Simonía

La simonía es el acto de comprar o vender cosas espirituales o anexas a las espirituales por un precio temporal. Su nombre proviene de Simón Mago, quien intentó comprar el poder del Espíritu Santo a los apóstoles Pedro y Juan, como se relata en los Hechos de los Apóstoles. La Iglesia Católica condena firmemente la simonía, considerándola un pecado grave que atenta contra la naturaleza gratuita de los dones de Dios. A lo largo de la historia, la Iglesia ha promulgado diversas leyes y decretos para combatir esta práctica, imponiendo severas penas a quienes la cometen. Este artículo explorará el origen bíblico de la simonía, su definición teológica, las diferentes formas en que se ha manifestado, y las medidas adoptadas por la Iglesia para erradicarla.
Tabla de contenido
Origen Bíblico de la Simonía
El término «simonía» tiene su origen en el personaje de Simón Mago, mencionado en el Libro de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 8:9-24)1,2. Simón era un hechicero en Samaria que había impresionado a la gente con sus artes mágicas, llegando a ser considerado «la gran fuerza de Dios»3,4. Cuando los apóstoles Pedro y Juan llegaron a Samaria y, mediante la imposición de manos, impartieron el Espíritu Santo a los creyentes, Simón, al ver este poder, les ofreció dinero2.
Simón Mago dijo a los apóstoles: «Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien imponga las manos reciba el Espíritu Santo»2. San Pedro le respondió con una fuerte condena: «¡Tu dinero perezca contigo, porque pensaste que podías adquirir el don de Dios con dinero!»2. La respuesta de Pedro subraya la imposibilidad de comprar o vender los dones espirituales, ya que estos provienen únicamente de Dios y deben ser recibidos y dados gratuitamente, siguiendo las palabras de Jesús: «Gratis lo recibisteis, dadlo gratis»2.
Este episodio bíblico estableció un precedente fundamental para la Iglesia, marcando la prohibición de cualquier intento de mercantilizar lo sagrado. La actitud de Simón Mago, al intentar apropiarse de un don espiritual como si fuera una posesión material, es la base de lo que se conoce como simonía2.
Definición Teológica de la Simonía
La simonía se define como la «intención deliberada de comprar o vender por un precio temporal cosas espirituales o anexas a las espirituales»1,2. Esta definición no se limita solo a la compra y venta, sino que abarca cualquier intercambio de bienes espirituales por ventajas temporales1. La esencia de la simonía radica en tratar los dones de Dios como si fueran propiedad personal que se puede transar, ignorando que su origen es divino y su recepción debe ser gratuita2.
El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma que es imposible apropiarse de los bienes espirituales y comportarse como su dueño o maestro, ya que su fuente es Dios y solo de Él pueden recibirse sin pago2.
Clases de Ventajas Temporales
Según Gregorio Magno, las ventajas temporales que pueden ofrecerse a cambio de un favor espiritual se dividen en tres clases1:
Munus a manu (ventaja material): Incluye dinero, bienes muebles e inmuebles, y cualquier derecho apreciable en valor pecuniario1.
Munus a lingua (ventaja oral): Comprende la recomendación oral, expresiones públicas de aprobación y apoyo moral en lugares influyentes1.
Munus ab obsequio (homenaje): Consiste en la sumisión, la prestación de servicios indebidos, etc.1.
Objetos Espirituales
Los objetos espirituales que no pueden ser comprados ni vendidos incluyen todo aquello que contribuye al bienestar eterno del alma, es decir, todas las cosas sobrenaturales1:
Los sacramentos.
Los sacramentales.
Las indulgencias.
La admisión a órdenes religiosas.
La colación de beneficios eclesiásticos (como obispados, abadías, prebendas, etc.)5,6,7,8,9,10.
Las consagraciones de obispos, la bendición de abades y la ordenación de clérigos11.
La legislación eclesiástica ha extendido el significado de la simonía para incluir ciertas transacciones que, aunque no caen bajo la prohibición divina directa, son prohibidas para evitar cualquier peligro de simonía1. Por ejemplo, es ilícito intercambiar beneficios eclesiásticos por autoridad privada, aceptar cualquier pago por los óleos santos, o vender rosarios o crucifijos bendecidos1.
Manifestaciones Históricas de la Simonía
La simonía ha sido una preocupación recurrente en la historia de la Iglesia, manifestándose de diversas maneras a lo largo de los siglos.
