Santa María Mazzarello

María Domenica Mazzarello (1837-1881) fue una figura fundamental en la historia de la Iglesia, cofundadora, junto con San Juan Bosco, del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, también conocidas como Salesianas. Su vida, marcada por la humildad, la caridad y una profunda sabiduría, estuvo dedicada a la educación y el cuidado de las jóvenes, especialmente las más necesitadas. A pesar de su origen humilde y su limitada educación formal, demostró una capacidad extraordinaria para dirigir y expandir una congregación religiosa que hoy se extiende por todo el mundo, llevando el espíritu salesiano a miles de jóvenes. Fue beatificada por el Papa Pío XI en 1938 y canonizada por el Papa Pío XII en 1951.
Tabla de contenido
Primeros años y vocación
María Domenica Mazzarello nació en 1837 en Mornese, una aldea montañosa en el sur del Piamonte, cerca de la frontera con Liguria en Italia1. Sus padres, Joseph Mazzarello y Maddalena Calcagno, eran campesinos enérgicos y honestos. María, la primera de varios hijos, fue bautizada con los nombres de María Domenica1.
A la edad de seis años, su familia se trasladó a Valponasca, una colina a las afueras de Mornese. Allí, María creció trabajando largas horas en los campos y viñedos, lo que le proporcionó una considerable fortaleza física1. A pesar de la ardua caminata desde Valponasca hasta la iglesia de Mornese, María era asidua en su asistencia diaria a Misa siempre que le era posible1.
En 1855, a los diecisiete años, el párroco de Mornese, Don Pestarino, fundó una sodalidad mariana de Hijas de María Inmaculada. María fue una de las cinco miembros fundadoras, y su ejemplo de dulzura, modestia y mente vivaz atrajo a otras jóvenes1. Esta sodalidad, con su propia regla de vida, fue el resultado de una conversación entre Don Pestarino y Don Bosco en Turín, estableciendo así el primer vínculo entre San Juan Bosco y Santa María Mazzarello1.
Cinco años después, en 1860, la calidad espiritual de las sodalistas fue puesta a prueba cuando una epidemia de tifus asoló Mornese. María fue llamada para cuidar a su tío y a su familia, quienes habían enfermado. Aunque al principio sintió temor, cumplió con su tarea «como una Hermana de la Caridad»1. Sin embargo, ella misma contrajo la fiebre y estuvo al borde de la muerte1. Durante su larga convalecencia, María se dio cuenta de que no recuperaría la fuerza necesaria para trabajar en el campo1.
Con su amiga Petronilla, decidió aprender costura. Abrieron un pequeño negocio en el pueblo que tuvo tanto éxito que pronto comenzaron a aceptar a jóvenes locales como alumnas y asistentes1. De esta manera, aparentemente por accidente, estas dos jóvenes campesinas en una aldea remota comenzaron a hacer por las niñas lo que Don Bosco estaba haciendo por los niños, con el mismo espíritu y métodos1. Su enseñanza se caracterizaba por la alegría y la libertad, diciendo a sus alumnas: «Rían y jueguen y corran todo lo que quieran, pero tengan mucho cuidado de no hacer o decir nada que desagrade a Dios»2.
Fundación de las Hijas de María Auxiliadora
El encuentro personal de María Mazzarello con San Juan Bosco en 1865 fue un momento decisivo. Don Bosco visitó Mornese con algunos de sus muchachos, y María Mazzarello, al arrodillarse para recibir su bendición, exclamó: «Siento que Don Bosco es un santo»2,3. Este encuentro confirmó su intuición sobre la santidad de Don Bosco y la atrajo profundamente a su espiritualidad3.
Don Bosco, por su parte, había estado discutiendo con el Papa Pío IX su proyecto de fundar una congregación de monjas para realizar entre las niñas la obra educativa que los Salesianos hacían por los niños2. Por diversas razones, el obispo de Acqui, Monseñor Sciandra, no quería un colegio en Mornese2. Sin embargo, el 29 de mayo de 1872, la gente de Mornese se encontró con que el nuevo edificio destinado a un colegio de niños estaba ocupado por una comunidad de monjas2.
