Dios que no está a disposición humana2. El Espíritu Santo a veces concede a ciertas personas «un carisma especial de curación para manifestar el poder de la gracia del Señor resucitado»3,2. Sin embargo, incluso las oraciones más intensas no siempre obtienen la curación de todas las enfermedades3,2. San Pablo mismo aprendió del Señor que «mi gracia te basta, porque mi fuerza se perfecciona en la debilidad»3.

Desde los tiempos apostólicos, la Iglesia ha intercedido por los enfermos invocando el nombre del Señor Jesús, pidiendo la curación a través del poder del Espíritu Santo1. Esto se manifiesta en la imposición de manos sacramental, la unción con óleo, o simples oraciones por la sanación, que a menudo incluyen la intercesión de los santos1. Jesús mismo asoció a sus apóstoles con su poder para sanar a los enfermos y señaló las curaciones que realizarían como una de las señales de la verdad de la predicación evangélica4. Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de numerosas curaciones milagrosas en los primeros tiempos de la Iglesia4.

Sanación a través de Medios Naturales

La Iglesia nunca ha considerado que la súplica por la sanación divina excluya el recurso a los medios naturales de curación a través de la práctica de la medicina1. El uso de medios naturales es completamente apropiado, ya que están a disposición humana2.

Milagros y la Fe

Los signos realizados por Jesús atestiguan que el Padre lo ha enviado e invitan a creer en Él5. A quienes se dirigen a Él con fe, les concede lo que piden5. Así, los milagros fortalecen la fe en Aquel que hace las obras de su Padre y dan testimonio de que Él es el Hijo de Dios5. Sin embargo, los milagros también pueden ser motivo de «escándalo» y no tienen como objetivo satisfacer la curiosidad o el deseo de magia de las personas5. A pesar de sus milagros evidentes, algunas personas rechazaron a Jesús, e incluso fue acusado de actuar por el poder de los demonios5.

Para que la sumisión de nuestra fe esté de acuerdo con la razón, Dios quiso que a las ayudas internas del Espíritu Santo se unieran pruebas externas de su Revelación6. Así, los milagros de Cristo y de los santos, las profecías, el crecimiento y la santidad de la Iglesia, y su fecundidad y estabilidad, son «los signos más ciertos de la Revelación divina, adaptados a la inteligencia de todos»; son «motivos de credibilidad» que demuestran que el asentimiento de la fe «no es de ninguna manera un impulso ciego de la mente»6.

El Carisma de Curación

El «carisma de curación» es un don especial del Espíritu Santo que no se atribuye a una clase específica de fieles7. San Pablo, al referirse a los diversos carismas en 1 Corintios 12, no atribuye el don de los «carismas de curación» a un grupo particular, ya sean apóstoles, profetas, maestros, gobernantes o cualquier otro7. La lógica que rige la distribución de tales dones es diferente: «Todas estas cosas las obra uno y el mismo Espíritu, que distribuye a cada uno en particular como Él quiere» (1 Cor 12,11)7.

En las reuniones de oración organizadas para pedir la curación, sería completamente arbitrario atribuir un «carisma de curación» a cualquier categoría de participantes7. Lo único que se debe hacer es encomendarse a la libre decisión del Espíritu Santo, quien concede a algunos un carisma especial de curación para mostrar el poder de la gracia de Cristo Resucitado7.

Distinción entre Carisma y Fenómenos Maravillosos

A lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido santos hacedores de milagros que han realizado curaciones maravillosas7. Este fenómeno no se limitó al período apostólico7. Sin embargo, el «carisma de curación» no se encuadra dentro de estos fenómenos de obras maravillosas7. En cambio, la cuestión actual se refiere a reuniones de oración especiales organizadas con el propósito de obtener curaciones maravillosas entre los enfermos presentes, o oraciones de curación después de la comunión eucarística con este mismo propósito7.

Existe abundante testimonio a lo largo de la historia de la Iglesia de curaciones relacionadas con lugares de oración (santuarios, en presencia de reliquias de mártires u otros santos, etc.)7. Tales curaciones, sin embargo, no implican un «carisma de curación», porque no están conectadas con una persona que tenga tal carisma7.

La Intercesión de los Santos y las Reliquias

La Iglesia enseña que los cuerpos de los santos mártires y de otros que ahora viven con Cristo son miembros vivos de Cristo y templos del Espíritu Santo, y que serán resucitados a la vida eterna y glorificados8. Por lo tanto, deben ser venerados por los fieles, ya que a través de ellos Dios concede muchos beneficios a los hombres8. La veneración de las reliquias de los santos y la visita a los lugares dedicados a su memoria con el fin de obtener su ayuda son prácticas legítimas8.

A lo largo de la historia, se han producido numerosas curaciones consideradas «milagrosas» a través de la intercesión de los santos. Por ejemplo, la curación milagrosa de la hermana María Giuseppina de Jesús Crucificado se atribuyó a la intercesión de San Francisco Javier, cuya reliquia fue llevada a su celda9,10. De manera similar, la Virgen de Lisieux, Santa Teresa del Niño Jesús, es reconocida por su intercesión especial en la concesión de gracias11. El Santuario de Lourdes también es famoso por las muchas gracias de curación y conversión obtenidas a través de la intercesión de María12.

