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Segundo libro de las Crónicas

Segundo libro de las Crónicas
2 Crónicas 5,13 (Traducción de Martín Lutero) v.13. Y sucedía, como si fuera uno solo el que trompeteaba y cantaba, como si se oyera una voz para alabar y dar gracias al Señor. Y cuando la voz se elevó de las trompetas, címbalos y otros instrumentos de cuerda, y de la (verdadera) alabanza al Señor, porque es bueno y su misericordia perdura para siempre (Salmo CXXXVI, 1 y sig.), entonces la Casa del Señor fue llena de una nube. Con la anotación marginal autógrafa de Johann Sebastian Bach N[ota] B[ene]: En la música devota, Dios está siempre presente con su gracia. Del ejemplar de Johann Sebastian Bach de la Biblia de Calov en posesión del Concordia Seminary en St. Louis, Missouri - http://bach.csl.edu/media/calov. Dominio Público.

El Segundo Libro de las Crónicas forma parte del Antiguo Testamento de la Biblia católica y narra la historia del reino de Judá desde el reinado de Salomón hasta el exilio babilónico, con un enfoque especial en el Templo de Jerusalén, el culto divino y la fidelidad de los reyes a Yahvé. Escrito probablemente en el siglo IV a. C. por un autor anónimo, conocido como el Cronista, este libro complementa los relatos de los Libros de los Reyes, pero con una perspectiva teológica que resalta la providencia de Dios y la importancia de la observancia religiosa para la prosperidad del pueblo. En la tradición católica, se considera un texto inspirado que ilustra la alianza entre Dios e Israel, invitando a los fieles a reflexionar sobre la obediencia y la oración en la vida cotidiana. Este artículo explora su composición, estructura, temas principales y relevancia en la doctrina eclesial.

Tabla de contenido

Título y nombres alternativos

El Segundo Libro de las Crónicas, en latín conocido como II Paralipómenon o Liber Secundus Paralipomenon, recibe su nombre de la tradición de la Vulgata, la versión latina de la Biblia autorizada por la Iglesia católica. El término «Paralipómenon» deriva del griego paraleipomena, que significa «cosas omitidas», sugiriendo que este libro suple detalles ausentes en los Libros de Samuel y Reyes. Sin embargo, según la interpretación de San Jerónimo, el título alude más bien a un «epítome del Antiguo Testamento», es decir, un resumen selectivo de la historia sagrada que omite elementos no esenciales para su propósito teológico.

En la tradición hebrea, tanto el Primer como el Segundo Libro de las Crónicas se denominan colectivamente Dibré Hayyamim, que se traduce como «Palabras de los días» o «Anales», evocando crónicas reales o archivos históricos. En las Biblias protestantes y muchas ediciones católicas modernas, se les llama simplemente «Crónicas». La Iglesia católica, en su canon bíblico definido por el Concilio de Trento (1546), incluye estos libros entre los escritos históricos del Antiguo Testamento, reconociéndolos como parte integral de la Revelación divina.

Autoría y fecha de composición

La autoría del Segundo Libro de las Crónicas se atribuye tradicionalmente a un autor anónimo, denominado el «Cronista», quien probablemente vivió en el período postexílico, tras el retorno de los judíos de Babilonia. Los estudios bíblicos católicos, basados en el análisis de la Pontificia Comisión Bíblica, sitúan su redacción alrededor del siglo IV a. C., posiblemente entre el 400 y el 250 a. C.1. Este autor habría utilizado fuentes como los anales reales de Judá, profecías y tradiciones orales, integrándolas en una narrativa unificada con un claro sesgo teológico.

