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Cruz

Santo Sudario

Santo Sudario
Dominio Público.

El Santo Sudario, más conocido como el Sudario de Turín, es una de las reliquias más enigmáticas y veneradas del cristianismo. Se trata de una tela de lino que, según la tradición, envolvió el cuerpo de Jesucristo después de su crucifixión y sepultura. La tela presenta la tenue pero distintiva imagen frontal y dorsal de un hombre que ha sufrido una crucifixión, con marcas que coinciden con los relatos evangélicos de la Pasión de Jesús. Aunque la Iglesia Católica no ha declarado su autenticidad como artículo de fe, reconoce su profundo valor como un poderoso espejo del Evangelio y una icono del amor sufriente de Cristo, invitando a la reflexión y a la conversión.

Tabla de contenido

Origen y Trazabilidad Histórica

El Santo Sudario que se conserva en Turín tiene una historia documentada que se remonta al siglo XIV1. Se tiene noticia de su presencia en Lirey, en la diócesis de Troyes, alrededor del año 1360. En 1453, la reliquia se encontraba en Chambéry, Saboya, donde en 1532 estuvo a punto de ser destruida por un incendio. Este evento dejó una serie uniforme de marcas carbonizadas en los pliegues de la tela a ambos lados de la imagen1. Desde 1578, el Sudario ha permanecido en Turín, donde se expone para la veneración de los fieles a largos intervalos1.

A lo largo de la historia, la autenticidad del Sudario de Turín ha sido asumida en diversas declaraciones de la Santa Sede1. Por ejemplo, en 1506, el Papa Julio II aprobó un Oficio y una Misa «de Sancta Sindone» en la bula «Romanus Pontifex», refiriéndose a ella como «esa famosísima Sábana Santa (præclarissima sindone) en la que nuestro Salvador fue envuelto cuando yacía en el sepulcro y que ahora se conserva honorable y devotamente en un relicario de plata»1. El mismo pontífice también hizo mención de tratados de su predecesor, Sixto IV, donde se afirmaba que en el Sudario «los hombres pueden contemplar la verdadera sangre y el retrato de Jesucristo mismo»1.

Es importante señalar que existieron otras sábanas en diferentes lugares que también afirmaban ser el auténtico sudario de Jesús, como las de Besançon, Cadouin o Champiègne. Sin embargo, no fue hasta finales del siglo XIX cuando se produjo un desafío significativo a la autenticidad de la reliquia de Turín1.

El Sudario como Desafío a la Inteligencia y Objeto de Estudio Científico

El Santo Sudario representa un desafío a la inteligencia humana, exigiendo a todas las personas, especialmente a los investigadores, que capten humildemente el profundo mensaje que envía a la razón y a la vida2. Su misteriosa fascinación impulsa a plantear preguntas sobre la tela sagrada y la vida histórica de Jesús2.

La Iglesia Católica, al no ser una cuestión de fe, no tiene una competencia específica para pronunciarse sobre estas cuestiones históricas o científicas2. Por ello, confía a los científicos la tarea de continuar investigando para encontrar respuestas satisfactorias a las preguntas relacionadas con esta Sábana, que, según la tradición, envolvió el cuerpo de nuestro Redentor después de ser bajado de la cruz2. La Iglesia insta a que el Sudario sea estudiado con libertad interior y respeto atento tanto por la metodología científica como por las sensibilidades de los creyentes, evitando posiciones preestablecidas que den por sentados resultados que no lo son2.

Un hito importante en el estudio científico del Sudario ocurrió en 1898, cuando se permitió fotografiarlo durante una exposición solemne. La revelación de que la imagen en el lino era aparentemente un negativo fotográfico causó una gran sensación1. Esto significaba que el negativo fotográfico de la imagen ofrecía una representación más reconocible de un rostro humano que la propia tela o cualquier impresión positiva. En el negativo fotográfico, las luces y las sombras eran naturales, mientras que en el lino o la impresión, estaban invertidas1. Tres años después, el Dr. Paul Vignon propuso que la impresión en el Sudario era un «vaporigrafo» causado por las emanaciones amoniacales que irradiaban de la superficie del cuerpo de Cristo después de una muerte tan violenta1.

