Santa Juliana
Santa Juliana es un nombre asociado con varias figuras veneradas en la tradición católica, destacando principalmente dos santas: Santa Juliana de Nicomedia (o de Cumas), una mártir de los primeros siglos del cristianismo, y Santa Juliana de Lieja (o de Mont Cornillon), una monja del siglo XIII conocida por su papel fundamental en el establecimiento de la fiesta del Corpus Christi. Aunque sus vidas y épocas son distintas, ambas encarnan la fe inquebrantable y la devoción a Cristo, ofreciendo ejemplos inspiradores de virtud y perseverancia frente a la persecución o los desafíos eclesiásticos. Este artículo explorará la vida, el culto y la importancia de estas dos santas, así como de otras figuras menos conocidas que también llevan el nombre de Juliana.
Tabla de contenido
Santa Juliana de Nicomedia (o de Cumas), Mártir
La figura de Santa Juliana mártir es un tanto compleja debido a la existencia de tradiciones que parecen referirse a la misma persona pero con detalles geográficos y biográficos divergentes. Tanto la Iglesia Latina como la Griega conmemoran a una santa mártir Juliana1.
Orígenes y Leyendas
El registro histórico más antiguo de una Santa Juliana mártir se encuentra en el «Martyrologium Hieronymianum» del 16 de febrero, donde se indica su lugar de nacimiento como Cumae en Campania, Italia1. La autenticidad de esta mención se refuerza con una carta de San Gregorio Magno, que atestigua la veneración especial de Santa Juliana en la región de Nápoles. En esta carta, San Gregorio instruye al obispo Fortunato de Nápoles a conceder reliquias de Santa Juliana y San Severino a una piadosa matrona llamada Januaria para la consagración de una iglesia1,2.
Sin embargo, las Actas de Santa Juliana utilizadas por Beda en su «Martyrologium» son consideradas legendarias1. Según esta leyenda, Santa Juliana vivió en Nicomedia y estaba prometida al senador Eleusio. Su padre, Africano, era pagano y hostil a los cristianos. Durante la persecución de Maximiano, Juliana fue decapitada después de sufrir terribles torturas1. Poco después, una noble dama llamada Sephonia llevó el cuerpo de la santa a Italia, donde fue enterrado en Campania1. Esta supuesta traslación de sus restos llevó a la identificación de la mártir venerada en Nicomedia con Santa Juliana de Cumae, a pesar de que «son personas bastante distintas»1.
El Diablo Encadenado
Un rasgo distintivo de las Actas legendarias de Santa Juliana de Nicomedia es su conflicto con el diablo1. Se describe una contienda verbal entre Juliana y el diablo, quien, transformándose en un ángel de luz, intentó persuadirla de cumplir los deseos de su padre y su prometido2. Debido a esta narrativa, en el arte medieval, Santa Juliana es a menudo representada encadenando a un diablo alado1,2.
Persecución de Diocleciano y Maximiano
La persecución bajo los emperadores Diocleciano y Maximiano fue un período de intenso sufrimiento para los cristianos1,3,4. Nicomedia, una ciudad importante en ese entonces, fue un «foco de persecución» en el año 3035. Durante estas persecuciones, muchos cristianos fueron martirizados, a menudo enfrentando torturas brutales y la muerte por fuego o decapitación1,6,5,7. La historia de Santa Juliana de Nicomedia se enmarca en este contexto de valentía y fidelidad a la fe hasta el derramamiento de sangre.
Culto y Festividad
La veneración de Santa Juliana de Cumae se extendió ampliamente, especialmente en los Países Bajos1. A principios del siglo XIII, sus restos fueron trasladados a Nápoles1. La fiesta de la santa se celebra en la Iglesia Latina el 16 de febrero y en la Iglesia Griega el 21 de diciembre1.
Santa Juliana de Lieja (o de Mont Cornillon), Patrona del Corpus Christi
Santa Juliana de Lieja es una figura crucial en la historia litúrgica de la Iglesia, reconocida por su incansable esfuerzo en la promoción de la fiesta del Corpus Christi. Nació en Retinnes, cerca de Lieja, Bélgica, en 1193 y falleció en Fosses el 5 de abril de 12588,9.
