Santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena (Caterina di Giacomo di Benincasa) fue una mística, terciaria dominica, teóloga, y una de las figuras más influyentes de la Iglesia Católica en el siglo XIV. Nacida en Siena en 1347, su vida se caracterizó por una intensa vida contemplativa combinada con una notable actividad apostólica y política, que incluyó su famoso papel en persuadir al Papa Gregorio XI para que regresara a Roma desde Aviñón, poniendo fin al exilio papal. Fue declarada Doctora de la Iglesia por el Papa Pablo VI en 1970, y es reconocida como copatrona de Europa y patrona de Italia y de Roma. Sus obras, especialmente el Diálogo de la Divina Providencia y sus Cartas, son consideradas clásicos de la literatura espiritual italiana y atestiguan la profundidad de su sabiduría infusa y su ardiente amor por Cristo y la Iglesia.
Tabla de contenido
Vida Temprana y Vocación
Catalina nació en Siena, Italia, el 25 de marzo de 1347, siendo la penúltima de una familia muy numerosa. Su padre, Giacomo di Benincasa, era tintorero, y su familia pertenecía a la clase media baja de la república sienesa1. Desde su infancia, Catalina mostró una profunda inclinación hacia la vida espiritual, experimentando visiones y practicando austeridades extremas1.
A la edad de siete años, consagró su virginidad a Cristo de forma privada1. A los dieciséis años, motivada por una visión de Santo Domingo, ingresó en la Tercera Orden de los Dominicos, conocida como las Mantellate2. Aunque vivía en su casa familiar, transformó su pequeña habitación en una «celda» donde se dedicó a la oración y la penitencia, renovando la vida de los anacoretas del desierto1,3.
La Experiencia Mística y el Servicio Público
Tras tres años de intensa vida interior, que incluyó visitas celestiales y conversación familiar con Cristo, Catalina experimentó el evento místico conocido como los «esponsales espirituales» alrededor del Carnaval de 13661,3. Este fue el culmen de su intimidad con Cristo, simbolizado por un anillo de bodas místico3.
Después de esta experiencia, recibió un mandato divino para dejar su reclusión y entrar en la vida pública1. A partir de entonces, combinó el silencio de su «celda interior» con una notable actividad apostólica3.
Caridad y Servicio: Comenzó a atender a los enfermos, especialmente a aquellos con enfermedades repulsivas, y a servir a los pobres1. Su encanto personal y su sabiduría práctica, a pesar del dolor físico constante y la persecución que a menudo enfrentaba, atrajeron a muchos discípulos, tanto hombres como mujeres, que formaron una notable hermandad espiritual unida por el amor místico1.
Conversión de Pecadores: Se dedicó a la conversión de pecadores. Un ejemplo destacado fue el caballero de Perugia, Nicolás di Toldo, condenado a muerte, a quien Catalina confortó y preparó para la ejecución, recibiendo su cabeza cortada en sus manos y presenciando, según su testimonio, cómo Dios recibía su alma4.
Guía Espiritual: Su fama de santidad se extendió, convirtiéndola en una guía espiritual intensa para personas de todas las clases sociales: nobles, políticos, artistas, religiosos, y clérigos, incluyendo al Papa Gregorio XI2.
El Papel de Catalina en la Iglesia y la Política
El siglo XIV fue una época de grandes conflictos sociales y políticos en Italia, y la Iglesia estaba sumida en la crisis del Papado de Aviñón5,6. Catalina se involucró activamente en estos asuntos, impulsada por su profunda y constante devoción a la Iglesia2,7.
El Retorno del Papado a Roma
El hecho de que los papas hubieran residido en Aviñón durante setenta y cuatro años había causado graves problemas religiosos, sociales y políticos en Europa5. Catalina consideraba el regreso del Papa a Roma como esencial para la paz y la reforma de la Iglesia8,5.
Misión en Aviñón (1376): En junio de 1376, Catalina viajó a Aviñón, inicialmente como embajadora de los florentinos para mediar la paz con la Santa Sede4. Aunque fracasó en su misión inmediata debido a la insinceridad de los embajadores florentinos, sus esfuerzos en otra dirección tuvieron éxito5. Ella exhortó enérgicamente al Papa Gregorio XI a cumplir su promesa de regresar a Roma5,9.
