Sanedrín
El Sanedrín fue el máximo consejo y tribunal de justicia entre los judíos durante el período del Segundo Templo, con una autoridad que abarcaba asuntos religiosos y civiles no reclamados por el poder romano. Desempeñó un papel crucial en la condena de Jesús, acusándolo de blasfemia por declararse Hijo de Dios, aunque la ejecución de la sentencia capital requería la aprobación de la autoridad romana. Su historia, composición y jurisdicción evolucionaron significativamente bajo diversas dominaciones, hasta su eventual desaparición tras la destrucción de Jerusalén.
Tabla de contenido
Origen y Etimología
El término Sanedrín deriva de la palabra griega synédrion, que significa «asamblea» o «consejo», y fue adoptado en el vocabulario arameo judío. Entre los judíos de habla griega, se le conocía comúnmente como gerousía, o «asamblea de los Ancianos»1. En hebreo post-bíblico, la denominación Beth-Din, que significa «casa de juicio», también fue popular1.
La tradición judía ha intentado atribuir al Sanedrín una antigüedad venerable, con algunos doctores reconociéndolo en el consejo de setenta Ancianos establecido por Moisés (Números 11:16) o en el tribunal creado por Josafat (2 Crónicas 19:8)1. Sin embargo, estas instituciones antiguas no comparten una similitud clara en composición o atribuciones con el Sanedrín tal como se le conoce1. La conexión con la Gran Sinagoga, atribuida a Esdras, también es incierta y objeto de debate entre los eruditos modernos1. Es más probable que el Sanedrín se desarrollara y organizara gradualmente a partir del consejo de nobles, jefes y ancianos que gobernaba la comunidad restaurada en tiempos de Nehemías y Esdras (Nehemías 2:16; 4:8, 13; 5:7; 7:5; Esdras 5:5, 9; 6:7, 14; 10:8)1. La primera mención indiscutible de la gerousía de Jerusalén se remonta al reinado de Antíoco el Grande (223-187 a.C.)1.
Composición
Según el testimonio de la Mishná (Sanh., i, 6; Shebuoth, ii, 2) y Josephus (Bell. Jud., II, xx, 5), el Sanedrín estaba compuesto por setenta y un miembros, incluyendo al presidente1. Los escritores del Nuevo Testamento dividen a los miembros en tres clases: los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos1. Sin embargo, no deben considerarse como una jerarquía rígida, ya que el término «ancianos» o «los ancianos del pueblo» a menudo era sinónimo de «miembros del Sanedrín»1.
Los miembros eran llamados «ancianos» en memoria de los setenta ancianos del consejo de Moisés (Números 11), y también porque la palabra conllevaba una connotación de madurez y respetabilidad1. Dada la frecuencia con la que el Beth-Din trataba asuntos legales, muchos de sus miembros eran elegidos entre hombres dedicados al estudio de la Ley, de ahí la frecuente mención de los escribas en el Sanedrín1. Durante los últimos cuarenta años de su existencia, la mayoría de los escribas eran fariseos, mientras que los miembros de la casta sacerdotal representaban las ideas saduceas (Hechos 4:1; 5:17, 34; 23:6)1. Las reglas exactas para el nombramiento de miembros y la cobertura de vacantes no están claras, y parece que las costumbres variaron en diferentes períodos, con una notable interferencia política en el proceso1.
El presidente del Sanedrín, conocido como el Nasi, fue en los últimos cuarenta años de la existencia del Sanedrín el sumo sacerdote, como lo fue Caifás en el juicio de Jesús (Juan 11:49; Mateo 26:57) y Ananías en el juicio de San Pablo (Hechos 23:2)1.
Jurisdicción y Procedimiento
La jurisdicción del Sanedrín varió a lo largo de su historia1. Bajo los gobernantes griegos, a los judíos se les concedió una considerable autonomía, y muchos asuntos de administración civil y religiosa recayeron en los sumos sacerdotes y la gerousía1. Sin embargo, después de las guerras macabeas, la autoridad del Sanedrín fue eclipsada por la de los reyes asmoneos, quienes ostentaban tanto el poder real como el sacerdotal1.
En el tiempo de la vida pública de Jesús, solo las once toparquías de Judea estaban de jure sujetas al Gran Sanedrín de Jerusalén, aunque de facto los judíos de todo el mundo reconocían su autoridad (Hechos 9:2; 22:5; 26:12)1. Como tribunal supremo de justicia de la nación, el Sanedrín intervenía cuando los tribunales inferiores no podían llegar a una decisión1. También tenía el derecho exclusivo de juzgar asuntos de especial importancia, como el caso de un falso profeta, acusaciones contra el sumo sacerdote, o la ampliación de la ciudad de Jerusalén o los atrios del Templo1. En resumen, todas las cuestiones religiosas y civiles no reclamadas por la autoridad romana estaban dentro de sus atribuciones, y sus decisiones eran consideradas inviolables1.
Las causas criminales eran juzgadas por una comisión de veintitrés miembros, que se reunían bajo la presidencia del Ab Beth-Din1. Se requería un quórum de al menos veintitrés miembros para los juicios criminales: una mayoría de un voto era suficiente para la absolución, mientras que para una condena se necesitaba una mayoría de dos votos, excepto cuando todos los setenta y un miembros del tribunal estaban presentes1. Los miembros se sentaban en semicírculo para verse mientras deliberaban, y dos escribas tomaban nota de los votos1.
El Sanedrín y la Condena de Jesús
El Sanedrín desempeñó un papel central en la condena de Jesús2. Los evangelios muestran que las autoridades religiosas de Jerusalén no estaban unánimes en su postura hacia Jesús3. Los fariseos llegaron a amenazar con excomulgar a sus seguidores3. El sumo sacerdote Caifás, temiendo que la creciente popularidad de Jesús provocara una intervención romana que destruyera la nación y el Templo, profetizó: «Es conveniente para vosotros que un solo hombre muera por el pueblo, y que no perezca toda la nación» (Juan 11:48-50)3.