El núcleo de esta comunidad estaba formado por miembros de la sodalidad local de las Hijas de María Inmaculada, con María Mazzarello, de treinta y cinco años, como superiora2. El convento se estableció en el mismo lugar donde, años antes, ella había tenido una especie de visión de un edificio lleno de niños atendidos por religiosas2. Así comenzó la congregación de las Hijas de María Auxiliadora, también conocidas como Salesianas2.
Los inicios no fueron fáciles. Los aldeanos estaban indignados porque su colegio no se había materializado y el edificio había sido entregado a monjas, a quienes consideraban «usurpadoras» de las filas de la sodalidad del pueblo2. Según San Juan Bosco, fueron objeto de molestias, burlas y desaires incluso por parte de sus propios familiares2.
Dos meses después de la fundación, Don Bosco y el obispo visitaron el nuevo establecimiento. La Hermana María (Mazzarello), la Hermana Petronilla y otras nueve tomaron sus votos trienales, y Don Bosco predicó2. A pesar de su limitada educación formal —según su propio testimonio, apenas sabía escribir— Don Bosco la eligió como cabeza de su nueva congregación, demostrando que «La sabiduría es justificada por sus hijos»2.
El 5 de agosto de 1872, con la vestición y la profesión, se dio inicio oficial al Instituto4. María Domenica Mazzarello, como cofundadora, sintió y poseyó profundamente el espíritu salesiano de Don Bosco3. De hecho, Don Bosco mismo confió que la congregación de las Salesianas era igual a la suya, con el mismo fin y los mismos medios3.
Carisma y expansión
El carisma de las Hijas de María Auxiliadora, bajo la dirección de Santa María Mazzarello, se centró en la educación de las jóvenes pobres5,6. Su regla de vida era el abandono a Dios, permitiendo que Él decidiera los pasos y los tiempos para el desarrollo de su obra7. Sentía un fuerte llamado a testimoniar el amor preferencial de Dios por sus criaturas más pequeñas y necesitadas, respondiendo con una comprensión profética al convertirse en madre, educadora y cuidadora7.
La Iglesia siempre ha considerado la educación como un elemento esencial de su misión, y este enfoque fue fuertemente reafirmado en el Sínodo sobre la vida consagrada7. Por ello, el Papa Juan Pablo II invitó a las Salesianas a atesorar su carisma fundacional y sus tradiciones, sabiendo que el amor preferencial por los pobres encuentra una aplicación especial en el servicio de la educación y la instrucción7.
El estilo educativo de las Salesianas, heredado de sus fundadores, se distingue por una sencilla naturalidad y dulzura, enfatizando el estímulo y la guía en lugar de la represión, y el ejemplo de Cristo en lugar del castigo2. El Papa Juan Pablo II destacó que la acción educativa de las Salesianas debe ser fiel no solo a Don Bosco, sino también a la Madre María Domenica Mazzarello, a quien describió como un modelo ejemplar que, a pesar de no tener títulos académicos, alcanzó una sabiduría tal «que parecía inspirada por el Espíritu Santo»8. Ella vivió su entrega a Dios con humildad, mortificación y serenidad, realizando su «maternidad de amor hacia miles de jovencitas»8. La raíz de esta espiritualidad se encuentra en la «profunda humildad y la ardiente caridad que la distinguieron»8.
La obra de Santa María Mazzarello se expandió rápidamente. Ya en 1878, seis de las hermanas de Mornese fueron consideradas aptas para acompañar la segunda misión salesiana a los indígenas de Argentina2. Al año siguiente, la comunidad de Mornese había superado su capacidad, por lo que la casa madre fue trasladada a un antiguo convento capuchino en Nizza Monferrato2. María Mazzarello dejó su hogar con lágrimas, pero durante su vida se abrieron trece otros conventos de la congregación en Italia y Francia2. En sesenta años, el instituto contaría con más de 800 casas en todo el mundo2.
