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Sexo en el matrimonio

El sexo en el matrimonio, dentro de la enseñanza católica, se entiende como un acto sagrado y significativo que expresa la unión total y el amor mutuo entre un hombre y una mujer, ordenado tanto a la procreación como al bien de los cónyuges. Este acto, elevado a la dignidad de sacramento para los bautizados, refleja la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia y participa en la obra creadora de Dios. La Iglesia subraya la inseparabilidad de los significados unitivo y procreativo del acto conyugal, promoviendo una visión integral de la sexualidad humana que se vive en castidad conyugal, fidelidad y apertura a la vida.

Tabla de contenido

Fundamentos Teológicos del Matrimonio y la Sexualidad

El matrimonio, desde la perspectiva católica, es una institución divina establecida por el Creador desde el principio, con leyes propias e inalienables1. Dios creó al ser humano como varón y mujer «el uno para el otro», no porque estuvieran incompletos, sino para que formaran una comunión de personas2. Esta complementariedad entre lo masculino y lo femenino permite una entrega total y completa entre un hombre y una mujer en la alianza matrimonial, tanto en alma como en cuerpo3.

La sexualidad humana está intrínsecamente ordenada al amor conyugal entre el hombre y la mujer4. En el matrimonio, la intimidad física de los cónyuges se convierte en un signo y prenda de comunión espiritual4,5. El Papa San Juan Pablo II destacó que el ser humano, creado a imagen de un Dios tri-personal, está llamado a ser un don de sí mismo3. La felicidad se encuentra en entregarse a Dios y a los demás en amor, lo cual es esencial para la identidad de la persona3.

Matrimonio como Sacramento

Para las personas bautizadas, el vínculo matrimonial es santificado por el sacramento4. Cristo elevó la unión entre un hombre y una mujer a la dignidad de sacramento6,1. Este sacramento es un signo eficaz de la gracia, instituido por Cristo y confiado a la Iglesia, por el cual se nos dispensa la vida divina7. En el contexto del matrimonio, esto significa que el sacramento refuerza la unión indisoluble de los cónyuges y los llama a la santidad, a permanecer fieles el uno al otro para siempre, a pesar de las pruebas y dificultades, en obediencia a la voluntad del Señor8.

El matrimonio cristiano es un «gran misterio», un signo del amor entre Cristo y su Iglesia9,6. Esta dimensión sacramental no disminuye el valor humano del matrimonio, sino que lo confirma y fortalece6. El matrimonio es el sacramento primordial no solo porque es un signo del amor de alianza de Dios por nosotros, sino también porque Dios lo concibió como un signo de su propia vida interior de amor trinitario3.

El Significado Esponsal del Cuerpo

San Juan Pablo II habló del «significado esponsal del cuerpo», refiriéndose a que nuestros cuerpos revelan nuestra capacidad de amar, de entregarnos y de entrar en una comunión de amor10. La complementariedad de los cuerpos masculino y femenino muestra que estamos hechos para la comunión con los demás10. Esta verdad es universal, incluso para quienes no se casan10.

El acto conyugal es diseñado para «hablar» un lenguaje de mutua auto-donación10. Cuando este lenguaje se expresa con verdad, es un signo de la vida interior de amor de Dios y de su amor de alianza por la humanidad10. Los cónyuges, al unirse en «una sola carne»9, expresan sus votos matrimoniales a través de sus cuerpos, haciendo un don libre, fiel, total y, por lo tanto, permanente y abierto a la fecundidad10. La Iglesia enseña que la unión sexual de los esposos está destinada a expresar el pleno significado del amor, su poder para unirlos y su apertura a la nueva vida9.

Las Características del Amor Conyugal

El amor conyugal, tal como lo define la encíclica Humanae Vitae y lo reafirman otros documentos, posee cuatro características esenciales: es humano (físico y espiritual), total, fiel y fecundo11.

Amor Humano, Total y Fiel

El amor entre un hombre y una mujer se realiza cuando se entregan totalmente el uno al otro, según su propia masculinidad y feminidad5. Esta entrega total implica el compromiso de amarse mutuamente en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de sus vidas3. Es una promesa pública, ante Dios y la comunidad, de entregarse mutuamente en la alianza del matrimonio3.

