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Segundo libro de los Macabeos

Segundo libro de los Macabeos
Apertura de en: 2 Macabeos de un manuscrito de los siglos XIII-XV. Dominio Público.

El Segundo libro de los Macabeos es uno de los textos deuterocanónicos del Antiguo Testamento en la Biblia católica, que narra los eventos de la revuelta macabea contra el dominio seléucida en el siglo II a. C. Escrito originalmente en griego como un epítome de una obra mayor, este libro resalta la providencia divina, el martirio y la rededicación del Templo de Jerusalén, ofreciendo una visión teológica profunda de la fidelidad judía a la Ley. Su canonicidad fue confirmada por la Iglesia Católica en concilios como el de Trento, y destaca por su énfasis en la resurrección de los muertos y la oración por los fallecidos, temas centrales en la doctrina católica. Este artículo explora su autoría, contexto histórico, estructura, temas principales, importancia litúrgica y recepción en la tradición cristiana.

Tabla de contenido

Autoría y fecha de composición

La autoría del Segundo libro de los Macabeos permanece anónima, aunque se sabe que se basa en una historia más extensa en cinco volúmenes escrita por Jason de Cirene, un historiador helenizado de origen judío. El autor del epítome, que resume la obra de Jason, no se identifica explícitamente, pero su estilo revela un profundo conocimiento de la tradición judía y un enfoque didáctico orientado a la edificación espiritual. En el prefacio del libro (2 Mac 2,20-32), el redactor explica su propósito: condensar la narración de Jason para hacerla más accesible, evitando detalles superfluos y centrándose en lo esencial para instruir a los lectores.1

La fecha de composición se sitúa en el siglo II a. C., probablemente entre el 124 a. C. y el 100 a. C. Las dos cartas introductorias que preceden al texto principal proporcionan pistas cronológicas. La primera, dirigida a los judíos de Egipto, data del año 188 de la era seléucida (equivalente al 124 a. C.), e invita a celebrar la fiesta de la Dedicación del Templo. La segunda carta, de la gerousia (senado judío) y Judas Macabeo a Aristóbulo y los judíos egipcios, se escribió poco después de la muerte de Antíoco IV Epífanes, alrededor del 163 a. C., antes de que se conocieran todos los detalles de su fin. El epítome en sí mismo debe haber sido redactado poco después de los eventos narrados, posiblemente en la década de 160-150 a. C., para responder a la demanda de una versión abreviada de la historia de Jason.1

El idioma original es el griego koiné, como evidencian las construcciones idiomáticas y la ausencia de indicios de traducción desde el hebreo o arameo. Hebraísmos presentes se explican por el tema judío, pero el estilo es claramente helenístico, adaptado a un público de la diáspora que conocía poco el hebreo.1 Esta elección lingüística refleja el contexto cultural de la época, en el que el griego era la lengua franca del Mediterráneo oriental.

Contexto histórico

El Segundo libro de los Macabeos se inscribe en el turbulento período helenístico del judaísmo, marcado por la dominación seléucida sobre Judea tras la conquista de Alejandro Magno. El relato cubre un lapso de quince años, desde aproximadamente el 176 a. C. hasta el 161 a. C., coincidiendo con la revuelta macabea contra la opresión religiosa impuesta por los reyes seléucidas.1

El conflicto central surge bajo el reinado de Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.), quien promovió la helenización forzada del judaísmo, profanando el Templo de Jerusalén en el 167 a. C. con la erección de un altar a Zeus y la prohibición de prácticas judías como la circuncisión y el sabbat. Esta persecución provocó la rebelión liderada por Matatías y sus hijos, especialmente Judas Macabeo, cuyo nombre da origen al término «macabeo» (posiblemente de la inicial hebrea de una exclamación en Éxodo 15,11). El libro detalla episodios clave como el saqueo intentado del Templo por Heliodoro (2 Mac 3), las torturas a los judíos fieles (2 Mac 6-7) y la victoria final sobre Nicanor en 161 a. C.1

A diferencia del Primer libro de los Macabeos, que ofrece una crónica más política y secular, el Segundo enfatiza intervenciones milagrosas y la dimensión espiritual del conflicto, reflejando la tensión entre la asimilación helenística y la preservación de la identidad judía. Este contexto histórico ilustra la resistencia de los hasidim (piadosos) y sienta las bases para la fiesta judía de Janucá, la Dedicación del Templo, celebrada aún hoy.1

Estructura y contenido

El libro se divide en dos partes principales: las cartas introductorias (capítulos 1-2) y el epítome propiamente dicho (capítulos 3-15). Las cartas sirven como prólogo, invitando a los judíos de la diáspora a unirse en la celebración de las fiestas de la Dedicación y la Recuperación del Fuego Sagrado. La segunda carta incluye una narración legendaria sobre el profeta Jeremías escondiendo el arca de la alianza, el tabernáculo y el altar de incienso antes de la destrucción de Jerusalén por los babilonios (2 Mac 2,1-8), simbolizando la esperanza en la restauración divina.2

