Santa María Reina
Santa María Reina es uno de los títulos más venerados de la Virgen María en la tradición católica, que resalta su dignidad real como Madre de Cristo Rey y su papel de intercesora universal. Este título, arraigado en la Escritura, la liturgia y el Magisterio de la Iglesia, fue proclamado solemnemente por el papa Pío XII en 1954 mediante la encíclica Ad Caeli Reginam. Representa la realeza espiritual de María, no como un poder terrenal, sino como una participación en la gloria de su Hijo, extendiendo su maternidad protectora sobre toda la humanidad. La devoción a Santa María Reina fomenta la confianza en su mediación y ha inspirado innumerables expresiones de piedad popular, iconografía y fiestas litúrgicas en todo el mundo, especialmente en España y América Latina.
Tabla de contenido
Orígenes teológicos
La teología de la realeza mariana se fundamenta en la comprensión de María como la nueva Eva, asociada íntimamente al plan salvífico de Dios. Desde los primeros siglos del cristianismo, la Iglesia ha reconocido en ella no solo a la Madre de Dios, sino también a una figura de autoridad espiritual derivada de su unión con Cristo.
Fundamentos bíblicos
La base bíblica del título de Reina para María se encuentra en varios pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento. En el libro del Apocalipsis (12,1), se describe a una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, imagen que la tradición patrística interpreta como la Virgen María en su dimensión escatológica y real. Esta visión evoca la realeza davídica, ya que el salmo 45,10 invita a la hija del rey a sentarse a la derecha del monarca, simbolizando el honor supremo.
Asimismo, el anuncio del ángel Gabriel en Lucas (1,32-33) proclama que el Hijo de María reinará sobre la casa de Jacob para siempre, lo que implica la elevación de la Madre al estatus de reina madre, similar a las figuras del Antiguo Testamento como Betsabé, madre del rey Salomón (1 Reyes 2,19). Estos textos subrayan que la realeza de María no es autónoma, sino participada en la de Cristo, el Rey universal.
Desarrollo en la tradición patrística y medieval
Los Padres de la Iglesia fueron pioneros en atribuir a María el título de Regina. Un fragmento atribuido a Orígenes del siglo III ya la llama «mi Señora» en el contexto de la Visitación, anticipando su soberanía. San Juan Damasceno, en el siglo VIII, afirma que al convertirse en Madre del Creador, María se tornó verdaderamente reina de todas las criaturas.
Durante la Edad Media, esta devoción se intensificó con himnos como el Salve Regina, que invoca a María como «nuestra vida, dulzura y esperanza». Teólogos como Santo Tomás de Aquino y San Bernardo de Claraval profundizaron en su rol como mediadora, enfatizando que su corona real simboliza la victoria sobre el pecado y la muerte, conquistada por su fiat al plan divino.
Proclamación dogmática
La Iglesia Católica ha elevado la realeza de María a un dogma implícito en su mariología, culminando en declaraciones papales que la definen con precisión teológica.
La encíclica Ad Caeli Reginam
En 1954, el papa Pío XII promulgó la encíclica Ad Caeli Reginam, que establece la fiesta de María Reina para el 31 de mayo, proclamando su queenship universal. El documento argumenta que este título no introduce una novedad doctrinal, sino que recoge la tradición antigua de la Iglesia y la liturgia. Pío XII explica que la realeza de María deriva de su maternidad divina: al ser Madre del Rey de reyes, participa en su gloria eterna, intercediendo por la humanidad desde el cielo.1
La encíclica cita profusamente la Escritura, los Padres y los concilios, rechazando cualquier noción de divinización de María y afirmando su subordinación a Cristo. Este acto magisterial respondió al deseo de los fieles y fortaleció la devoción mariana en un siglo marcado por conflictos mundiales, presentando a María como reina de la paz.
Declaraciones posteriores del Magisterio
Sucesivos pontífices han enriquecido esta doctrina. Pablo VI, en su mensaje de 1966 sobre Nuestra Señora de Guadalupe, asoció la realeza mariana al mes de mayo, destacando cómo María, coronada por Cristo, guía a la Iglesia hacia su Hijo.2 Juan Pablo II, en homilías como la de 1991 en Vitoria, describió a María como reina que contempla amorosamente a sus hijos en todo momento, pidiendo que reine en los corazones humanos.3 En 1993, durante la coronación de Nuestra Señora de los Milagros en La Rábida, Juan Pablo II recordó que la Trinidad gloriosa coronó a María en el cielo, extendiendo su maternidad a España y América.4
El Concilio Vaticano II, en Lumen gentium (n. 59), confirmó esta enseñanza, exaltando a María como reina para que se conforme plenamente a su Hijo, vencedor del pecado.5
Devoción y culto
La devoción a Santa María Reina se manifiesta en prácticas litúrgicas, populares y artísticas, fomentando una espiritualidad de entrega filial.
Fiestas litúrgicas y advocaciones
La fiesta principal de María Reina se celebra el 31 de mayo, aunque en algunos lugares se traslada al domingo siguiente a Pentecostés. En el calendario litúrgico español, esta solemnidad invita a la coronación simbólica de imágenes marianas, como en el caso de Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa en Ecuador, proclamada Reina de las Misiones por Juan XXIII en 1959.6
Otras advocaciones incluyen Nuestra Señora Reina de los Ángeles en Filipinas, donde Pío XII en 1954 elogió la devoción nacional al Rosario como reino de María.7 En México, la Virgen de Guadalupe es invocada como reina, conmemorando su coronación canónica en 1945 por Pío XII, quien la presentó como instrumento providencial para la fe en América.8 En España, el Pilar de Zaragoza es Patrona y Reina, bajo cuyo manto se bendijo la Archicofradía Eucarística en 1957.9
Iconografía y expresiones artísticas
En el arte sacro, María Reina aparece coronada, a menudo con el Niño Jesús en brazos o entronizada, como en las representaciones románicas y góticas de catedrales españolas. Pinturas renacentistas, como las de Murillo, la muestran con cetro y orbe, simbolizando su dominio sobre el universo creado. La corona de doce estrellas del Apocalipsis es un motivo recurrente, evocando su realeza apocalíptica.