Regreso a Roma (1377): La profunda impresión que Catalina causó en el Papa, a pesar de la oposición de los cardenales franceses, fue decisiva1. Gregorio XI partió de Aviñón el 13 de septiembre de 1376, llegando a Roma el 17 de enero de 1377, poniendo fin al exilio papal5,8.
Pacificadora y Reformadora
Catalina fue incansable en su compromiso por resolver los numerosos conflictos que afligían a la sociedad de su tiempo3.
Mediación en Conflictos Italianos: Trabajó arduamente para lograr la paz entre las repúblicas italianas, como Siena, Pisa, y Lucca, y el Papado4,10. En 1378, fue enviada nuevamente a Florencia por el Papa Gregorio para intentar un nuevo esfuerzo de paz. Permaneció allí en medio de la violencia, incluso cuando intentaron asesinarla, hasta que finalmente se firmó la paz con la Santa Sede5,1.
Exhortación a la Justicia: Dirigió cartas a gobernantes europeos, incluyendo a Carlos V de Francia y Luis el Grande de Hungría, instándolos a gobernar con «santa y verdadera justicia» y a ser «padres de los pobres»9,3. Subrayó que el ejercicio de la soberanía no podía separarse de la caridad9.
Reforma del Clero: Con la misma vehemencia, Catalina se dirigió a eclesiásticos de todos los rangos, exigiendo la más estricta integridad en sus vidas y ministerios9. Aconsejaba al Papa mismo, a quien llamaba «dulce Cristo en la tierra», a ser fiel a sus responsabilidades y a reformar la Iglesia2,9,7.
El Gran Cisma de Occidente
Tras la muerte de Gregorio XI en 1378, se desató el Gran Cisma, con la elección de Urbano VI en Roma y un antipapa en Aviñón5,1. Catalina se adhirió entusiastamente al Papa Urbano VI y se trasladó a Roma en noviembre de 1378, donde pasó el resto de su vida1. Desde allí, trabajó incansablemente por la reforma de la Iglesia y por la unidad, sirviendo a los afligidos y enviando cartas elocuentes a favor de Urbano a toda Europa1,9,7.
Espiritualidad y Obras Literarias
La enseñanza de Santa Catalina posee tal excelencia que fue declarada Doctora de la Iglesia por el Papa Pablo VI en 19702,11,6. Su espiritualidad se centra en el conocimiento y el amor a Jesucristo y a su Iglesia2.
El Diálogo de la Divina Providencia
Su obra mística más célebre es el Diálogo de la Divina Providencia, también conocido como el Libro de la Divina Doctrina5,1. Dictado bajo la inspiración del Espíritu Santo mientras estaba en Siena5, este trabajo consta de cuatro tratados y aborda toda la vida espiritual del hombre en forma de coloquios entre el Padre Eterno y el alma humana (representada por Catalina)1. En esta obra, Cristo es descrito, con una imagen inusual, como un puente tendido entre el Cielo y la tierra, compuesto por tres escaleras: los pies, el costado y la boca de Jesús, que representan las tres etapas del camino a la santificación: el desapego del pecado, la práctica de las virtudes y el amor, y la unión amorosa con Dios2.
Las Cartas
La colección de casi cuatrocientas Cartas de Santa Catalina es la expresión más completa de su personalidad polifacética1,7.
Contenido y Estilo: Sus cartas están dirigidas a papas, soberanos, líderes militares, religiosos y laicos1,7. Son documentos de valor histórico inestimable y, al mismo tiempo, ofrecen consejos sabios y prácticos para la vida espiritual1.
Devoción a la Iglesia: El tono de sus cartas al Papa Gregorio XI muestra una combinación notable de profundo respeto, franqueza y familiaridad; lo llamaba «mi dulce babbo» (mi dulce papá)7. Su enseñanza fundamental es que el hombre debe permanecer siempre en la «celda del autoconocimiento», que es el establo donde el viajero debe nacer de nuevo en su camino hacia la eternidad1.
La Mística del Sufrimiento y la Sangre de Cristo
Catalina conoció un gran sufrimiento a lo largo de su vida2.
