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Santa Zita

Santa Zita
Santa Zita de Arnould de Vuez en el museo del Hospicio Comtesse en Lille (Norte). Original, Velvet, Arnould de Vuez, CC BY-SA 3.0 📄

Santa Zita es venerada en la Iglesia Católica como patrona de los trabajadores domésticos, sirvientes, limpiadores, camareros y otros oficios relacionados con el servicio, debido a su vida ejemplar de humildad, diligencia y devoción a Dios a través del servicio a los demás. Nacida en el siglo XIII en Italia, Zita dedicó su vida al trabajo doméstico, transformando tareas sencillas en actos de santidad y caridad. Su paciencia ante las adversidades, su generosidad con los pobres y su inquebrantable fe la convirtieron en un modelo de servicio cristiano, inspirando a generaciones a ver el valor espiritual en el trabajo cotidiano.

Tabla de contenido

Vida Temprana y Servicio Doméstico

Santa Zita nació a principios del siglo XIII en Montsegradi, un pequeño pueblo cerca de Lucca, en la Toscana, Italia, en una familia pobre pero piadosa1,2. Desde temprana edad, su carácter se formó por una disposición naturalmente feliz y las enseñanzas de su virtuosa madre, quienes, con la ayuda de la gracia divina, cultivaron en ella dulzura, modestia y una aplicación constante y concienzuda al trabajo1. Se dice que para la joven Zita, bastaba que su madre dijera «Esto agrada a Dios» o «Eso desagradaría a Dios» para asegurar su obediencia inmediata2.

A la edad de doce años, Zita entró al servicio de la rica familia Fatinelli en Lucca, donde trabajó como sirvienta doméstica3,1,2. Su piedad y la exactitud con la que cumplía sus deberes domésticos eran notables, pues consideraba que servía a Dios más que a los hombres1. A pesar de su diligencia y su disposición a suplir las deficiencias de sus compañeros, inicialmente fue objeto de maltrato y acusaciones tanto por parte de sus compañeros de servicio como de sus empleadores3,1,2. Sin embargo, el maltrato incesante no logró privarla de su paz interior, su amor por quienes la maltrataban y su respeto por sus empleadores1.

Virtudes y Milagros

La paciencia y la humildad de Zita fueron inquebrantables. Soportó las pruebas sin quejarse y gradualmente superó la hostilidad del hogar2. Con el tiempo, su bondad, integridad y devoción le ganaron el respeto de sus empleadores y compañeros de servicio3. Su maestro y su señora llegaron a darse cuenta del tesoro que poseían en Zita, y ella fue puesta a cargo de todos los asuntos de la casa1,2.

En su posición de autoridad sobre los demás sirvientes, Zita los trató a todos con amabilidad, sin exigirles cuentas por los agravios que le habían causado durante tantos años1. Siempre fue circunspecta y solo severa cuando se trataba de evitar la introducción del vicio entre los sirvientes1. Si alguno de ellos cometía faltas, ella se encargaba de excusarlos o defenderlos ante sus empleadores1.

Zita era conocida por su profunda piedad, amabilidad y generosidad con los pobres3. A menudo distribuía su propia comida o recursos para ayudar a los necesitados3,2. Se levantaba durante la noche para orar y asistía diariamente a la primera Misa en la iglesia de San Frediano2. Se cuenta que, en una ocasión, su maestro, Pagano, quiso inspeccionar la reserva de frijoles, pensando que podría venderlos bien. Zita, por compasión, había hecho considerables incursiones en los frijoles para dárselos a los pobres. Tembló de miedo y elevó una ferviente oración al Cielo. Sin embargo, no se detectó ninguna disminución en el almacén, lo que sugirió una reposición milagrosa4,2.

Otro milagro notable ocurrió en una víspera de Navidad, cuando Zita insistió en ir a la iglesia a pesar del frío. Su amo le prestó su abrigo de piel, pidiéndole que no lo perdiera. En la entrada de San Frediano, encontró a un hombre escasamente vestido que tiritaba de frío. Zita, movida por la compasión, le puso el abrigo sobre los hombros, diciéndole que podía conservarlo hasta que ella saliera de la iglesia. Al terminar el servicio, ni el hombre ni el abrigo estaban por ninguna parte. Zita regresó a casa desanimada y se encontró con los reproches de Pagano. Horas más tarde, mientras se sentaban a cenar, un extraño apareció en la puerta de la habitación, llevando el abrigo de piel que le entregó a Zita. El amo y la criada le hablaron con avidez, pero él desapareció tan repentinamente como había llegado, dejando una maravillosa alegría celestial en los corazones de todos los que lo habían visto. Desde ese día, la gente de Lucca dio el nombre de «La Puerta del Ángel» al portal de San Frediano donde Santa Zita conoció al extraño4.

Zita creía firmemente que «Un sirviente no es bueno si no es trabajador: la piedad perezosa en personas de nuestra posición es una piedad falsa»2.

Patronazgo e Influencia

Santa Zita es la patrona de los trabajadores domésticos, amas de casa y sirvientes debido a su vida de humilde servicio y dedicación3,1. También es considerada patrona de los conserjes, debido a su vida ejemplar de humildad, trabajo duro y dedicación al servicio de los demás, elevando las tareas humildes a actos de santidad5. Del mismo modo, es reconocida como patrona de los camareros y trabajadores del sector servicios por su ética de trabajo excepcional, amabilidad y compasión6.

El Papa Juan Pablo II, en un discurso a los miembros de la asociación Api-Colf en 1979, recordó a los trabajadores domésticos el ejemplo de Santa Zita, quien se santificó sirviendo humildemente con dedicación amorosa y completa7. Exhortó a los trabajadores a amar su trabajo y a las personas con las que colaboran, citando las palabras de San Pablo: «Todo lo que hagáis, de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Col 3:17) y «Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la herencia como recompensa» (Col 3:23-24)7.

Después de su muerte, se obraron numerosos milagros por su intercesión, lo que llevó a su veneración como santa en la región de Lucca1. Los poetas Fazio degli Uberti y Dante Alighieri incluso se refirieron a la ciudad de Lucca simplemente como «Santa Zita»1.

Muerte y Canonización

Santa Zita murió pacíficamente el 27 de abril de 12711. Otras fuentes indican que falleció el 27 de abril de 1278, a la edad de sesenta años, habiendo servido a la misma familia durante cuarenta y ocho años4,2. Su cuerpo yace en la iglesia de San Frediano en Lucca, a la que asistió regularmente durante la mayor parte de su vida4.

En 1580, su tumba fue descubierta en la Iglesia de San Frediano, lo que sugirió la aprobación solemne de su culto1. Esta aprobación fue concedida por el Papa Inocencio XII en 16961. La biografía más antigua de la santa se conserva en un manuscrito anónimo de la familia Fatinelli, publicado en Ferrara en 16881.

Citas

  1. Santa Zita, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Santa Zita. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17

  2. San Esteban de Pechersk, obispo de Vladímir (d.C. 1094), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 177. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  3. Sirvientes domésticos - Zita, Magisterium AI. Santos Patronos en la Iglesia Católica, §Sirvientes domésticos (2024). 2 3 4 5 6

  4. Bto. Pedro Armengol (d.C. 1304), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 178. 2 3 4

  5. Conserjes - Zita, Magisterium AI. Santos Patronos en la Iglesia Católica, §Conserjes (2024).

  6. Camareros - Zita, Magisterium AI. Santos Patronos en la Iglesia Católica, §Camareros (2024).

  7. Papa Juan Pablo II. A los miembros de la asociación Api-Colf (29 de abril de 1979) - Discurso (1979). 2