En la escultura, imágenes como la de La Rábida o Guadalupe reciben coronas de oro donadas por fieles, actos de piedad que Juan Pablo II describió como signos de amor filial en 1993.4 Estas representaciones no solo embellecen templos, sino que inspiran la oración diaria, como el rezo del Rosario, bálsamo de paz familiar según Juan XXIII.6
Santa María Reina en la tradición hispana
En España y los países de habla hispana, la devoción a María Reina tiene raíces profundas, entrelazadas con la historia de la evangelización y la identidad cultural.
Influencia en España
Desde la Reconquista, María fue vista como reina protectora de la monarquía católica. El papa Pío XI en 1937 invocó a María bajo títulos locales para la paz en México, pero su mención a parroquias dedicadas resuena en la tradición española.10 En Sevilla, Nuestra Señora de los Reyes es venerada en la Catedral, como recordó Juan Pablo II en 1993, pidiendo su guía en el encuentro eucarístico.11
La coronación de imágenes, como la de Nuestra Señora de los Milagros en 1993, une a España con América, recordando el quinto centenario del descubrimiento y la estrella de la evangelización que es María.4 En Filipinas, herencia española, el reino de María se manifiesta en fiestas como el «Santo Encuentro» de Pascua.7
Expansión en América Latina
En América, el título de Reina se asocia a apariciones y milagros fundacionales. Pío XII en 1945 celebró el cincuentenario de la coronación de Guadalupe, destacando su rol en la fusión de culturas bajo la fe.8 Juan XXIII en 1959 coronó espiritualmente a Nuestra Señora de Agua Santa como Reina de las Misiones, invitando a una vida mariana de obediencia a Cristo.6 Pablo VI en 1966 extendió esta realeza a todo el continente, asociándola al triunfo de Cristo.2
Esta devoción ha medido la vitalidad católica por los sacrificios misioneros, como enfatizó Juan XXIII, y sigue viva en peregrinaciones y novenas que fortalecen la fe en tiempos de prueba.
Significado espiritual y actual
La realeza de Santa María Reina invita a los fieles a reconocerla como modelo de servicio humilde. Como afirma Juan Pablo II en su Carta a las Mujeres de 1995, para María «reinar es servir», convirtiéndose en don para la humanidad y guía en la vocación personal.12 Su corona no es de dominio, sino de intercesión omnipotente, moviendo el corazón de Cristo y poseyendo el de los hombres, según la tradición.13
En la era contemporánea, esta devoción contrarresta el individualismo, promoviendo la obediencia a la ley de Cristo y la oración familiar. El Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en su nota de 2025, advierte sobre interpretaciones erróneas de títulos marianos, reafirmando la cooperación única de María en la salvación sin equipararla a Cristo.14 Así, Santa María Reina permanece como faro de esperanza, reina de la paz en el reinado de Cristo.
Citas
Sobre la proclamación de la realeza de María, Papa Pío XII. Ad Caeli Reginam, § 6 (1954). ↩
Papa Pablo VI. Radiomensaje con motivo del homenaje de la Rosa de Oro al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (31 de mayo de 1966) - Discurso (1966). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. 19 de octubre de 1991: Misa para los fieles de la Archidiócesis de Vitoria, Brasil - Homilía (1991). ↩
Papa Juan Pablo II. Coronación de Nuestra Señora de los Milagros (Monasterio de La Rábida, 14 de junio de 1993) - Discurso (1993). ↩ ↩2 ↩3
Los cristianos miran a María Reina, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 23 de julio de 1997, § 1 (1997). ↩
Papa Juan XXIII. Radiomensaje a los fieles de Ecuador con motivo de los Congresos Mariano y Misionero (13 de diciembre de 1959) (1959). ↩ ↩2 ↩3
Papa Pío XII. Radiomensaje a los participantes en el Congreso Mariano Nacional de Filipinas (5 de diciembre de 1954) - Discurso (1954). ↩ ↩2
Papa Pío XII. Radiomensaje a los fieles mexicanos con motivo del 50 aniversario de la coronación canónica de la Virgen de Guadalupe (12 de octubre de 1945) - Discurso (1945). ↩ ↩2
Papa Pío XII. Radiomensaje con motivo del 50 aniversario de la Archicofradía de los Jueves Eucarísticos en España (17 de octubre de 1957) - Discurso (1957). ↩
Papa Pío XI. Firmissimam Constantiam, § 38 (1937). ↩
Papa Juan Pablo II. 12 de junio de 1993: Celebración Eucarística en la Catedral de la Archidiócesis de Sevilla - Homilía (1993). ↩
Papa Juan Pablo II. Carta del Papa Juan Pablo II a las Mujeres, § 10 (1995). ↩
Papa Juan XXIII. Radiomensaje al clero y al pueblo de Trieste con motivo de la bendición de la primera piedra del Santuario dedicado a la Santísima Virgen María, Madre y Reina (19 de septiembre de 1959) (1959). ↩
Introducción, Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Mater Populi fidelis - Nota Doctrinal sobre algunos Títulos Marianos referidos a la Cooperación de María en la Obra de la Salvación (4 de noviembre de 2025), § 2. ↩