Simonía en las Órdenes Sagradas y Beneficios Eclesiásticos
Desde los primeros siglos, la compra de cargos eclesiásticos, como obispados, abadías, prebendas o cualquier dignidad o beneficio, ha sido una de las formas más comunes y perjudiciales de simonía9,10. El Papa Gregorio Magno, en el siglo VI, ya lamentaba que en la Galia se conferían órdenes sagradas a través de la herejía simoníaca, lo que llevaba al desprecio de la dignidad sacerdotal y a la destrucción de la disciplina12,13. Él enfatizaba que la elección al episcopado o a cualquier otra orden sagrada debía basarse en la vida y las costumbres del candidato, no en el dinero o el patrocinio14.
Los concilios ecuménicos también abordaron este problema. El Segundo Concilio de Letrán (1139 d.C.) decretó que si alguien adquiría una prebenda, priorato, decanato o cualquier honor eclesiástico, o una cosa sagrada de la Iglesia (como el crisma, el óleo santo o las consagraciones de altares) mediante pago, sería privado del honor y tanto el comprador como el vendedor y el intermediario serían estigmatizados con la marca de infamia7,10. El Cuarto Concilio de Letrán (1215 d.C.) condenó las exacciones y extorsiones por la consagración de obispos, la bendición de abades y la ordenación de clérigos, declarando que tales costumbres eran una corrupción y que quienes las practicaban incurrirían en la condenación de Giezi y Simón11.
El Concilio de Constanza (1414-1418 d.C.) también renovó las condenas contra la simonía, declarando nulas las elecciones, postulaciones, confirmaciones y provisiones simoníacas para cualquier iglesia, monasterio, dignidad o beneficio eclesiástico8. Aquellos así promovidos no podían recibir los frutos y debían restaurarlos como bienes injustamente tomados8.
Simonía en la Administración de Sacramentos y Sacramentales
La simonía también se ha manifestado en la exigencia de pagos por la administración de sacramentos. Aunque la Iglesia permite recibir ofrendas voluntarias después de la administración del bautismo o el matrimonio, prohíbe pedir cualquier cosa1. Los confesores, por ejemplo, no pueden aplicar a su propio uso las penitencias pecuniarias, ni pedir o aceptar nada del penitente en compensación por sus servicios, incluso los regalos voluntarios deben ser rechazados1.
En cuanto a las Misas, el Decreto «Ut Debita» (1904) condenó los arreglos por los cuales los guardianes de santuarios a veces dedicaban las ofrendas para Misas a otros propósitos piadosos, y el Decreto «Vigilanti» (1893) prohibió la práctica de algunos libreros de recibir estipendios y ofrecer exclusivamente libros o suscripciones a periódicos a los celebrantes1.
Otros Ejemplos de Simonía
Admisión a órdenes religiosas: Es simonía aceptar compensación temporal por la admisión a una orden religiosa, aunque las contribuciones para sufragar los gastos del noviciado y la dote requerida por algunas órdenes femeninas no están incluidas en esta prohibición1.
Indulgencias y gracias espirituales: La Iglesia condena a quienes, siendo inferiores a los obispos, obtienen ganancias de indulgencias y otras gracias espirituales1.
Prácticas en el Medioevo: Durante la Edad Media, la simonía fue tan prevalente que la Iglesia decretó las penas más severas contra sus perpetradores1.
Deducciones de los frutos de beneficios: El Concilio de Trento prohibió cualquier deducción de los frutos de los beneficios, canonjías o prebendas, o de la participación en los ingresos o distribuciones diarias, a menos que los ingresos se convirtieran a usos piadosos6.
Penas Canónicas contra la Simonía
La Iglesia ha impuesto y sigue imponiendo severas penas canónicas para erradicar la simonía, reflejando la gravedad de este pecado.
Nulidad de Actos Simoniacos
Las elecciones, postulaciones, confirmaciones y provisiones simoníacas para cualquier cargo o beneficio eclesiástico son consideradas nulas por el derecho mismo, lo que significa que nadie adquiere derechos a través de ellas8. Aquellos que han sido promovidos, confirmados o provistos de esta manera no pueden recibir los frutos y están obligados a restaurarlos como si hubieran recibido bienes injustamente tomados8.
La colación de un beneficio es nula si el designado cometió simonía él mismo o aprobó tácitamente su comisión por un tercero1. Si ya ha tomado posesión, está obligado a renunciar y restaurar todos los ingresos recibidos durante su tenencia1. El Papa Julio II incluso declaró inválidas las elecciones papales simoníacas, aunque esta disposición fue rescindida posteriormente por el Papa Pío X1.
