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Serafín

Los serafines son una de las órdenes más elevadas de los ángeles en la jerarquía celestial, conocidos por su ardiente amor y su proximidad a Dios. Su nombre, derivado del hebreo, a menudo se asocia con el fuego, reflejando su misión de purificación y su contemplación directa de la gloria divina. Se les menciona prominentemente en la visión del profeta Isaías, donde proclaman incesantemente la santidad de Dios, y su papel se extiende a la liturgia cristiana, donde se les invoca en la recitación del Trisagio durante la Misa.

Tabla de contenido

Origen Bíblico y Etimología

La mención más significativa de los serafines en la Sagrada Escritura se encuentra en el libro del profeta Isaías (Isaías 6:2-7)1,2,3,4. En esta visión, Isaías describe haber visto al Señor sentado en un trono elevado, con el templo lleno de su gloria2. Los serafines estaban de pie por encima de Él, cada uno con seis alas: con dos se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies y con dos volaban1,2,4. Proclamaban unos a otros: «Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria»1,2,4. Uno de los serafines voló hacia Isaías con un carbón encendido tomado del altar, tocó sus labios y le dijo que su culpa había sido quitada y su pecado perdonado2,3.

El nombre serafín (en hebreo, seraphim, una forma plural masculina) se deriva a menudo del verbo hebreo saraph, que significa «consumir con fuego»1. Esta etimología es muy probable, ya que concuerda con la acción del serafín que purifica los labios de Isaías con fuego celestial1,2. Algunos estudiosos sugieren una conexión con el sustantivo hebreo saraph, que significa «serpiente voladora y ardiente», mencionado en Números 21:6 e Isaías 14:291. Sin embargo, la descripción de Isaías no muestra rastro de una forma serpentina1.

Características y Función

Los serafines son descritos con forma humana, con rostros, manos y pies, y son considerados seres espirituales existentes, no meras representaciones simbólicas1. Su número es considerable, y aparecen alrededor del trono celestial en un doble coro, con un canto tan potente que sacude los cimientos del palacio1.

Distinción de los Querubines

Es importante distinguir a los serafines de los querubines. Mientras que los querubines a menudo son representados llevando o velando a Dios y mostrando la presencia de Su gloria en el santuario terrenal1,5, los serafines están ante Dios como siervos ministrantes en la corte celestial1. Aunque ambos ocupan los rangos más altos en la jerarquía celestial1,5, sus funciones son distintas. Los querubines se asocian con la plenitud del conocimiento6,5, mientras que los serafines se caracterizan por su ardiente amor6,7.

El Fuego del Amor y la Purificación

El significado de «ardiente» o «quemante» asociado con los serafines se relaciona directamente con su función. San Buenaventura y San Gregorio Magno afirman que los serafines arden con un amor incomparable por Dios6. Su amor es tan ardiente porque contemplan la gloria divina con una mirada más penetrante6. Esta cercanía a Dios les confiere la misión especial de impartir ese amor y caridad a los seres humanos6.

Además del amor, el fuego de los serafines también simboliza la purificación. El acto de uno de los serafines purificando los labios de Isaías con un carbón encendido es un ejemplo claro de esta función2,3. Pseudo-Dionisio, en su obra sobre la jerarquía celestial, describe a los serafines como «hacedores de fuego» o «portadores de calor», con un poder para purificar mediante el relámpago y la llama8.

Jerarquía Celestial

En la teología cristiana, los serafines, junto con los querubines, ocupan el rango más alto en la jerarquía celestial1,5. Esta división de los órdenes angélicos ha sido prácticamente universal desde Pseudo-Dionisio (alrededor del año 500 d.C.)5. El Papa Gregorio Magno dividió los nueve órdenes angélicos en tres coros, siendo el coro más alto el de los tronos, querubines y serafines5.