El cuerpo del texto comienza con un prefacio en el que el autor justifica su labor de epitomizador (2 Mac 2,19-32), resumiendo la historia de Jason de Cirene. La narración se organiza en secciones temáticas:

El relato es más detallado que el del Primer libro en aspectos personales, como nombres de mártires y visiones celestiales, pero omite cronología precisa para priorizar lecciones morales. El final celebra la victoria como obra de Dios, quien favorece a los fieles pese a su inferioridad numérica (2 Mac 15,22-37).2

Temas principales

El Segundo libro de los Macabeos trasciende la mera historia para ofrecer una teología de la providencia y la resistencia espiritual. Un tema central es la exaltación del Templo de Jerusalén como centro de la adoración judía, presentado como inviolable por la intervención divina (2 Mac 3,24-28). El autor insiste en la santidad del lugar y su purificación, vinculándola a la esperanza mesiánica.1

Otro eje fundamental es el martirio y la resurrección de los muertos, ilustrado en el capítulo 7 con la historia de una madre y sus siete hijos torturados por negarse a comer carne de cerdo. Su fe en la resurrección («el Rey del universo nos resucitará para vida eterna», 2 Mac 7,9) anticipa doctrinas cristianas y justifica la oración por los difuntos (2 Mac 12,43-46), base del sufragio católico.1 La providencia divina se manifiesta en apariciones angélicas y milagros, como el fuego sagrado recuperado (2 Mac 1,19-36), subrayando que la victoria macabea es obra de Dios, no solo humana.2

Finalmente, el libro promueve la unidad judía y la observancia de la Ley frente a la helenización, exhortando a la valentía y la confianza en la misericordia divina (2 Mac 2,17-18). Estos temas lo convierten en un texto de edificación, no solo histórico.1

Canonicidad en la Iglesia Católica

El Segundo libro de los Macabeos forma parte de los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento, aceptados como inspirados por la tradición católica desde los primeros siglos. Aunque ausente en el canon hebreo (Tanaj), fue incluido en la Septuaginta, la versión griega de las Escrituras usada por los primeros cristianos. Concilios como el de Roma (382 d. C.), Hipona (393 d. C.) y Cartago (397 d. C.) lo ratificaron, y el Concilio de Trento (1546) lo definió dogmáticamente como canónico, respondiendo a la Reforma protestante que lo clasificó como apócrifo.3

Su valor inspirado radica en la confirmación de doctrinas como la resurrección y la comunión de los santos, rechazando objeciones protestantes sobre su historicidad. La Iglesia valora su testimonio teológico por encima de precisiones cronológicas, integrándolo en la liturgia y la catequesis.3

Importancia en la tradición católica

En la doctrina católica, el Segundo libro de los Macabeos es fundamental para entender la oración por los difuntos y el purgatorio, como en 2 Mac 12, donde Judas ofrece sacrificios por los caídos para expiar sus pecados (2 Mac 12,43-45). Este pasaje inspira la práctica de las misas por los fallecidos y las indulgencias.1

Litúrgicamente, influye en la fiesta de los difuntos (2 de noviembre) y en lecturas del ciclo navideño, evocando la Dedicación del Templo como prefiguración de la Encarnación. Teólogos como San Roberto Belarmino lo citan para defender la resurrección corporal, y en la exégesis patrística, autores como San Jerónimo lo reconocen en la Vulgata, aunque con reservas iniciales sobre su origen griego.1

En la ética católica, promueve el martirio como testimonio de fe, inspirando a santos como los Macabeos, venerados en el Martirologio Romano el 1 de agosto. Su énfasis en la providencia fortalece la espiritualidad de la resistencia pacífica y la confianza en Dios ante persecuciones modernas.1

Influencia y recepción

El Segundo libro de los Macabeos ha influido en la literatura judía y cristiana posterior. En el judaísmo, sus relatos sobre Janucá perduran en el Talmud, aunque el texto no es canónico. En el cristianismo, Flavio Josefo lo usa en Antigüedades judías, y en la Edad Media, se lee en homilías sobre el martirio.

En ediciones bíblicas católicas, como la Nueva Vulgata (1979), se traduce fielmente del griego, preservando su vigor narrativo. Versiones españolas, como la Biblia de Jerusalén o la de la Conferencia Episcopal Española, lo incluyen en el Antiguo Testamento, destacando su rol en la formación espiritual. Su recepción contemporánea enfatiza lecciones sobre identidad cultural y fe en contextos de secularización.1

En resumen, el Segundo libro de los Macabeos no solo documenta una gesta heroica, sino que ilumina la fe católica en la acción divina en la historia, invitando a los creyentes a emular la fidelidad macabea en la vida cotidiana.

Citas

  1. Los Libros de los Macabeos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Los Libros de los Macabeos. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

  2. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 2 Macabeos 2. 2 3

  3. El canon de la Sagrada Escritura, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 350. 2