El Sudario como Espejo del Evangelio y Mensaje Teológico

Para el creyente, el valor primordial del Sudario reside en que es un espejo del Evangelio2. Al reflexionar sobre la tela sagrada, es ineludible la profunda relación que la imagen presenta con lo que los Evangelios narran sobre la pasión y muerte de Jesús2. Aquellos que se acercan al Sudario son conscientes de que no retiene los corazones para sí mismo, sino que los dirige hacia Cristo, a cuyo servicio la providencia amorosa del Padre lo ha puesto2. Es, por tanto, un signo verdaderamente único que apunta a Jesús, la verdadera Palabra del Padre, y nos invita a modelar nuestras vidas según la vida de Aquel que se entregó por nosotros2.

El Santo Sudario es también una icono del misterio del Sábado Santo3. Representa la mortaja que envolvió el cuerpo de un hombre crucificado, con características que corresponden a los relatos evangélicos de la crucifixión y muerte de Jesús3. Desde el momento en que Jesús fue sepultado hasta el amanecer del día después del Sábado, su cuerpo permaneció en el sepulcro. El Sudario de Turín nos presenta una imagen de cómo yacía su cuerpo durante ese período, que, aunque cronológicamente breve, es inmenso e infinito en su valor y significado3. Este «testigo mudo, pero al mismo tiempo sorprendentemente elocuente»4 nos lleva al corazón del misterio pascual: la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo4,5.

El Amor de Dios y el Pecado Humano

El Sudario es una imagen del amor de Dios y también del pecado humano2. Nos invita a redescubrir la razón última de la muerte redentora de Jesús. En el sufrimiento incomparable que documenta, el amor de Aquel que «tanto amó al mundo que dio a su Hijo unigénito» (Jn 3,16) se hace casi tangible y revela sus asombrosas dimensiones2. Ante su presencia, los creyentes solo pueden exclamar con toda verdad: «¡Señor, no pudiste amarme más!», e inmediatamente darse cuenta de que el pecado es responsable de ese sufrimiento: los pecados de cada ser humano2. Al hablarnos de amor y pecado, el Sudario nos invita a todos a grabar en nuestro espíritu el rostro del amor de Dios y a eliminar de él la tremenda realidad del pecado2. La contemplación de ese Cuerpo torturado ayuda al hombre contemporáneo a liberarse de la superficialidad del egoísmo con el que con frecuencia trata el amor y el pecado2.

El Sufrimiento Humano y la Esperanza de la Resurrección

La imagen del sufrimiento humano se refleja en el Sudario2. Recuerda al hombre moderno, a menudo distraído por la prosperidad y los logros tecnológicos, la trágica situación de sus muchos hermanos y hermanas, y lo invita a cuestionarse sobre el misterio del sufrimiento para explorar sus causas2. La huella dejada por el cuerpo torturado del Crucificado, que atestigua la tremenda capacidad humana de causar dolor y muerte al prójimo, se erige como un icono del sufrimiento de los inocentes en todas las épocas2. Ante el Sudario, es imposible no pensar en los millones de personas que mueren de hambre, en los horrores cometidos en las guerras, en la brutal explotación de mujeres y niños, y en los millones de seres humanos que viven en la miseria y la humillación2.

El Sudario nos muestra a Jesús en el momento de su mayor indefensión y nos recuerda que en el abatimiento de esa muerte reside la salvación del mundo entero2. Se convierte así en una invitación a afrontar toda experiencia, incluida la del sufrimiento y la indefensión extrema, con la actitud de quienes creen que el amor misericordioso de Dios supera toda pobreza, toda limitación y toda tentación a la desesperación2. La fe nos da la certeza de que la tumba no es el objetivo final de la existencia; Dios nos llama a la resurrección y a la vida inmortal2.

El Silencio del Sudario

El Sudario es también una imagen de silencio2. Existe un silencio trágico de incomunicabilidad, que encuentra su mayor expresión en la muerte, y existe el silencio de la fecundidad, que pertenece a quien se abstiene de ser escuchado exteriormente para ahondar en las raíces de la verdad y la vida2. El Sudario expresa no solo el silencio de la muerte, sino también el silencio valiente y fecundo del triunfo sobre lo transitorio, a través de la inmersión total en el presente eterno de Dios2. Ofrece así una conmovedora confirmación de que la omnipotencia misericordiosa de nuestro Dios no está restringida por ningún poder del mal, sino que sabe cómo hacer que el mismo poder del mal contribuya al bien2. Nuestra época necesita redescubrir la fecundidad del silencio para superar la disipación de sonidos, imágenes y charlas que con demasiada frecuencia impiden que se escuche la voz de Dios2.