El Concilio de Trento enfatiza que la veneración de las reliquias debe realizarse sin superstición ni lucro deshonesto13,8. Además, ninguna nueva reliquia o milagro debe ser reconocido sin la aprobación del obispo diocesano, quien debe consultar a teólogos y hombres piadosos13,8.

El Proceso de Discernimiento de Milagros

La Iglesia es muy exigente en lo que respecta al reconocimiento de milagros, lo cual responde a un deber de prudencia4. Para la canonización de los santos, se requiere un examen de la vida de la persona y un examen de los milagros atribuidos a su intercesión14.

Investigación de Curaciones

En el caso de una curación de alguna enfermedad, el obispo o su delegado debe buscar la ayuda de un médico, quien propondrá preguntas a los testigos para aclarar los asuntos según la necesidad y las circunstancias15. Si la persona sanada aún vive, debe ser examinada por expertos para que se pueda determinar la duración de la curación15. La investigación sobre los milagros debe instruirse por separado de la investigación sobre las virtudes o el martirio16.

La Comisión Médica de la Congregación para las Causas de los Santos (ahora Dicasterio) examina las curaciones, declarando si fueron rápidas, perfectas, constantes e inexplicables según las leyes de la ciencia17. Después, los consultores teólogos y los cardenales y obispos dan su respuesta afirmativa si se trata de un verdadero milagro realizado por Dios17.

Sufrimiento y la Voluntad de Dios

La enfermedad y el sufrimiento siempre han estado entre los problemas más graves que ha enfrentado la vida humana18. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus limitaciones y su finitud18. Toda enfermedad puede hacernos vislumbrar la muerte18.

Aunque la fe simple en medio de las pruebas de la vida diaria requiere afirmar que Dios está produciendo algo bueno de ellas, sin necesariamente saber cómo lo está haciendo o cuál es ese bien, el mal del sufrimiento físico debe ser colocado en el contexto de la bondad de Dios sin poder comprender experimentalmente esa bondad18. La gracia de Dios es suficiente, y su poder se perfecciona en la debilidad3. El significado de la experiencia del sufrimiento puede ser que «en mi carne completo lo que falta en las aflicciones de Cristo por el bien de su cuerpo, es decir, la Iglesia» (Col 1,24)3.

Conclusión

La sanación milagrosa es un aspecto profundo y continuo de la fe católica, que entrelaza la intervención divina con la experiencia humana de la enfermedad y el sufrimiento. Si bien la Iglesia valora los medios naturales de curación y la ciencia médica, también reconoce y celebra las ocasiones en que Dios interviene de manera extraordinaria. Estas sanaciones, ya sean a través de un carisma especial, la intercesión de los santos o la gracia de los sacramentos, sirven como poderosos testimonios del amor y el poder de Dios, fortaleciendo la fe de los creyentes y ofreciendo esperanza en medio de la adversidad. La cuidadosa discernimiento de la Iglesia asegura que tales eventos se reconozcan con prudencia y se integren en una comprensión teológica sólida de la providencia divina y el papel del sufrimiento en la vida cristiana.

Citas

  1. Directrices para evaluar el reiki como terapia alternativa - I. Curación por gracia divina y curación por poderes naturales, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Directrices para Evaluar el Reiki como Terapia Alternativa, § 2 (2009). 2 3 4 5

  2. Directrices para evaluar el reiki como terapia alternativa - I. Curación por gracia divina y curación por poderes naturales, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Directrices para Evaluar el Reiki como Terapia Alternativa, § 3 (2009). 2 3 4 5 6

  3. Sección segunda los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1508. 2 3 4 5

  4. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 15 de junio de 1994, § 5 (1994). 2 3

  5. Sección segunda I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 548. 2 3 4 5

  6. Sección primera «Creo» - «Creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 156. 2

  7. I. Aspectos doctrinales - 5. El «carisma de sanación» en el contexto actual, Congregación para la Doctrina de la Fe. Instrucción sobre las oraciones para la sanación, § 2000 (2000). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  8. Reliquias, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Reliquias. 2 3 4 5

  9. Dicasterio para las Causas de los Santos. Maria Giuseppina di Gesù Crocifisso: Biografía (1 de junio de 2008), §Biografía (2008).

  10. Spiritus Domini, Carta Decretal (3 de julio de 1946), Papa Pío XII. Spiritus Domini, Carta Decretal (3 de julio de 1946) (1946).

  11. Pío XI. Ingravescentibus Malis, § 32 (1937).

  12. Papa Pío XII. Le Pèlerinage de Lourdes, § 33 (1957).

  13. El Concilio de Trento - La Vigésimo Quinta Sesión - Sobre la invocación, veneración y reliquias de los santos, y sobre las imágenes sagradas, Documento del Concilio. Concilio de Trento, §La Vigésimo Quinta Sesión (1563). 2

  14. William Diem. La Infalibilidad de las Canonizaciones: Una Historia Revisionista de los Argumentos, § 4.

  15. Congregación para las Causas de los Santos. Nuevas Leyes para las Causas de los Santos, § 34 (1983). 2

  16. Congregación para las Causas de los Santos. Nuevas Leyes para las Causas de los Santos, § 32 (1983).

  17. Dicasterio para las Causas de los Santos. Paolina Maria Jaricot: Decreto, §Decreto sobre el Milagro (2022). 2

  18. El lado positivo del evangelio que preferimos oír, Basil Cole, O.P. Santo Tomás y la «Buena Noticia» del Castigo? , § 12. 2 3 4