Santa Perpetua
Santa Perpetua fue una joven mártir cristiana del siglo III, cuya fe inquebrantable y testimonio heroico la han convertido en una figura venerada en la Iglesia Católica. Su historia, registrada en las Actas de los Mártires Perpetua y Felicidad, narra su arresto, encarcelamiento y ejecución en Cartago durante la persecución del emperador Septimio Severo en el año 203 d.C. Junto a su compañera Felicidad y otros cristianos, Perpetua enfrentó las torturas y la muerte en la arena, dejando un legado de valentía y fidelidad a Cristo que ha inspirado a generaciones de creyentes. La Iglesia conmemora su martirio el 7 de marzo.
Tabla de contenido
Vida Temprana y Conversión
Vibia Perpetua nació en Cartago, África del Norte, en el año 181 d.C., en el seno de una familia acomodada y de buena posición social1,2. Era una mujer joven, de unos veintidós años en el momento de su martirio, casada y madre de un hijo pequeño2. Su familia era mixta en cuanto a su fe: su padre era pagano, mientras que su madre y dos de sus hermanos eran cristianos, uno de ellos aún catecúmeno1,2. Un tercer hermano, Dinócrates, había fallecido a los siete años3,2.
Perpetua se había convertido al cristianismo y era una devota creyente, habiendo sido bautizada poco antes de su arresto1,2. Su fe era profunda y firme, lo que se manifestó en su determinación ante la oposición de su padre, quien intentó disuadirla de su propósito3,2. En una ocasión, su padre le suplicó que tuviera piedad de su hijo y de sus propias canas, pidiéndole que ofreciera un sacrificio por la prosperidad de los emperadores. Perpetua, sin embargo, se negó rotundamente, afirmando: «No puedo llamarme por otro nombre que el que soy: cristiana»3,2. Esta respuesta provocó la ira de su padre, quien fue golpeado por los guardias, un hecho que causó gran dolor a Perpetua3.
Arresto y Encarcelamiento
En el año 203 d.C., el emperador Septimio Severo emitió un edicto que prohibía a sus súbditos convertirse al cristianismo bajo severas penas1. Como consecuencia de este decreto, Perpetua fue arrestada en Cartago junto con otros cuatro catecúmenos: Revocato, su compañero de esclavitud Felicidad (quien estaba embarazada de ocho meses), Saturnino y Secúndulo1,2. Poco después, se unió a ellos Sáturo, quien voluntariamente se declaró cristiano ante el juez y fue encarcelado con ellos, actuando como su instructor en la fe1,2.
Las condiciones en la prisión eran extremadamente duras. Perpetua describió la oscuridad y el calor opresivo debido a la multitud, así como el trato rudo de los soldados1,2. Su angustia se incrementaba por la preocupación por su hijo pequeño, al que aún amamantaba1,3. Sin embargo, dos diáconos lograron sobornar al carcelero para que los cristianos encarcelados recibieran algunas comodidades y visitas1.
Durante su encarcelamiento, Perpetua experimentó varias visiones que fortalecieron su fe y la prepararon para el martirio1,3. En una de ellas, vio a su hermano Dinócrates, fallecido a los siete años, en un lugar oscuro y sediento. Después de orar fervientemente por él, tuvo otra visión en la que Dinócrates aparecía refrescado y feliz, lo que la llevó a creer que sus oraciones habían aliviado su sufrimiento3.
El Martirio en la Arena
El martirio de Santa Perpetua y sus compañeros tuvo lugar el 7 de marzo del año 203 d.C., durante los juegos militares celebrados en honor al cumpleaños del emperador Geta4,1,3. Secúndulo, uno de los catecúmenos, falleció en prisión antes de la ejecución1,3. Felicidad, que estaba embarazada, temía no poder sufrir el martirio junto a los demás, ya que la ley prohibía la ejecución de mujeres encinta1,5. Sin embargo, dos días antes de los juegos, dio a luz a una niña, que fue adoptada por una mujer cristiana, permitiéndole así unirse a sus compañeros en el martirio1,5.
El día de su triunfo, los mártires salieron de la prisión con alegría, «como si fueran de camino al Cielo»5. Al llegar a las puertas del anfiteatro, los guardias intentaron obligar a los hombres a vestir las túnicas de los sacerdotes de Saturno y a las mujeres el atuendo consagrado a Ceres. Perpetua se resistió enérgicamente, y el oficial les permitió entrar en la arena vestidos como estaban5.