El arresto de Jesús fue el resultado de un largo proceso, impulsado por los «sumos sacerdotes, escribas y ancianos», los tres componentes del Sanedrín2. El Sanedrín buscó activamente testimonios contra Jesús para condenarlo a muerte, aunque al principio no encontraron ninguno consistente, ya que muchos dieron falso testimonio que no concordaba4.
La acusación principal contra Jesús por parte del Sanedrín fue la blasfemia5. Cuando el sumo sacerdote le preguntó directamente si era el Mesías, el Hijo de Dios (Mateo 26:63-64; Marcos 14:61-62; Lucas 22:70), Jesús respondió afirmativamente: «Tú lo has dicho» o «Yo soy»6,7,4,8. El sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y declaró que Jesús había blasfemado, sentenciando que «merece la muerte»6,7,4. Para los custodios del monoteísmo del Antiguo Testamento, declararse Hijo de Dios era considerado «hacerse Dios» (Juan 10:33) y, por tanto, una blasfemia digna de la pena capital según la ley antigua (Levítico 24:16)9.
Pérdida del Derecho a Ejecutar Sentencias de Muerte
Un punto crucial en el juicio de Jesús es la cuestión de si el Sanedrín tenía o no el derecho de ejecutar sentencias de muerte en ese momento1. La declaración de los judíos: «A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie» (Juan 18:31), junto con testimonios de Josefo y el Talmud de Jerusalén, sugiere que su poder había sido restringido por los romanos1,3. Aunque hay casos registrados de lapidaciones o ejecuciones por el Sanedrín (como la de San Esteban en Hechos 7), estos podrían atribuirse a estallidos de pasión popular o a una interpretación de que los romanos nunca privaron completamente al Sanedrín de su autoridad, sino que este último, para evitar conflictos políticos, cedió la aprobación de las sentencias capitales a los romanos1. La opinión más aceptada entre los estudiosos es que la autoridad del Sanedrín para ejecutar la pena capital estaba de hecho limitada1.
Entrega a Pilato
Habiendo declarado a Jesús merecedor de muerte por blasfemia, pero sin poder ejecutar la sentencia, el Sanedrín lo entregó a la autoridad romana3,10. Ante Pilato, las acusaciones cambiaron a un carácter político, presentándolo como un agitador que se proclamaba «rey de los judíos» y que incitaba a la revuelta contra el César3,11. Esta acusación lo colocó en la misma categoría que Barrabás, quien había sido acusado de sedición3.
Pilato, convencido de la inocencia de Jesús, intentó resistir las presiones del Sanedrín10,12. Sin embargo, ante las amenazas políticas de los sumos sacerdotes de que si liberaba a Jesús no sería «amigo del César» (Juan 19:12), y el temor a una revuelta popular, Pilato finalmente cedió10,12. A pesar de lavarse las manos en señal de inocencia (Mateo 27:24), entregó a Jesús para ser crucificado12,13.
Declive y Desaparición
Después de la anexión de Judea a la provincia romana de Siria en el año 6 d.C., el Sanedrín operó bajo el control de los procuradores romanos, convirtiéndose en la autoridad suprema del pueblo judío, aunque las sentencias capitales probablemente requerían la confirmación del oficial romano1.
El Sanedrín fue el primero en organizar la resistencia contra Roma cuando el mal gobierno de Albinus y Gessius Florus llevó a la nación a la rebelión1. Sin embargo, los zelotes tomaron el poder en Jerusalén y disolvieron la asamblea1. A pesar de un resurgimiento nominal en Jamnia y más tarde en Tiberíades después de la destrucción de Jerusalén, el Gran Beth-Din de Jerusalén no sobrevivió realmente a la ruina de la nación judía, y los autores judíos posteriores lamentaron su cese1.
Conclusión
El Sanedrín, como la máxima autoridad judicial y religiosa judía, jugó un papel fundamental en la vida de Jesús y en los eventos que llevaron a su crucifixión. Su condena de Jesús por blasfemia, seguida de su entrega a Pilato bajo acusaciones políticas, ilustra la compleja interacción entre la ley religiosa judía y la autoridad romana en la Judea del siglo I. La historia del Sanedrín es un testimonio de la evolución política y religiosa del pueblo judío, culminando en su desaparición tras la destrucción de Jerusalén, pero dejando un legado significativo en la narrativa cristiana.
Citas
Sanedrín, La Enciclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Sanedrín. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28 ↩29 ↩30 ↩31 ↩32 ↩33
III. - Los Judíos en el Nuevo Testamento - B. Los Judíos en los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles - 2. El Evangelio según Marcos, Comisión Bíblica Pontificia. El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana (24 de mayo de 2001), § 72 (2001). ↩ ↩2
Sección dos I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 596. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Marcos 14. ↩ ↩2 ↩3
Parte primera - La profesión de fe. Capítulo dos - Creo en Jesucristo, el único Hijo de Dios. La caída, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 116 (2005). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 28 de septiembre de 1988, § 6 (1988). ↩ ↩2
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Mateo 26. ↩ ↩2
Las últimas horas de la vida terrenal de Jesús, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 3 de mayo de 2000, § 3 (2000). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 26 de agosto de 1987 (1987). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 28 de septiembre de 1988, § 7 (1988). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 11 de febrero de 1987 (1987). ↩
Papa Juan Pablo II. Vía Crucis: oración inicial (21 de abril de 2000) - Discurso (2000). ↩ ↩2 ↩3
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Mateo 27. ↩