Estigmas: En Pisa, durante la cuaresma de 1375, recibió los Estigmas mientras estaba absorta en la meditación ante un crucifijo. A petición suya, las marcas no fueron visibles en su cuerpo mientras vivió4,12.
El Don de las Lágrimas: Su espiritualidad se vincula al don de las lágrimas, que expresan una sensibilidad profunda y una capacidad de ternura, y que ella consideraba mezcladas con la Sangre de Cristo2. Catalina usaba imágenes vibrantes sobre la Sangre de Cristo, exhortando: «Recuerda a Cristo crucificado, Dios y hombre… Haz tu meta el Cristo Crucificado, escóndete en las llagas del Cristo Crucificado y ahógate en la sangre del Cristo Crucificado»2.
Muerte y Legado
La intensa actividad de Catalina y sus austeridades consumieron rápidamente su salud1. En los últimos meses de su vida, se ofreció como víctima por la unidad y la renovación de la Iglesia, sintiendo que la «Barca de Pedro» le era impuesta sobre los hombros y la aplastaba1,7.
Muerte: Tras una agonía prolongada de tres meses, sufrió un derrame paralítico el 21 de abril de 1380, y falleció el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años, en Roma7,1,13. Sus últimas palabras a sus hijos espirituales fueron: «Manteneos firmes en esto, mis amados, que he dado mi vida por la santa Iglesia»9. Su último trabajo político fue la reconciliación de Urbano VI con la República Romana1.
Canonización y Patronazgos: Catalina fue canonizada por el Papa Pío II, su conciudadano, en 14611,14. El Papa Pío IX la declaró Copatrona de Roma (1866), y el Venerable Pío XII la nombró Patrona de Italia (1939)2,14. Finalmente, el Papa Juan Pablo II la proclamó Copatrona de Europa en 1999, junto con Santa Brígida de Suecia y Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)3.
Santa Catalina de Siena es un modelo ejemplar de apego a la Iglesia14 y de cómo la contemplación puede fusionarse con la acción apostólica, dejando un legado de enseñanza que continúa influyendo en la cultura y la vida de la nación italiana y de toda la Iglesia15. Su fiesta principal se celebra el 29 de abril16.
Citas
Sta. Catalina de Siena, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Sta. Catalina de Siena. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24
Santa Catalina de Siena, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 24 de noviembre de 2010: Santa Catalina de Siena (2010). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11
Para perpetua memoria, Papa Juan Pablo II. Spes Aedificandi - Proclamación de las Copatronas de Europa, § 6 (1999). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 199. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 200. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10
Papa Juan Pablo II. 30 de marzo de 1996: Visita pastoral a Siena (Toscana - Italia) - Homilía, § 5 (1996). ↩ ↩2
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 201. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Papa Juan Pablo II. 14 de septiembre de 1980: Visita pastoral a Siena - Homilía, § 4 (1980). ↩ ↩2
Para perpetua memoria, Papa Juan Pablo II. Spes Aedificandi - Proclamación de las Copatronas de Europa, § 7 (1999). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
IV. - Mediación política para Florencia, Catalina de Siena. Le lettere di S. Caterina da Siena ridotte a miglior lezione, e in ordine nuovo disposte - Volumen 2, § 19. ↩
Papa Pablo VI. 3 de octubre de 1970: Santa Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia (1970). ↩
Catalina de Siena. Le lettere di S. Caterina da Siena ridotte a miglior lezione, e in ordine nuovo disposte - Volumen 2, § 20. ↩
Papa Juan Pablo II. 29 de abril de 1980: Santa Messa nel VI centenario della morte di Santa Caterina da Siena - Homilía, § 1 (1980). ↩
Catalina de Siena, modelo ejemplar de adhesión a la Iglesia, Papa Pablo VI. Audiencia General del 30 de abril de 1969 (1969). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. A un grupo de peregrinos italianos de Toscana (15 de marzo de 1997) - Discurso (1997). ↩
Propio de los santos - 29 de abril - Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia - Memoria, Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. El Misal Romano (Traducción al inglés según la Tercera Edición Típica), §Propio de los Santos (2011). ↩