La unidad literaria entre el Primer y Segundo Libro de las Crónicas es evidente: ambos forman una obra continua, dividida solo por conveniencia en la Septuaginta (traducción griega del Antiguo Testamento) y adoptada en la Vulgata. Algunos eruditos católicos proponen que el Cronista podría ser Esdras, el sacerdote y escriba mencionado en el Libro de Esdras, dada la similitud estilística y temática entre Crónicas y Esdras-Nehemías. Sin embargo, la Iglesia no ha definido una autoría específica, enfatizando en su lugar la inspiración divina del texto, como enseña el Concilio Vaticano II en Dei Verbum (n. 11), donde se afirma que los autores sagrados escribieron bajo la guía del Espíritu Santo, adaptando las verdades eternas a las condiciones de su tiempo.

La composición postexílica responde a un contexto de reconstrucción: tras el decreto de Ciro (538 a. C.), el pueblo judío buscaba reafirmar su identidad religiosa en torno al Templo reconstruido. El Cronista, por tanto, no pretende una historiografía moderna objetiva, sino una reflexión teológica que une historia y fe, tal como explica la Pontificia Comisión Bíblica en su documento sobre la inspiración de la Escritura.2

Estructura y contenido

El Segundo Libro de las Crónicas consta de 36 capítulos y se divide en dos grandes secciones: el reinado de Salomón y la monarquía de Judá hasta el exilio. A diferencia de los Libros de los Reyes, que cubren tanto Israel como Judá, este libro se centra exclusivamente en el sur, omitiendo casi por completo al reino del norte para resaltar la línea davídica y levítica.

Reinado de Salomón (capítulos 1-9)

La primera parte describe el ascenso y gobierno de Salomón, hijo de David, enfatizando su sabiduría y devoción al Templo. El libro inicia con la oración de Salomón en Gabaón (2 Cr 1,1-13), donde pide sabiduría en lugar de riquezas, recibiendo ambas como bendición divina. El clímax es la construcción y dedicación del Templo (caps. 2-7), un proyecto que ocupa la mayor parte de esta sección. El Cronista detalla con precisión las ofrendas, los utensilios sagrados y la oración de dedicación de Salomón (2 Cr 6), que invoca la misericordia de Dios y la centralidad del Templo como lugar de oración para todo el pueblo.

A continuación, se narran las hazañas de Salomón: su prosperidad económica, el comercio con Hiram de Tiro y la visita de la reina de Saba (caps. 8-9). Estas historias no solo ilustran la gloria del rey, sino que simbolizan la bendición de Dios sobre un Israel fiel. El Cronista omite los pecados de Salomón presentes en 1 Reyes, enfocándose en su legado positivo para motivar a la comunidad postexílica.

Reyes de Judá desde Roboam hasta Sedecías (capítulos 10-36)

La segunda parte cubre el período de la monarquía dividida (desde ca. 930 a. C. hasta 586 a. C.), limitándose a los reyes de Judá. Se estructura como una serie de biografías reales, intercaladas con eventos clave como reformas religiosas y guerras. Los reyes piadosos, como Asa (caps. 14-16), Josafat (caps. 17-20), Joás (caps. 22-24), Ezequías (caps. 29-32) y Josías (caps. 34-35), reciben un tratamiento favorable: sus esfuerzos por purificar el culto y restaurar el Templo traen prosperidad y victorias, como la destrucción del ejército asirio bajo Ezequías (2 Cr 32).

En contraste, los reyes infieles, como Roboam (caps. 10-12), Ocozías (cap. 22) y Joaquín (caps. 36,9-10), provocan calamidades, como invasiones y exilios. El libro culmina con la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor (2 Cr 36,11-21) y el edicto de Ciro (2 Cr 36,22-23), que anuncia el retorno y la reconstrucción del Templo, enlazando directamente con el Libro de Esdras.

