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Santa Juana de Arco

Santa Juana de Arco
Miniatura que representa a Juana de Arco, en una inicial iluminada probablemente creada a finales del siglo XIX por el pintor y coleccionista alsaciano Georges Spetz o por el anónimo «Falsificador español» - Archivos Nacionales de Francia, AE-II-2490 . Dominio Público.

Santa Juana de Arco, conocida también como «la Doncella de Orleans», fue una joven campesina francesa que desempeñó un papel crucial en la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra. Nacida en Domrémy en 1412, su vida se caracterizó por una profunda piedad y una misión divina que, según ella, le fue revelada a través de voces celestiales. A pesar de su origen humilde y su falta de educación formal, lideró al ejército francés a importantes victorias, logrando levantar el sitio de Orleans y facilitando la coronación de Carlos VII en Reims. Su vida culminó trágicamente con su condena y ejecución en la hoguera por cargos de herejía en 1431, a la edad de 19 años. Veinticinco años después, su caso fue reabierto y su condena fue anulada, declarando su inocencia y perfecta fidelidad a la Iglesia. Fue canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV, y es venerada como patrona de Francia, siendo un símbolo de fe inquebrantable, patriotismo y obediencia a la voluntad de Dios.

Tabla de contenido

Orígenes y Primeras Manifestaciones Místicas

Juana de Arco, cuyo nombre en francés era Jeanne d’Arc, nació el 6 de enero de 1412 en Domrémy, un pequeño pueblo en la región de Champaña, en la frontera entre Francia y Lorena1,2. Sus padres, Jacques d’Arc e Isabelle Romée, eran campesinos piadosos y de buena posición económica3,1,2,4. Desde su infancia, Juana recibió una sólida formación religiosa, marcada por la espiritualidad del Nombre de Jesús y María, influenciada por San Bernardino de Siena y difundida por los franciscanos3. Aunque nunca aprendió a leer ni a escribir, era muy hábil en las labores domésticas como coser y hilar1,2. Los testimonios de sus vecinos durante el proceso de rehabilitación la describen como una niña excepcionalmente piadosa, seria para su edad, que a menudo se arrodillaba en la iglesia en oración y mostraba gran compasión por los pobres y enfermos1,2.

A la edad de trece años, Juana comenzó a experimentar manifestaciones sobrenaturales3,1. Inicialmente, escuchó una única voz acompañada de una luz brillante, que gradualmente se multiplicó, permitiéndole ver a sus interlocutores1. Identificó estas voces como las del Arcángel San Miguel, Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita de Antioquía1,5. Estas voces le revelaron su misión divina: liberar a Francia de la ocupación inglesa y asegurar la coronación del Delfín Carlos VII1,5. Su respuesta inmediata a este llamado fue un voto de virginidad y un compromiso renovado con la vida sacramental, incluyendo la participación diaria en la Misa, la confesión y comunión frecuentes, y largos períodos de oración silenciosa ante el Crucifijo o la imagen de la Virgen3.

La Misión Divina y el Liderazgo Militar

La Francia de la época de Juana de Arco estaba sumida en la Guerra de los Cien Años y en una profunda crisis interna, incluyendo el Gran Cisma de Occidente, que generó la existencia de múltiples papas y antipapas3,1. La guerra fratricida entre los pueblos cristianos de Europa, especialmente el conflicto prolongado entre Francia e Inglaterra, había devastado el país3,1.

A principios de 1429, las voces se hicieron más insistentes y explícitas, instándola a presentarse ante Robert Baudricourt, el comandante de las fuerzas del rey en Vaucouleurs1,6. Aunque inicialmente fue desestimada, la persistencia de Juana y su predicción precisa de una derrota francesa conmovieron el escepticismo de Baudricourt5,6. Con su apoyo, y vestida con ropas masculinas para su protección, Juana partió hacia Chinon para encontrarse con el Delfín Carlos6.

Carlos VII, para probarla, se disfrazó entre su corte, pero Juana lo identificó de inmediato6. Mediante una señal secreta comunicada por sus voces y transmitida solo a él, logró convencerlo de la naturaleza sobrenatural de su misión6. A pesar de la oposición de algunos cortesanos y consejeros, Juana fue sometida a un examen por un cuerpo de teólogos en Poitiers, quienes, tras tres semanas de interrogatorio, no encontraron nada que desaprobar y aconsejaron a Carlos que utilizara sus servicios3,6.

Equipada con armadura blanca y un estandarte con las palabras «Jesús: María» y una representación del Padre Eterno, Juana lideró al ejército francés6. Su presencia en Orleans, asediada por los ingleses, obró «maravillas»6. El 8 de mayo, los fuertes ingleses que rodeaban la ciudad fueron capturados y el asedio fue levantado, un evento que ella había profetizado6,7. Este triunfo marcó un punto de inflexión en la guerra. Posteriormente, Juana lideró una exitosa campaña en el Loira, culminando con la victoria en Patay6. El momento cumbre de su acción política fue la coronación de Carlos VII en Reims el 17 de julio de 14293,6. Durante un año, Juana convivió con los soldados, llevando a cabo una misión de evangelización entre ellos, y muchos testificaron su bondad, valentía y pureza extraordinaria, por lo que fue conocida como «La Pucelle» (la Doncella)3.

El Proceso de Condena y Muerte

La pasión de Juana comenzó el 23 de mayo de 1430, cuando fue capturada por las fuerzas enemigas y llevada a Ruán3. Allí se llevó a cabo un largo y dramático Proceso de Condena, que duró desde febrero hasta el 30 de mayo de 14313,8. Este juicio fue presidido por dos jueces eclesiásticos, el obispo Pierre Cauchon y el inquisidor Jean le Maistre, pero fue en realidad dirigido por un grupo de teólogos de la Universidad de París, políticamente opuestos a Juana y a su misión3.