Excomunión
La excomunión es una de las penas más graves impuestas por la Iglesia. La Constitución «Apostolicae Sedis» (1869) pronunció la excomunión, simplemente reservada a la Sede Apostólica, contra1:
Personas culpables de simonía real en cualquier beneficio y sus cómplices.
Cualquier persona, sea cual sea su dignidad, culpable de simonía confidencial en cualquier beneficio.
Quienes son culpables de simonía al comprar o vender la admisión a una orden religiosa.
Todas las personas inferiores a los obispos que obtienen ganancias de indulgencias y otras gracias espirituales.
Aquellos que, al recolectar estipendios para Misas, obtienen ganancias al hacer que las Misas se celebren en lugares donde usualmente se dan estipendios más pequeños.
El Concilio de Constanza decretó que tanto quienes dan como quienes reciben dinero en este asunto de simonía incurren automáticamente en la sentencia de excomunión, incluso si su rango es pontificio o cardenalicio8.
Suspensión y Otras Penas
Suspensión de órdenes: Las personas ordenadas de manera simoníaca son automáticamente suspendidas del ejercicio de sus órdenes8.
Inhabilidad para recibir órdenes mayores: Aquellos que cometen simonía y son clérigos inferiores a los sacerdotes pueden incurrir en la inhabilidad para recibir órdenes superiores1.
Suspensión de oficios: Los notarios y otros funcionarios que no observan las normas contra la simonía en la concesión de beneficios son suspendidos de sus oficios5.
Pérdida del honor y la dignidad: Quien adquiere un honor o preferencia eclesiástica mediante pago es privado del honor que adquirió erróneamente, y el comprador, vendedor e intermediario son estigmatizados con la marca de infamia7,10.
Estas penas buscan no solo castigar a los culpables, sino también disuadir a otros de cometer este grave pecado que corrompe la vida eclesiástica y la integridad de los dones espirituales.
Los Simonianos como Secta Gnóstica
Es importante distinguir la simonía como pecado de los simonianos como secta herética. Los simonianos fueron una secta gnóstica y antinomiana del siglo II que consideraba a Simón Mago como su fundador y rastreaba sus doctrinas hasta él4.
Doctrinas y Prácticas de los Simonianos
Según los escritos antiheréticos de la Iglesia primitiva, como los de Ireneo, Hipólito y Epifanio, los simonianos sostenían un sistema de doctrinas que, aunque atribuidas a Simón Mago, se desarrollaron en el siglo II4,3.
Naturaleza de Dios y emanaciones: Creían en un ser perfecto, eterno e ingenerado (fuego) que contenía un elemento invisible y oculto, y uno visible y manifiesto4. De este ser emanaban seis «raíces» o «poderes» en pares (cielo y tierra, sol y luna, aire y agua), y una séptima raíz, «El que está de pie» (estos), que era el Espíritu de Dios4. Simón Magus se proclamaba a sí mismo como «El que está de pie», la principal emanación de la Deidad y el Redentor3,15.
Jesús y la Helena de Simón: Simón Magus afirmaba haber aparecido en Samaria como el Padre, en Judea como el Hijo, y entre los gentiles como el Espíritu Santo3,16. Sostenía que Helena, una prostituta que lo acompañaba, era la primera concepción de la Deidad, la madre de todo, a través de quien la Deidad había creado los ángeles y los eones3,16. Según Simón, las fuerzas cósmicas la habían arrojado a ataduras corporales, de las cuales él, como «gran poder», la liberó3,4.
Antinomianismo y moralidad: Los simonianos eran antinomianos, es decir, enemigos de la ley del Antiguo Testamento, a la que consideraban obra de un dios inferior (el Demiurgo)4,3. Creían que los hombres se salvaban al aceptar la doctrina de Simón y reconocerlo como el gran poder de Dios, no por las buenas obras4. Llevaban vidas desordenadas e inmorales, declarando que la fornicación era «amor perfecto» y que nada era bueno o malo por naturaleza4,17. Afirmaban que estaban «redimidos» y que no había razón para el castigo, incluso si uno actuaba mal, porque no eran malvados por naturaleza sino por imposición de leyes hechas por los ángeles creadores del mundo17.
Magia y veneración: Practicaban la magia, la teurgia, los encantamientos y los filtros de amor4,17,18. Veneraban a Simón bajo la imagen de Zeus y a Helena bajo la de Atenea, y les rendían adoración4,19,18.