Esta estructura cronológica no es exhaustiva; el Cronista selecciona eventos para ilustrar que la fidelidad a la Ley de Moisés y al Templo determina el destino del pueblo, una lección teológica más que un registro histórico literal.3

Temas teológicos principales

Desde la perspectiva católica, el Segundo Libro de las Crónicas es un tratado sobre la alianza entre Dios y su pueblo, centrado en el culto y la oración. Un tema recurrente es la retribución divina: la obediencia trae bendiciones, mientras que la idolatría conlleva castigo (cf. 2 Cr 7,14). Esto refleja la teología deuteronomista, pero adaptada al postexilio, donde el Templo simboliza la presencia de Dios entre los fieles.

Otro aspecto clave es el rol de los levitas y sacerdotes, destacados como guardianes del culto (2 Cr 29,12-36). El Cronista enfatiza su importancia para fomentar la participación laical en la liturgia, un eco en la tradición católica de la Eucaristía como centro de la vida eclesial. Además, las oraciones de los reyes, como la de Ezequías (2 Cr 30,18-19), ilustran la intercesión y la misericordia divina, invitando a los lectores a una vida de oración confiada.

La Iglesia interpreta estos temas como prefiguraciones del Mesías: Salomón y el Templo apuntan a Cristo y la Iglesia (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 586). La Pontificia Comisión Bíblica subraya que, aunque no es historiografía moderna, el libro testimonia la acción salvífica de Dios en la historia.4

Relación con otros libros bíblicos

El Segundo Libro de las Crónicas complementa los Libros de Samuel y Reyes, repitiendo pasajes pero añadiendo detalles sobre el Templo y los levitas ausentes en ellos. Por ejemplo, la dedicación del Templo en 2 Cr 5-7 amplía 1 Re 8. Junto con el Primer Libro de las Crónicas, forma una «historia secundaria» que reinterpreta la narrativa principal de la Biblia hebrea, extendiéndose al postexilio mediante Esdras-Nehemías.5

En el canon católico, se sitúa después de los Libros de los Reyes en la Vulgata, aunque en la Biblia hebrea cierra los Escritos (Ketuvim). Su edicto final de Ciro (2 Cr 36,22-23) se repite en Esdras 1,1-3, sugiriendo una unidad compositiva. Esta interconexión resalta la «concordia de la verdad» en la Escritura, como enseña Dei Verbum (n. 12), donde cada libro ilumina al conjunto.

Importancia en la tradición católica

En la liturgia católica, pasajes del Segundo Libro de las Crónicas se leen en la Misa, especialmente durante la Cuaresma y Adviento, como la oración de Salomón (2 Cr 7,14) o la Pascua de Ezequías (2 Cr 30). Santos Padres como San Agustín lo citan para defender la providencia divina en la historia eclesial (Ciudad de Dios, lib. 18).

El Magisterio lo valora por su enseñanza ética: la fidelidad al culto prefigura la vida sacramental. En documentos modernos, como Verbum Domini de Benedicto XVI (2010), se destaca su rol en la interpretación canónica de la Biblia. Para los fieles, invita a examinar la propia «fidelidad» en la oración y los sacramentos, recordando que Dios actúa en la historia personal como en la de Israel.

En resumen, el Segundo Libro de las Crónicas no solo narra el pasado judío, sino que orienta a los católicos hacia una fe activa, centrada en el Templo eterno que es Cristo y su Iglesia. Su mensaje perdura como llamada a la conversión y la alabanza.

Citas

  1. Los libros de paralipómenos (crónicas), The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Los Libros de Paralipómenos (Crónicas).

  2. Deuxieme partie le temoignage rendu par les ecrits bibliques a leur propre verite, Comisión Bíblica Pontificia. La inspiración y verdad de la Sagrada Escritura, § 70 (2014).

  3. Gregory Vall. Palabra y Acontecimiento: Una Reevaluación, § 26.

  4. Premiere partie, Comisión Bíblica Pontificia. La inspiración y verdad de la Sagrada Escritura, § 16 (2014).

  5. Mark Reasoner. Un Estudio Introductorio del Documento de 2014 de la Comisión Bíblica Pontificia: La inspiración y verdad de la Sagrada Escritura, § 9.