La virtud de la castidad conyugal implica la integridad de la persona y la integralidad del don12. A través de ella, la sexualidad se vuelve personal y verdaderamente humana cuando se integra en la relación de una persona con otra, en el don mutuo completo y de por vida de un hombre y una mujer12. Esta virtud requiere que se mantenga el significado total de la entrega mutua y la procreación humana en el contexto del amor verdadero12.

Amor Fecundo y la Apertura a la Vida

La sexualidad en el matrimonio está ordenada a la generación y educación de los hijos1,13. Dios ha querido que la unión del hombre y la mujer participe de manera especial en su obra creadora, bendiciéndolos con las palabras: «Sed fecundos y multiplicaos» (Génesis 1:28)6,9,2. Por lo tanto, la complementariedad sexual y la fecundidad pertenecen a la naturaleza misma del matrimonio en el plan del Creador6.

La Iglesia enseña la conexión inseparable, querida por Dios y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreativo12. El Papa Pablo VI enfatizó que la transmisión de la vida humana es un papel muy serio en el que los casados colaboran libre y responsablemente con Dios Creador14.

La Procreación Responsable

La procreación responsable requiere que las parejas sean obedientes al llamado del Señor y actúen como intérpretes fieles de su plan15. Esto se manifiesta cuando la familia está generosamente abierta a nuevas vidas, y cuando las parejas mantienen una actitud de apertura y servicio a la vida, incluso si, por razones graves y en respeto a la ley moral, eligen evitar un nuevo nacimiento por un tiempo o indefinidamente15. La ley moral les obliga en todo caso a controlar el impulso del instinto y la pasión, y a respetar las leyes biológicas inscritas en su persona15. Es precisamente este respeto el que hace legítimo, al servicio de la procreación responsable, el uso de métodos naturales de regulación de la fertilidad15.

Cualquier uso del matrimonio ejercido de tal manera que el acto sea deliberadamente frustrado en su poder natural de generar vida es una ofensa contra la ley de Dios y de la naturaleza, y quienes se entregan a tales actos son marcados con la culpa de un pecado grave16. La Humanae Vitae subraya la importancia de considerar al hombre en su totalidad y su misión completa, incluyendo sus aspectos naturales, terrenales, sobrenaturales y eternos, al abordar la procreación humana17. Este documento pontificio no es solo una declaración de una ley moral negativa, sino también una presentación positiva de la moralidad conyugal en relación con su misión de amor y fecundidad18.

El Acto Conyugal como Expresión de Amor y Vida

El acto conyugal es mucho más que una función orgánica; es una acción personal, una cooperación simultánea e inmediata de los cónyuges que, por la naturaleza misma de los agentes y la propiedad del acto, es la expresión del don recíproco19. Al buscar y gozar de este placer, los cónyuges no hacen nada malo, pues aceptan lo que el Creador les ha destinado19. Sin embargo, deben mantenerse dentro de los límites de una justa moderación, sin abandonarse sin freno al impulso de los sentidos19. La norma recta es que el uso de la disposición generativa natural es moralmente lícito solo en el matrimonio, al servicio y según el orden de los fines del matrimonio mismo19.

La trivialización de la sexualidad es uno de los principales factores que han llevado al desprecio de la nueva vida15. Solo un amor verdadero es capaz de proteger la vida15. Es indispensable ofrecer una auténtica educación en la sexualidad y el amor, especialmente a adolescentes y jóvenes, una educación que incluya la formación en la castidad como virtud que fomenta la madurez personal y capacita para respetar el «significado esponsal» del cuerpo15.

Desafíos y Perspectivas Contemporáneas

En la sociedad actual, la cultura a menudo presenta el sexo como meramente recreativo, no como un encuentro profundamente personal o importante entre cónyuges9. Esta visión empobrecida ignora las verdaderas necesidades y los deseos más profundos del hombre y la mujer9. El plan de Dios para la vida y el amor conyugal es mucho más rico y satisfactorio, donde la sexualidad es fuente de una alegría y un placer que ayuda a los cónyuges a entregarse el uno al otro completa y permanentemente9.