La Veneration del Santo Sudario en la Tradición Católica

La veneración del Santo Sudario en la Iglesia Católica no es un acto de adoración hacia la tela misma, sino una profunda reverencia por lo que representa: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo6. La Iglesia anima a los fieles a contemplar esta «extraordinaria testimonio del sufrimiento de Cristo»6 como un medio para comprender mejor el misterio del amor de Dios2.

La presencia real de Cristo en la Eucaristía es el foco central de la atención de la Iglesia, y en su luz, el Sudario ayuda a comprender el misterio del amor del Hijo de Dios2,7. Así como los objetos sagrados utilizados en la celebración de la Pasión del Señor deben ser venerados con el mismo asombro que el cuerpo y la sangre de Cristo debido a su asociación con ellos8, el Sudario, aunque no es un sacramento, es una reliquia que nos conecta de manera tangible con el evento salvífico de la Pasión9.

La tradición católica ha fomentado la conciencia del valor precioso de esta imagen que nadie puede explicar actualmente, considerándola una razón para una profunda reflexión que puede incluso involucrar la vida de una persona2. El Sudario es un recordatorio de que la fuente de toda vida cristiana es la redención obtenida por el Salvador, quien por nosotros asumió nuestra condición humana, sufrió, murió y resucitó6.

Conclusión

El Santo Sudario de Turín, con su imagen enigmática y su profunda resonancia con los relatos evangélicos de la Pasión, se presenta como un signo único y conmovedor que invita a la reflexión, a la fe y a la conversión2. Aunque su autenticidad histórica es un tema de investigación científica y no de dogma de fe, su valor espiritual es innegable. La Iglesia lo reconoce como un «espejo del Evangelio» y una «icono del sufrimiento y el amor, de la muerte y la vida inmortal»6, que dirige los corazones de los creyentes hacia Cristo y su sacrificio redentor2. En su silencio elocuente, el Sudario nos llama a confrontar el misterio del sufrimiento, a reconocer el amor infinito de Dios y a vivir una vida arraigada en la esperanza de la resurrección.

Citas

  1. La Sábana Santa (de Turín), The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §La Sábana Santa (de Turín). 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  2. Papa Juan Pablo II. Visita Pastoral a Vercelli y Turín: Discurso en la Catedral de Turín ante la Sábana Santa (24 de mayo de 1998) - Discurso (1998). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

  3. Visita Pastoral a Turín: Veneración de la Sábana Santa en la Catedral de Turín - Meditación del Santo Padre, Papa Benedicto XVI. Visita Pastoral a Turín: Veneración de la Sábana Santa en la Catedral de Turín - Meditación del Santo Padre (2 de mayo de 2010) (2010). 2 3

  4. Papa Juan Pablo II. 13 de abril de 1980: Visita pastorale alla diocesi di Torino - Homilía, § 6 (1980). 2

  5. Papa Juan Pablo II. 13 de abril de 1980: Visita pastorale alla diocesi di Torino - Homilía (1980).

  6. Visita Pastoral a Vercelli y Turín: Beatificación de Teresa Bracco, Giovanni Maria Boccardo y Teresa Grillo Michel, Papa Juan Pablo II. Visita Pastoral a Vercelli y Turín: Beatificación de Teresa Bracco, Giovanni Maria Boccardo y Teresa Grillo Michel (24 de mayo de 1998), § 5 (1998). 2 3 4

  7. Un Ejemplo de la Práctica Contemporánea de la Exposición del Santísimo Sacramento, Reinhard Hütter. Adoración Eucarística en la Presencia Personal de Cristo: Explicitando el Misterio de la Fe por Medio de la Contemplación Metafísica, § 7.

  8. Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Carta 114 - A Teófilo, § 2 (405).

  9. Papa Juan Pablo II. A los peregrinos de Turín (30 de noviembre de 1980) - Discurso (1980).