Conexión con otros herejes
Los simonianos estaban estrechamente relacionados con los Dositeanos y Menandrianos, que probablemente eran ramas de los simonianos4. Dositeo, un samaritano, fue maestro y luego alumno de Simón Magus, mientras que Menandro fue su alumno y sucesor importante4. Menandro también se proclamó enviado de Dios, el Mesías, y enseñaba la creación del mundo por ángeles enviados por la Ennoia. Afirmaba que los hombres recibían la inmortalidad y la resurrección por su bautismo y practicaba artes mágicas4.
Los simonianos fueron considerados por Eusebio como «los más inmorales y depravados de la humanidad»4. Orígenes y Epifanio atestiguan la existencia de remanentes de la secta hasta el siglo IV4.
Conclusión
La simonía, en su esencia, representa un intento de desvirtuar la gratuidad de los dones divinos y de mercantilizar lo sagrado. Desde el encuentro de San Pedro con Simón Mago, la Iglesia Católica ha condenado esta práctica como un pecado grave, defendiendo la verdad de que los bienes espirituales no pueden ser comprados ni vendidos. Las leyes canónicas y los pronunciamientos conciliares a lo largo de la historia demuestran la firmeza de la Iglesia en erradicar esta corrupción, imponiendo severas penas a quienes intentan traficar con la gracia de Dios. La historia de la simonía es un recordatorio constante de la necesidad de custodiar la pureza de la fe y la integridad de los sacramentos, reconociendo que todo don espiritual procede de Dios y debe ser recibido y administrado con reverencia y desinterés.
Citas
Simonía, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Simonía. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21
Sección segunda los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2121. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Simón Mago, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Simón Mago. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Simonianos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Simonianos. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16
Sobre los abusos en impuestos y beneficios, Papa Clemente XIV. Decet Quam Maxime, § 9 (1769). ↩ ↩2
El Concilio de Trento - La vigésimo cuarta sesión - Decreto sobre la reforma - Capítulo XIV. En las promociones a beneficios, o en las admisiones a la posesión de los mismos, se prohíben las deducciones de los frutos que no se apliquen a usos piadosos, Documento del Concilio. Concilio de Trento, §La Vigésimo Cuarta Sesión. DECRETO SOBRE LA REFORMA. XIV (1563). ↩ ↩2
Cánones, Documento del Concilio. Segundo Concilio de Letrán, (1139 D.C.), § 2 (1139). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Sesión 43 [42] – 23 de marzo de 1418 - Ciertos estatutos promulgados sobre la reforma de la Iglesia - Sobre los simoniacos, Documento del Concilio. Concilio de Constanza (1414-1418 D.C.) (1418). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Los Concilios de Tours. Acta (Los Concilios de Tours), § I. (1163). ↩ ↩2
Simonía, usura, falsa penitencia, los sacramentos, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 715 (1854). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Constituciones - Sobre la simonía, Documento del Concilio. Cuarto Concilio de Letrán (1215 D.C.), § 63 (1215). ↩ ↩2
Libro IX - Carta 106, Gregorio Magno, Papa. Epístolas de San Gregorio Magno, §Libro IX, Carta 106 (590). ↩
Libro IX - Carta 109, Gregorio Magno, Papa. Epístolas de San Gregorio Magno, §Libro IX, Carta 109 (590). ↩
Libro IX - Carta 11, Gregorio Magno, Papa. Epístolas de San Gregorio Magno, §Libro IX, Carta 11 (590). ↩
Doctrinas de Simón, Clemente de Roma. Las Homilías Clementinas, §Homilía II. Capítulo XXII (320). ↩
Lección catequética: Sobre la unidad de Dios. Sobre el artículo, creo en un solo Dios. También sobre las herejías - De las herejías, Cirilo de Jerusalén. Lecciones catequéticas - Lección VI, § 14 (350). ↩ ↩2
Capítulo XIV. Simón interpreta su sistema mediante la representación mitológica de Helena de Troya; da cuenta de sí mismo en relación con la heroína troyana; inmoralidad de sus seguidores; la visión de Simón de Cristo; la apología de los simonianos por su vicio, Hipólito de Roma. Refutación de todas las herejías - Libro VI, § 14 (235). ↩ ↩2 ↩3
Doctrinas y prácticas de Simón Mago y Menandro, Ireneo de Lyon. Contra las herejías - Libro I, §Capítulo XXIII. 4 (189). ↩ ↩2
Capítulo XV. Los discípulos de Simón adoptan los misterios; Simón se encuentra con san Pedro en Roma; relato de los últimos años de Simón, Hipólito de Roma. Refutación de todas las herejías - Libro VI, § 15 (235). ↩