El Combate con las Fieras
En la arena, los mártires fueron sometidos a la flagelación, tal como lo exigía la multitud pagana1,5. Luego, un jabalí, un oso y un leopardo fueron lanzados contra los hombres, y una vaca salvaje contra las mujeres1,5.
Perpetua fue la primera en ser lanzada por la vaca, cayendo de espaldas4,6. Con gran pudor, se levantó y se cubrió la túnica rasgada. Luego, se arregló el cabello para no parecer que estaba de luto en su gloria4,6. Al ver a Felicidad herida, Perpetua se acercó, le dio la mano y la ayudó a levantarse4,6. Ambas se mantuvieron juntas, y ante la calma de la multitud, fueron retiradas temporalmente a la puerta Sanavivaria4,6. En ese momento, Perpetua, como si despertara de un éxtasis, preguntó cuándo serían llevadas a luchar contra la vaca, sin creer lo que ya había sucedido hasta que vio las marcas de las heridas en su cuerpo y ropa4,6.
Sáturo, por su parte, fue atacado por un leopardo y herido gravemente4,7. Antes de morir, exhortó a un soldado llamado Pudens a mantener la fe, entregándole un anillo empapado en su sangre como recuerdo4,7.
La Ejecución Final
Finalmente, los mártires fueron reunidos en el centro de la arena para ser ejecutados con la espada4,7. Se dieron el beso de paz antes de recibir el golpe final4,7. Se dice que Perpetua, al ver al joven gladiador temblar, guio la espada a su propia garganta, gritando de dolor, como si una mujer tan grande no pudiera ser asesinada a menos que ella misma lo quisiera4,7.
Sus cuerpos fueron enterrados en Cartago4,1.
Culto y Legado
El martirio de Santa Perpetua y sus compañeros dejó una huella profunda en la Iglesia primitiva. Sus Actas, que incluyen los propios relatos de Perpetua y Sáturo, son consideradas uno de los documentos hagiográficos más importantes y conmovedores de la antigüedad cristiana1,2. En el siglo IV, estas actas se leían públicamente en las iglesias de África y eran tan apreciadas que San Agustín tuvo que advertir contra su equiparación con las Sagradas Escrituras2.
La Iglesia Católica conmemora la fiesta de Santa Perpetua y Santa Felicidad el 7 de marzo, el día de su martirio4,1. Sus nombres aparecen en calendarios y martirologios antiguos, como el calendario filocaliano de Roma del año 354 y el calendario siríaco de Antioquía4,1. Su historia se difundió ampliamente y se convirtió en un modelo de fe inquebrantable y valentía ante la persecución, inspirando a numerosos cristianos a lo largo de los siglos1.
Bibliografía
Butler, Alban. Lives of the Saints: Volume I.
Butler, Alban. Lives of the Saints: Volume III.
Catholic Encyclopedia, Sts. Felicitas and Perpetua. The Encyclopedia Press.
Tertuliano. La Pasión de los Mártires Perpetua y Felicitas.
Citas
Sts. Felícitas y Perpetua, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Sts. Felícitas y Perpetua. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21
B6: Ss. Perpetua, Felícitas y sus compañeras, mártires (d.C. 203), Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 508. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12
Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 510. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 513. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 512. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Argumento. Desde la prisión son llevados con alegría al anfiteatro, especialmente Perpetua y Felícitas. Todos se niegan a ponerse vestiduras profanas. Son azotados, son arrojados a las fieras. Saturus dos veces sale ileso. Perpetua y Felícitas son derribadas; son llamadas de vuelta a la puerta sanavivariana. Saturus, herido por un leopardo, exhorta al soldado. Se besan unos a otros, y son muertos a espada, Quintus Septimius Florens Tertullianus (Tertuliano de Cartago). La Pasión de las Santas Mártires Perpetua y Felícitas, §Capítulo 6. 3 (203). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Argumento. Desde la prisión son llevados con alegría al anfiteatro, especialmente Perpetua y Felícitas. Todos se niegan a ponerse vestiduras profanas. Son azotados, son arrojados a las fieras. Saturus dos veces sale ileso. Perpetua y Felícitas son derribadas; son llamadas de vuelta a la puerta sanavivariana. Saturus, herido por un leopardo, exhorta al soldado. Se besan unos a otros, y son muertos a espada, Quintus Septimius Florens Tertullianus (Tertuliano de Cartago). La Pasión de las Santas Mártires Perpetua y Felícitas, §Capítulo 6. 4 (203). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5