La Iglesia, a través de su Magisterio, ha delineado el significado plenamente humano del desarrollo que propone, enfatizando los significados unitivo y procreativo de la sexualidad. Esto sitúa en la base de la sociedad a la pareja casada, hombre y mujer, que se aceptan mutuamente en distinción y complementariedad, y que están abiertos a la vida20. No se trata de una moralidad puramente individual, sino que se indican los fuertes vínculos entre la ética de la vida y la ética social20.

La familia cristiana, basada en el sacramento del matrimonio, es la «Iglesia doméstica» y el primer lugar de educación en la oración, donde los hijos de Dios aprenden a orar «como la Iglesia» y a perseverar en la oración21.

En resumen, el sexo en el matrimonio católico es un acto de amor profundo, una expresión de la entrega total y fiel de los cónyuges, que está intrínsecamente abierto a la vida y que refleja el amor de Dios por la humanidad y la unión de Cristo con su Iglesia.

Citas

  1. Sección segunda, Los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1660. 2 3

  2. Sección segunda I. Los Credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 372. 2

  3. Anónimo. Tratado 9: ¿Por qué el Matrimonio es un Sacramento? , § 5. 2 3 4 5 6

  4. Sección segunda, Los Diez Mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2360. 2 3

  5. I. Llamados al verdadero amor - El amor conyugal, El Pontificio Consejo para la Familia. La verdad y el significado de la sexualidad humana: orientaciones para la educación en familia, § 14 (1995). 2

  6. I. La naturaleza del matrimonio y sus características inalienables, Congregación para la Doctrina de la Fe. Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, § 3 (2003). 2 3 4 5

  7. Sección primera, La economía sacramental, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1131.

  8. III. A la luz de la vocación - 1. La vocación al matrimonio - Llamados al amor conyugal, El Pontificio Consejo para la Familia. La verdad y el significado de la sexualidad humana: orientaciones para la educación en familia, § 30 (1995).

  9. Prefacio, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. El amor conyugal y el don de la vida, § 1. 2 3 4 5 6 7

  10. El Matrimonio como sacramento de redención, Anónimo. Tratado 9: ¿Por qué el Matrimonio es un Sacramento? , § 6. 2 3 4 5 6

  11. III. A la luz de la vocación - 1. La vocación al matrimonio - Llamados al amor conyugal, El Pontificio Consejo para la Familia. La verdad y el significado de la sexualidad humana: orientaciones para la educación en familia, § 29 (1995).

  12. Introducción - 2. La castidad conyugal en la doctrina de la Iglesia, Pontificio Consejo para la Familia. Vademécum para los confesores sobre algunos aspectos de la moral de la vida conyugal, § 2 (1997). 2 3 4

  13. Sección segunda, Los Diez Mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2249.

  14. Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 1 (1968).

  15. Capítulo IV - A mí me lo hicisteis - Para una nueva cultura de la vida humana - «caminad como hijos de la luz» (Ef 5, 8): Por una transformación de la cultura, Papa Juan Pablo II. Evangelium Vitae, § 97 (1995). 2 3 4 5 6 7

  16. Papa Pío XI. Casti Connubii, § 56 (1930).

  17. II. Principios doctrinales, Papa Pablo VI. Humanae Vitae, § 7 (1968).

  18. Una presentación positiva de la moral conyugal, Papa Pablo VI. Audiencia General del 31 de julio de 1968 (1968).

  19. El último aspecto de vuestro apostolado se refiere a la defensa tanto del recto orden de los valores como de la dignidad de la persona humana, Papa Pío XII. Discurso a los participantes en el Congreso de la Unión Católica Italiana de Obstetricia (29 de octubre de 1951), § IV (1951). 2 3 4

  20. Capítulo primero - El mensaje de Populorum Progressio, Papa Benedicto XVI. Caritas in Veritate, § 15 (2009). 2

  21. Sección primera, La oración en la vida cristiana, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2685.