El trabajo principal de las Salesianas era la enseñanza, pero con el tiempo, cualquier obra para el bien de la juventud llegó a ocupar su atención y actividad2. El programa de los fundadores, «formar buenos cristianos y ciudadanos honrados», sigue siendo relevante en la situación social multicultural actual, llena de tensiones y desafíos9. Este programa llama a las Hijas de María Auxiliadora a ser testigos de esperanza en las muchas fronteras del mundo moderno, indicando con audacia misionera nuevas vías para la evangelización y el progreso humano, especialmente al servicio de las jóvenes generaciones9.
Espiritualidad y legado
La espiritualidad de Santa María Mazzarello se caracterizó por una profunda humildad y una ardiente caridad8. Su vida fue una donación a Dios vivida con humildad, mortificación y serenidad, manifestándose en una «maternidad de amor hacia miles de jovencitas»8. Ella encarnó la versión femenina de la enseñanza de Don Bosco, aplicando ambos la doctrina aprendida en la escuela del Maestro «manso y humilde de corazón» (Mateo 11, 29)8.
El Papa Juan Pablo II, en varias ocasiones, ha resaltado la figura de Santa María Mazzarello como un modelo a seguir. En 1981, con motivo del centenario de su muerte, destacó cómo María Mazzarello intuyó la santidad de Don Bosco desde su primer encuentro, exclamando: «¡Don Bosco es un santo, yo lo siento!»3. También señaló que María Mazzarello no temía decir a sus cohermanas: «Vivamos en la presencia de Dios y de… Don Bosco!»3.
El legado de Santa María Mazzarello se extiende a través de la presencia global de las Hijas de María Auxiliadora, quienes continúan su misión educativa con un enfoque en la juventud, especialmente los más pobres y marginados7,10. Su vida es un testimonio de cómo la fe, la caridad y la dedicación a los demás pueden transformar vidas y construir un futuro mejor.
Canonización y fiesta litúrgica
María Domenica Mazzarello fue beatificada el 20 de noviembre de 1938 por el Papa Pío XI5. Fue canonizada el 24 de junio de 1951 por el Papa Pío XII en la Basílica Vaticana5. Su fiesta litúrgica se celebra el 14 de mayo5.
Conclusión
Santa María Mazzarello, una humilde campesina que apenas sabía escribir, se convirtió en una cofundadora providencial y en la primera Superiora General de una de las congregaciones religiosas femeninas más grandes del mundo. Su vida es un faro de dedicación a Dios y al prójimo, especialmente a las jóvenes, y su espíritu salesiano de alegría, amabilidad y guía amorosa sigue inspirando a innumerables educadores y religiosas en todo el mundo. Su ejemplo nos recuerda que la verdadera sabiduría y la santidad no residen en los títulos académicos, sino en la profunda humildad, la ardiente caridad y la completa entrega a la voluntad de Dios.
Citas
Santa María Mazzarello, virgen, cofundadora de las Hijas de María Auxiliadora (a.D. 1881), Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 317. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11
Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 318. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18
Papa Juan Pablo II. Para la conmemoración del primer centenario de la muerte de Santa María Domenica Mazzarello (25 de abril de 1981) - Discurso (1981). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Juan Pablo II. 3 de septiembre de 1988: Beatificación de Laura Vicuña en Colle Don Bosco - Homilía (1988). ↩
Resumen biográfico, El Dicasterio para las Causas de los Santos. Maria Domenica Mazzarello (1837-1881) - Biografía (1951). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Pablo VI. Giulia Billiart (1751-1816) - Homilía (1969). ↩
Papa Juan Pablo II. Mensaje a las Hermanas de Nuestra Señora de los Dolores (22 de julio de 1999) (1999). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Juan Pablo II. A las Hijas de María, Auxilio Nuestro durante la visita a la Facultad Pontificia de Ciencias de la Educación «Auxilium» (31 de enero de 1992) - Discurso, § 6 (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Juan Pablo II. Al Instituto «Hijas de María Auxiliadora» (8 de noviembre de 2002) - Discurso (2002). ↩ ↩2
Dicasterio para las Causas de los Santos. Elisa Martinez: Decreto (2023). ↩