Santo Tomás de Aquino, en su Compendio de Teología, explica que la primera jerarquía de sustancias intelectuales, que incluye a los serafines, querubines y tronos, recibe conocimiento de los efectos directamente de la primera causa, es decir, de Dios mismo7. Los serafines, en particular, tienen el privilegio de ser instruidos sobre los efectos de las cosas en el Bien Supremo, considerado como el fin último7. Se les llama serafines por el ardor del amor, como si estuvieran en llamas, porque el objeto del amor es el bien7.

Serafines en la Liturgia y la Tradición

La influencia de los serafines se extiende a la liturgia cristiana, donde se les representa repitiendo el TrisagioSanto, santo, santo») tal como lo hacen en Isaías 61,9,10,11. Este himno de alabanza se recita en la Anáfora de la Misa (o Divina Liturgia en las tradiciones orientales), uniendo a la asamblea terrestre con las huestes celestiales en la alabanza a Dios9,12,11. La repetición triple de «Santo» en el Trisagio también se interpreta como una proclamación de la distinción de las Personas en la Trinidad y la unidad de la Divinidad10.

San Cirilo de Jerusalén, en sus Catequesis Mistagógicas, menciona a los serafines que Isaías vio alrededor del trono de Dios, con sus seis alas, clamando el Trisagio9. Explica que al recitar esta confesión de Dios, transmitida por los serafines, nos hacemos partícipes con las huestes del mundo superior en su himno de alabanza9.

La tradición católica reconoce a los serafines como seres que están en perpetua contemplación de lo divino, con un «calor penetrante» y un «calor desbordante de un movimiento que nunca flaquea y nunca falla»8. Tienen la capacidad de imprimir su propia imagen en los subordinados, despertando y elevando en ellos una llama similar, el mismo calor8.

Conclusión

Los serafines, con su ardiente amor y su incesante proclamación de la santidad de Dios, representan la cima de la jerarquía angélica en la tradición católica. Su papel en la visión de Isaías establece su conexión con la purificación y la cercanía divina, mientras que su presencia en la liturgia subraya la unión de la Iglesia terrestre con la Iglesia celestial en la alabanza a la Santísima Trinidad. A través de su ejemplo, los serafines nos invitan a un amor más profundo por Dios y a una vida de santidad y purificación.

Citas

  1. Serafines, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Serafines. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

  2. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § Isaías 6. 2 3 4 5 6 7

  3. El día en que se encontraron en el templo, Metodio de Olimpo. Oración sobre Simeón y Ana, § II (260). 2 3

  4. Capítulo 21, Ambrosio de Milán. Sobre el Espíritu Santo, Libro III, § 160 (397). 2 3

  5. Querubines, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Querubines. 2 3 4 5 6

  6. Randall B. Smith. La Reductio de Buenaventura de los Nueve Coros de Ángeles: Cómo Buenaventura Comprimió Dos Tradiciones Monumentales en Nueve Palabras y Nueve Frases Cortas, § 17. 2 3 4 5

  7. Providencia - De los rangos y el orden de los ángeles, Tomás de Aquino. Compendio de Teología (Compendium Theologiae), §Parte I - Capítulo 126 (1273). 2 3 4

  8. Randall B. Smith. La Reductio de Buenaventura de los Nueve Coros de Ángeles: Cómo Buenaventura Comprimió Dos Tradiciones Monumentales en Nueve Palabras y Nueve Frases Cortas, § 14. 2 3

  9. Lección catequética: (sobre los misterios. V.) sobre la sagrada liturgia y la comunión, Cirilo de Jerusalén. Lecciones Catequéticas - Lección 23, § 6 (350). 2 3 4

  10. Capítulo 16, Ambrosio de Milán. Sobre el Espíritu Santo, Libro III, § 110 (397). 2

  11. Introducción - B. Anáfora de la liturgia de san Basilio el Grande, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 8 (2016). 2

  12. Sanctus anaforal, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Sanctus Anaforal (2015).