Juana fue acusada y condenada como hereje, y sentenciada a la terrible muerte en la hoguera3. A pesar de la presión, ella mantuvo su inocencia y la autenticidad de sus voces, declarando que Dios la había enviado y que sus voces provenían de Él8. En un momento de debilidad, bajo engaño o por su propia voluntad, se dice que retomó la vestimenta masculina que había accedido a descartar, lo que sus captores interpretaron como una recaída8. Sin embargo, recuperó su fortaleza y reafirmó su fe8.

El 24 de mayo, su apelación al Papa fue rechazada por el tribunal3. La mañana del 30 de mayo de 1431, Juana recibió la Sagrada Comunión por última vez en prisión3. Fue conducida a la plaza del Mercado Viejo de Ruán para ser quemada en la hoguera8,3,5. En sus últimos momentos, pidió a un fraile dominico que sostuviera una cruz procesional ante sus ojos8,3,5. Mientras las llamas la rodeaban, se la escuchó invocar varias veces el Nombre de Jesús antes de entregar su alma a Dios8,3,5. Tenía apenas diecinueve años8,3,5. Sus cenizas fueron dispersadas en el Sena8. La reacción de uno de los secretarios del rey Enrique, John Tressart, al ver su muerte fue: «Estamos perdidos: ¡hemos quemado una santa!»8.

Rehabilitación y Canonización

Veintitrés años después de su muerte, en 1454, la madre de Juana y sus dos hermanos apelaron para la reapertura del caso8. El Papa Calixto III nombró una comisión para este propósito8,3. El Proceso de Nulidad de la Condena, o de «rehabilitación», recopiló los testimonios de aproximadamente 120 testigos de todas las etapas de su vida, así como las opiniones de numerosos teólogos, todos favorables a Juana3. Este proceso culminó el 7 de julio de 1456 con una sentencia solemne que declaró nula y sin valor la condena anterior, restableciendo completamente la reputación de la Doncella8,3,5. La investigación arrojó luz sobre su inocencia y su perfecta fidelidad a la Iglesia3.

Más de cuatrocientos cincuenta años después, la causa de su beatificación fue introducida en 1869 por Monseñor Dupanloup, obispo de Orleans2. Después de pasar por todas las etapas y ser confirmada por los milagros necesarios, el proceso culminó con el decreto publicado por el Papa Pío X el 11 de abril de 19095,2,4. Fue beatificada el 18 de abril de 19095. Finalmente, el 16 de mayo de 1920, Juana de Arco fue canonizada con toda la solemnidad de la Iglesia por el Papa Benedicto XV en la Basílica Vaticana8,3,5,4. Su memoria se celebra anualmente el 30 de mayo5,4.

Legado y Espiritualidad

La canonización de Santa Juana de Arco generó un renovado y amplio interés en ella, tanto en Inglaterra como en otros lugares8. Sin embargo, también dio lugar a diversas «leyendas de Juana», como la de «Juana la Protestante», «Juana la nacionalista» o «Juana la feminista», que distorsionan su verdadera esencia8. La Iglesia, sin embargo, la venera como una virgen y una santa, no como mártir en el sentido estricto, aunque sufrió una muerte injusta8,4.

La espiritualidad de Juana de Arco se caracterizó por su amor total a Jesús y a su prójimo en Jesús y por Jesús3. El Nombre de Jesús fue invocado por ella hasta los últimos momentos de su vida terrenal, siendo el aliento continuo de su alma y el centro de toda su existencia3. Ella comprendió que el amor abarca toda la realidad de Dios y del ser humano, del Cielo y de la tierra, de la Iglesia y del mundo3. Jesús siempre tuvo el primer lugar en su vida, como lo demuestra su afirmación: «Debemos servir a Dios primero»3. Con su voto de virginidad, Juana consagró todo su ser exclusivamente al amor de Jesús3.

Santa Juana de Arco es un ejemplo de «mujer fuerte» que, a finales de la Edad Media, llevó sin miedo la gran luz del Evangelio en los complejos acontecimientos de la historia3. Su vida es un testimonio de cómo los misterios de Dios se revelan a los que tienen un corazón de niño, mientras permanecen ocultos a los sabios y entendidos que carecen de humildad3.

Conclusión

Santa Juana de Arco es una figura emblemática de la fe católica y la historia de Francia. Su vida, marcada por la obediencia a las voces divinas, su valentía en el campo de batalla y su inquebrantable fidelidad a Cristo y a la Iglesia hasta su injusta muerte, la convierten en un modelo de santidad. Su historia nos recuerda la importancia de la fe sencilla, la caridad y la confianza en la voluntad de Dios, incluso en medio de las mayores adversidades. A través de su intercesión, los cristianos son invitados a aprender la santidad de la obediencia a los designios divinos y a buscar la gracia para convertir a sus conciudadanos hacia la vida celestial4.

Citas

  1. Santa Juana de Arco, virgen (A.D. 1431), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 431. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  2. Santa Juana de Arco, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Santa Juana de Arco. 2 3 4 5 6

  3. Santa Juana de Arco, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 26 de enero de 2011: Santa Juana de Arco (2011). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

  4. Papa Benedicto XV. Giovanna d’Arco (1412-1431) - Homilía (1920). 2 3 4 5 6

  5. Resumen biográfico, El Dicasterio para las Causas de los Santos. Giovanna d’Arco (1412-1431) - Biografía (1920). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  6. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 432. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  7. Diócesis de Orleans, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Diócesis de Orleans.

  8. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 434. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17