Satanás
Satanás, también conocido como el diablo o el maligno, es una figura central en la doctrina católica, representando un ser espiritual creado bueno por Dios que, por su propia elección libre e irrevocable, se rebeló contra Él. La Iglesia enseña que Satanás es un ángel caído, el «príncipe de este mundo», cuya existencia es una realidad personal y no meramente un símbolo del mal abstracto. Su influencia se manifiesta en la tentación y el intento de desviar a la humanidad del plan de salvación divina, aunque su poder está limitado por Dios y ha sido definitivamente derrotado por Cristo. Los fieles son llamados a la vigilancia y a la lucha espiritual, utilizando las armas de la fe, la oración y los sacramentos para resistir sus engaños.
Tabla de contenido
Origen y Caída de Satanás
La enseñanza católica sobre Satanás establece que este ser no fue creado malo por Dios, sino que era originalmente un ángel bueno y lleno de belleza1,2. El Concilio de Letrán IV (1215) afirmó dogmáticamente que el diablo y los demás demonios fueron creados buenos por Dios, pero se hicieron malos por su propia acción1,2,3. Esta «caída» se describe como un rechazo libre y radical de Dios y de su Reino, usurpando sus derechos soberanos4,3.
Los Padres de la Iglesia, como San Gregorio Nacianceno, San Basilio, San Juan Crisóstomo y San Agustín, enseñaron firmemente que Satanás y los demonios fueron criaturas de Dios, inicialmente buenas, que no permanecieron en la verdad y se rebelaron contra el Señor2. San Agustín, en su Comentario literal al Génesis, y San Juan Damasceno, en su segunda obra, explican que los ángeles transgresores, incluido su líder, el diablo, se hicieron malvados por su transgresión5. La iniquidad se encontró en él, a pesar de haber sido perfecto en sus caminos desde el día de su creación, como se menciona en Ezequiel 28:12-155.
Esta rebelión no transformó su sustancia en una naturaleza contraria, sino que lo separó del bien supremo al que debería haberse adherido2. El pecado de Satanás, según la Escritura y la Tradición, consistió en una elección irrevocable contra Dios, dando origen a la existencia del infierno4. Su envidia fue el motor detrás de la desobediencia de nuestros primeros padres, llevándolos a la muerte1.
Naturaleza y Acciones de Satanás
Satanás es un ser espiritual viviente, pervertido y corruptor2. No es una fuerza abstracta del mal, sino una persona real que nos asalta6. La Biblia y la Tradición de la Iglesia lo identifican como un ángel caído, también llamado «diablo» o «demonio»1. Jesús mismo se refirió a Satanás como el «príncipe de este mundo» y nos enseñó a pedir diariamente en el Padrenuestro que se nos «libre del mal», refiriéndose al «maligno» como un ser personal7,6.
La habilidad de Satanás en el mundo es inducir a los hombres a negar su existencia en nombre del racionalismo o de cualquier otro sistema de pensamiento que busque excusas para no admitir su obra3. Sin embargo, la convicción de que este poder maligno está presente nos ayuda a comprender la fuerza destructiva del mal6.
La Tentación de la Humanidad
Desde el principio, Satanás ha buscado asociar a los seres humanos con su revuelta contra Dios4. En el Paraíso, la serpiente, identificada con Satanás, sedujo a la humanidad con una falsa divinización, sugiriendo que podían ser como Dios por sus propios medios y sin Él, proponiendo que la medida de la bondad residía en ellos mismos y no en Dios8. Este acto de engaño llevó al pecado original y a la entrada de la muerte en la historia humana8,3.
Satanás intenta trasplantar en el hombre una actitud de rivalidad, insubordinación y oposición a Dios3. Las tentaciones que enfrentamos son parte de esta lucha, y el diablo no puede forzar nuestro consentimiento, ya que su poder está limitado por Dios2.
La Lucha Espiritual
La vida cristiana es una batalla constante contra el espíritu del mal3,9. Aquellos que no reconocen esta realidad están expuestos al fracaso o la mediocridad en su camino hacia la santidad9. El diablo está presente y actúa en formas extremas de maldad, pero su acción es más evidente en la vida de los santos, donde se ve obligado a manifestarse «a la luz»10.
La Iglesia nos invita a estar vigilantes y a resistir las artimañas del diablo9. Las armas poderosas que el Señor nos ha dado para esta batalla espiritual incluyen:
Es crucial no dialogar con el diablo10. Jesús, en el desierto, no conversó con él, sino que lo confrontó con la Palabra de Dios10. De manera similar, los cristianos deben elevar su corazón al Señor y rezar a la Virgen María para desterrar las tentaciones10.
Victoria de Cristo sobre Satanás
A pesar de la maligna influencia de Satanás, la fe católica enseña que la victoria sobre él ya ha sido ganada por Cristo7,4. El anuncio del Reino de Dios es siempre una victoria sobre el diablo3. En la cruz, Cristo derrotó para siempre el poder del «príncipe de este mundo»10. El diablo está «atado, como un perro con cadena; no puede morder a nadie excepto a aquellos que, desafiando el peligro, se acercan a él»10. Puede ladrar y tentar, pero solo puede morder a quienes lo desean10.
La última petición del Padrenuestro, «líbranos del mal», es una oración a Dios para que manifieste la victoria ya obtenida por Cristo sobre Satanás, el ángel que se opone personalmente a Dios y a su plan de salvación7.
Conclusión
Satanás es una realidad personal en la fe católica, un ángel creado bueno que se rebeló contra Dios por su propia elección. Su objetivo es desviar a la humanidad del bien, pero su poder está limitado por Dios y ha sido definitivamente vencido por Jesucristo. La Iglesia llama a los fieles a una lucha espiritual constante, utilizando la fe, la oración y los sacramentos como medios para resistir sus tentaciones y permanecer firmes en el camino de la santidad. Reconocer la existencia y la acción de Satanás no es exagerar su importancia, sino prepararse para la batalla espiritual y confiar en la victoria de Cristo.
Citas
Sección dos I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 391. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Sin concesiones - Triunfo sobre el mal, Congregación para la Doctrina de la Fe. Fe cristiana y demonología (1975). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Juan Pablo II. Audiencia general del 13 de agosto de 1986 (1986). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Parte uno - La profesión de fe. Capítulo uno - Creo en Dios Padre. La caída, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 74 (2005). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Capítulo XIX - Sobre la distinción de las sustancias espirituales según la enseñanza sagrada, Tomás de Aquino. De Angelis seu de Substantiis Separatis (Sobre los Ángeles, o sobre las Sustancias Separadas), § 109 (1256). ↩ ↩2
Capítulo cinco - Combate y vigilancia - Más que un mito, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 160 (2018). ↩ ↩2 ↩3
Sección dos la oración del Señor, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2864. ↩ ↩2 ↩3
Parte uno - La fe de la Iglesia - III. Creemos en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, y en nuestro Salvador Jesucristo, y en el Espíritu Santo, el Señor, dador de vida - A. El creador y su creación - 3. La humanidad—la corona de la creación - 2) la caída de la humanidad, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 145 (2016). ↩ ↩2
Capítulo cinco - Combate y vigilancia - Alerta y confiado, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 162 (2018). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11
Papa Francisco. Audiencia general del 25 de septiembre de 2024 - Ciclo de Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al pueblo de Dios hacia Jesús nuestra esperanza. 7. Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto. El Espíritu Santo, nuestro aliado en la lucha contra el espíritu del mal (2024). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7