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Simonianismo

El Simonianismo fue una secta gnóstica y antinomiana que surgió en el siglo II, fundada por Simón el Mago y su compañera Helena. Caracterizada por una cosmología compleja, la veneración de sus líderes como divinidades, la práctica de la magia y la negación de la moral tradicional, esta corriente fue condenada por los Padres de la Iglesia como una grave herejía que distorsionaba la fe cristiana y la verdadera naturaleza de Jesucristo. El artículo explora sus orígenes, doctrinas, expansión, rechazo e influencia en la historiografía cristiana.

Tabla de contenido

Orígenes históricos

Simón Magus y el surgimiento del movimiento

Simón Magus, un mago samaritano mencionado en los Hechos de los Apóstoles (8:9‑24), se presentó como «el gran poder de Dios» y fundó una corriente que tomó su nombre. Tras sus intentos de adquirir poder mediante la magia y el engaño, se trasladó a Roma, donde atrajo a seguidores que adoptaron sus enseñanzas y rituales1. Los primeros testimonios de su existencia y de la secta que surgió a su alrededor provienen de autores como Hegesipo (citado por Eusebio), Ireneo y Epifanía, quienes describen a los Simonianos como una comunidad que se expandió por Siria, Asia Menor y Roma2.

Doctrina y enseñanzas

Cosmovisión gnóstica y la figura del «Estante Uno»

Los Simonianos sostenían una teología gnóstica que describía al «Estante Uno» (estos) como la fuente suprema que contenía ambos sexos y del que emanaban seis «poderes» y posteriores ángeles, demiurgos y aeones. La Ennoia (pensamiento o concepción) era vista como la madre de los aeones y, según la tradición simoniana, fue liberada por Simón y su compañera Helena2. Esta visión dualista y emanacionista colocaba a Simón como una figura central, equiparándolo a Zeus, mientras que Helena era venerada como Atenea2.

Antinomianismo y prácticas rituales

El movimiento se caracterizó por un antinomianismo radical: consideraban que la moral tradicional era irrelevante y que la verdadera salvación se alcanzaba mediante la gracia conferida por Simón y Helena, sin importar los actos externos. Practicaban la magia, la teurgia, los incantaciones, y elaboraban pociones de amor y amuletos; la promiscuidad era presentada como «amor perfecto» y la idolatría como una cuestión de indiferencia moral2,3. Los seguidores también utilizaban imágenes de Simón como Júpiter y de Helena como Minerva, adorándolas como divinidades4.

Visión de Cristo y de la salvación

En cuanto a la figura de Jesucristo, los Simonianos adoptaron una forma de docetismo: afirmaban que Cristo no había encarnado realmente, sino que aparecía como hombre sólo de manera aparente, y que su presencia se manifestaba de distintas maneras (Padre, Hijo y Espíritu Santo) según la percepción de los creyentes1,3. Creían que la salvación se obtenía no por la fe en la verdadera encarnación, sino mediante la gracia que Simón y Helena dispensaban a sus iniciados1.

Expansión y presencia geográfica

La secta se extendió rápidamente por Siria, diversas regiones de Asia Menor y llegó a Roma, donde atrajo a numerosos adeptos, especialmente entre los que buscaban experiencias místicas y libertinas. A pesar de la persecución y los constantes ataques de los Apóstoles Pedro y Pablo, el movimiento mantuvo una presencia notable hasta el siglo III y dejó vestigios hasta el siglo IV, según testimonios de Orígenes y otros padres de la Iglesia2.

Rechazo y condena por la Iglesia

Testimonios de los Padres de la Iglesia

Declaraciones de los concilios y documentos posteriores

Aunque los concilios ecuménicos posteriores no abordaron específicamente al Simonianismo, la tradición de la Iglesia mantuvo una postura firme contra cualquier forma de gnosticismo y docetismo, considerándolos amenazas a la fe apostólica. La condena de estos movimientos se refleja en los cánones que prohibieron la adoración de figuras falsas y la práctica de la magia como actos heréticos.

Legado y estudio contemporáneo

El Simonianismo sigue siendo objeto de estudio para historiadores y teólogos que analizan la diversidad de corrientes gnósticas en los primeros siglos del cristianismo. La obra de Edward G. Farrugia destaca la influencia de Simón como el principal gnóstico según Ireneo, subrayando la relevancia de comprender estas herejías para apreciar la defensa de la Iglesia de la doctrina de la encarnación y la salvación7. En la cultura popular, la figura de Simón Magus ha inspirado novelas, películas y debates académicos sobre la relación entre magia, poder y fe.

Palabras clave: Simonianismo, Simón el Mago, gnóstico, antinomianismo, docetismo, herejía cristiana, magia, Ennoia, Estante Uno.

Citas

  1. Simón Mago, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Simon Magus. 2 3

  2. Simoníacos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Simonians. 2 3 4 5

  3. Capítulo 14. Simón interpreta su sistema mediante la representación mitológica de Helena de Troya; da cuenta de sí mismo en relación con la heroína troyana; inmoralidad de sus seguidores; la visión de Simón sobre Cristo; la apología de los simonistas por su vicio, Hipólito de Roma. Refutación de todas las herejías - Libro 6, § 14 (235). 2

  4. Doctrinas y prácticas de Simón Mago y Menandro, Ireneo de Lyon. Contra las herejías - Libro I, §Capítulo 23. 4 (189). 2

  5. Capítulo 15. Los discípulos de Simón adoptan los misterios; Simón se encuentra con San Pedro en Roma; relato de los últimos años de Simón, Hipólito de Roma. Refutación de todas las herejías - Libro 6, § 15 (235).

  6. Conferencia catequética: Sobre la unidad de Dios. Sobre el artículo, Creo en un solo Dios. También sobre las herejías - De las herejías, Cirilo de Jerusalén. Lecciones catequéticas - Lección 6, § 14 (350).

  7. Gnosis y gnosticismo, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Gnosis and Gnosticism (2015).