Vida en el Convento
A la edad de cinco años, Juliana perdió a sus padres y fue internada en el convento de Mont-Cornillon, cerca de Lieja8. Allí hizo rápidos progresos en sus estudios, deleitándose con los escritos de San Agustín y San Bernardo. Desarrolló un amor ardiente por la Santísima Virgen, la Pasión de Cristo y, sobre todo, el Santísimo Sacramento8. En 1206, recibió el velo y se dedicó al cuidado de los enfermos en el hospital del convento8.
La Visión y la Misión del Corpus Christi
Desde muy joven, Juliana sintió una profunda convicción sobre la necesidad de establecer una fiesta especial en honor al Santísimo Sacramento8,9. Se dice que tuvo una visión recurrente de una luna llena con una franja oscura que la atravesaba, que interpretó como la Iglesia faltando una festividad en honor al Cuerpo y la Sangre de Cristo9. Esta visión y su fervor eucarístico la impulsaron a dedicar su vida a esta causa.
Desafíos y Persecuciones
En 1230, Juliana fue elegida superiora del convento de Mont-Cornillon8. Sin embargo, su liderazgo y sus esfuerzos por promover la fiesta del Corpus Christi la llevaron a enfrentar «duras pruebas»8. Un superior general, Roger, un hombre de «hábitos viciosos y escandalosos», la acusó de falsificar cuentas y malversar fondos para la promoción de una fiesta que «nadie quería»9. Estas acusaciones incitaron a la población de Lieja en su contra, obligándola a huir y buscar refugio en varias ocasiones8,9.
A pesar de las dificultades, Juliana fue vindicada en los tribunales gracias a la influencia de Roberto de Thorate, obispo de Lieja, y fue restaurada a su posición. El obispo Roberto incluso proclamó la nueva festividad del Corpus Christi para la diócesis de Lieja en 12469. Sin embargo, tras la muerte del obispo, la persecución se reanudó, y Juliana fue expulsada definitivamente de Cornillon9. Pasó sus últimos años en reclusión en Fosses, viviendo en pobreza y enfermedad, y falleció el 5 de abril de 12588,9.
Legado y Canonización
La misión de Juliana fue continuada por su amiga Eva, la reclusa de San Martín9. Tras la elevación de Santiago Pantaleón (quien había sido uno de los primeros partidarios de Juliana) al papado como Urbano IV, Eva le suplicó que sancionara la nueva fiesta del Santísimo Sacramento. El Papa Urbano IV así lo hizo y, en reconocimiento al papel de Juliana, le envió su bula de autorización junto con el hermoso Oficio para el Corpus Christi que Santo Tomás de Aquino había compuesto a petición suya9. La bula fue confirmada en 1312 por el Concilio de Vienne bajo el Papa Clemente V, y desde entonces la celebración de la fiesta del Corpus Christi se convirtió en una obligación universal en toda la Iglesia Occidental9.
La veneración de Santa Juliana de Lieja fue ratificada por Pío IX en 1869, y su fiesta se celebra el 6 de abril8,9.
Santa Juliana Falconieri
Otra santa importante con este nombre es Santa Juliana Falconieri, nacida en Florencia en 1270 y fallecida el 12 de junio de 134110,11.
Fundadora de las Siervas de María
Juliana Falconieri pertenecía a una noble familia florentina, y su tío, San Alejo Falconieri, fue uno de los siete fundadores de la Orden de los Servitas10. Bajo su influencia, Juliana se consagró desde su juventud a la vida religiosa y a la perfección cristiana10. Tras la muerte de su padre, recibió el hábito de la Tercera Orden de manos de San Felipe Benizi, entonces General de los Servitas, convirtiéndose en la fundadora de esta rama femenina10,11.
Después de la muerte de su madre, Juliana y varias compañeras se trasladaron a una casa propia en 1305, que se convirtió en el primer convento de las Hermanas de la Tercera Orden de los Servitas. Juliana fue la superiora hasta el final de su vida10. Su vestimenta consistía en un hábito negro, asegurado con un cinturón de cuero, y un velo blanco. Debido a las mangas cortas de su hábito, que facilitaban el trabajo, las hermanas eran conocidas como «Mantellate»10. Se dedicaron especialmente al cuidado de los enfermos y otras obras de misericordia, y Juliana, con sus «heroicas obras de caridad», fue un noble ejemplo para todas11,10.
Milagro Eucarístico y Muerte
Durante su última enfermedad, Juliana sufrió de constantes vómitos que le impedían recibir la Sagrada Comunión11,10. Con gran dolor, solicitó al sacerdote que extendiera un corporal sobre su pecho y colocara la Hostia sobre él. Poco después, la Hostia desapareció, y Juliana expiró. Se encontró la imagen de una cruz, similar a la que estaba en la Hostia, marcada en su pecho11,10. Este «extraordinario acontecimiento» se menciona en la oración de su día festivo10.
Culto y Canonización
Juliana fue honrada como santa inmediatamente después de su muerte10. La Orden de las Terciarias Servitas fue sancionada por Martín V en 142010. Benedicto XIII concedió a los Servitas permiso para celebrar la fiesta de Santa Juliana, y Clemente XII la canonizó en 1737, extendiendo la celebración de su fiesta al 19 de junio a toda la Iglesia10,11. En las representaciones artísticas, Santa Juliana Falconieri suele aparecer con el hábito de su orden y una Hostia sobre su pecho10.
Otras Julianas en la Tradición Católica
Aunque las dos Julianas mencionadas son las más prominentes, el nombre Juliana aparece en otros contextos dentro de la hagiografía católica, aunque con menos detalles o una veneración más localizada.
Juliana de Norwich (Beata)
La Beata Juliana de Norwich (c. 1342-c. 1416) fue una mística y anacoreta inglesa, autora de las «Revelaciones del Amor Divino» (también conocidas como «Libro de las Visiones»). Vivió como reclusa estricta en la casa de anacoretas adjunta a la antigua iglesia de San Julián en Norwich12. Su reputación de gran santidad se extendió incluso en vida, y se dice que vivió hasta una edad avanzada12. Su obra es una de las más importantes de la mística inglesa y explora profundamente la naturaleza del amor de Dios.
Conclusión
Las vidas de estas santas Julianas, aunque separadas por siglos y circunstancias, ofrecen un testimonio elocuente de la fe cristiana. Desde la valentía de la mártir Juliana de Nicomedia ante la persecución, pasando por la perseverancia de Juliana de Lieja en la promoción de la Eucaristía, hasta la caridad y el milagro eucarístico de Juliana Falconieri, todas ellas nos invitan a profundizar en nuestra propia relación con Cristo. Sus historias nos recuerdan que la santidad se manifiesta de diversas maneras, ya sea a través del martirio, el servicio a la Iglesia o la dedicación a la vida religiosa y la mística, siempre arraigada en un amor profundo por Dios y el prójimo.
Citas
Santa Juliana, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Santa Juliana. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
Ss. Elías, Jeremías y sus compañeros, mártires (d.C. 309), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 365. ↩ ↩2 ↩3
Ss. Cipriano y Justina, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Ss. Cipriano y Justina. ↩
Ss. Menodora, Metrodora y Ninfodora, vírgenes y mártires (c. d.C. 304?), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 532. ↩
Muchos mártires en Nicomedia (d.C. 303), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 617. ↩ ↩2
San Juan de Nicomedia, mártir (d.C. 303), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 506. ↩
Santa Teodota, mártir (c. d.C. 318?), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 685. ↩
Santa Juliana de Lieja, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Santa Juliana de Lieja. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10
Beata Crescentia de Kaufbeuren, virgen (d.C. 1744), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 42. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12
Santa Juliana Falconieri, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Santa Juliana Falconieri. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 586. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Beata Imelda, virgen (d.C. 1333), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 305. ↩ ↩2