Sínodo

Un Sínodo, en el contexto de la Iglesia Católica, se refiere a una asamblea eclesial convocada en varios niveles (diocesano, provincial, regional, patriarcal o universal) para discernir, a la luz de la Palabra de Dios y escuchando al Espíritu Santo, cuestiones doctrinales, litúrgicas, canónicas y pastorales que surgen con el tiempo1. La sinodalidad es un concepto que ha cobrado gran relevancia en la historia reciente de la Iglesia, especialmente desde el Concilio Vaticano II, y se entiende como el modus vivendi et operandi específico de la Iglesia, el Pueblo de Dios, que revela y da sustancia a su ser como comunión cuando todos sus miembros caminan juntos, se reúnen en asamblea y participan activamente en su misión evangelizadora2,3. Este artículo explorará la historia, el significado teológico, las estructuras y el propósito del Sínodo en la vida de la Iglesia Católica.
Tabla de contenido
Historia y Evolución del Concepto de Sinodalidad
La palabra «sínodo» proviene del griego «συν» (con) y «όδός» (camino), lo que sugiere la noción del «camino común» de los cristianos o la asamblea de aquellos que han sido llamados por Dios1. Aunque el término «sinodalidad» no se encuentra explícitamente en la enseñanza del Vaticano II, es justo decir que la sinodalidad está en el corazón de la obra de renovación que el Concilio estaba fomentando2.
El Sínodo de los Obispos
La historia reciente del concepto de sinodalidad se remonta a la decisión del Papa Pablo VI en septiembre de 1965 de reintroducir la práctica de reuniones regulares de obispos para abordar cuestiones de interés para la Iglesia universal1. El motu proprio Apostolica sollicitudo de Pablo VI estableció formalmente el Sínodo de los Obispos «con el objetivo de proporcionar a los obispos de la Iglesia abundantes medios para una mayor y más efectiva participación en nuestra preocupación por la Iglesia universal»1. La inspiración y el fundamento teológico para la institución del Sínodo de los Obispos fue la enseñanza de Lumen gentium sobre la colegialidad, que afirma que todos los obispos de la Iglesia, con el Papa a la cabeza, forman un solo colegio1.
Desde su institución, ha habido dieciocho Asambleas Generales del Sínodo de los Obispos1. El Sínodo de los Obispos, cuyo nombre evoca la antigua y muy rica tradición sinodal de la Iglesia, particularmente valorada por las Iglesias Orientales, normalmente ejerce un papel consultivo, ofreciendo información y consejo al Romano Pontífice sobre diversas cuestiones eclesiales, bajo la guía del Espíritu Santo4. Sin embargo, el Sínodo también puede gozar de poder deliberativo, si el Romano Pontífice así lo desea conceder4. El hecho de que el Sínodo tenga ordinariamente solo un papel consultivo no disminuye su importancia, ya que el propósito de cualquier cuerpo colegial en la Iglesia es siempre la búsqueda de la verdad o el bien de la Iglesia5,6.
Desarrollo del Significado de «Sinodalidad»
En los últimos años, se ha producido un desarrollo o una extensión analógica del significado de «sinodalidad»; si el término se refería inicialmente a la colegialidad episcopal, la nueva idea es que toda la Iglesia es constitutiva y esencialmente sinodal1. En palabras de la Comisión Teológica Internacional, «la sinodalidad es el modus vivendi et operandi específico de la Iglesia»1,2. El objetivo fundamental de la eclesiología sinodal es confirmar y profundizar la participación y la corresponsabilidad de todos los fieles en la vida y misión de la Iglesia1.
El Papa Francisco ha enfatizado que la sinodalidad es un elemento constitutivo de la Iglesia, ofreciendo el marco interpretativo más apropiado para comprender el ministerio jerárquico mismo1,7. Esto implica que si cada miembro de la Iglesia es corresponsable de la Iglesia, entonces cada miembro debe participar en el gobierno de la Iglesia1.
Dimensiones de la Sinodalidad
La Comisión Teológica Internacional ofrece una descripción de la sinodalidad en tres niveles o dimensiones1,8:
a. El Estilo Particular de la Vida y Misión de la Iglesia
En primer lugar, la sinodalidad denota el estilo particular que califica la vida y misión de la Iglesia, expresando su naturaleza como el Pueblo de Dios que camina junto y se reúne en asamblea, convocado por el Señor Jesús en el poder del Espíritu Santo para proclamar el Evangelio1,8. Este modus vivendi et operandi se manifiesta a través de la comunidad que escucha la Palabra y celebra la Eucaristía, la hermandad de la comunión y la corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios en su vida y misión, en todos los niveles y distinguiendo entre los diversos ministerios y roles1,8.
b. Estructuras y Procesos Eclesiales
En un sentido más específico, desde un punto de vista teológico y canónico, la sinodalidad denota aquellas estructuras y procesos eclesiales en los que la naturaleza sinodal de la Iglesia se expresa a nivel institucional, pero análogamente en varios niveles: local, regional y universal1,8,9. Estas estructuras y procesos están oficialmente al servicio de la Iglesia, que debe descubrir el camino a seguir escuchando al Espíritu Santo1,8.
c. Eventos Sinodales
Finalmente, la sinodalidad designa el programa de aquellos eventos sinodales en los que la Iglesia es convocada por la autoridad competente de acuerdo con los procedimientos específicos establecidos por la disciplina eclesiástica, involucrando a todo el Pueblo de Dios de diversas maneras a nivel local, regional y universal, presididos por los Obispos en comunión colegial con el Obispo de Roma, para discernir el camino a seguir y otras cuestiones particulares, y para tomar decisiones y direcciones específicas con el fin de cumplir su misión evangelizadora1,8,9.
El Sínodo de los Obispos como Proceso Eclesial
La Constitución Apostólica Episcopalis Communio (2018) ha transformado el Sínodo de los Obispos de un evento a un proceso eclesial10,11. Este proceso fomenta la relación esencial entre el Pueblo de Dios, el Colegio de Obispos y el Papa10. Todo el santo Pueblo de Dios, los Obispos a quienes se confían porciones del Pueblo de Dios, y el Obispo de Roma participan plenamente en el proceso sinodal, cada uno según su propia función10.
Composición y Participación
El Sínodo de los Obispos está compuesto por Obispos12. Sin embargo, al igual que ocurrió en el Concilio, también pueden ser convocados a la Asamblea Sinodal otros que no son Obispos, cuyo papel se determina en cada caso por el Romano Pontífice12. Se debe prestar especial consideración a la contribución que pueden ofrecer los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica12. Además de los miembros, pueden asistir a la Asamblea Sinodal algunos invitados sin derecho a voto, como expertos (Periti), auditores (Auditores), delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades eclesiales, e invitados especiales12.
La consulta a las Iglesias particulares es de gran importancia en la preparación de las Asambleas Sinodales6. En esta fase inicial, los Obispos someten las cuestiones a explorar en la Asamblea Sinodal a los sacerdotes, diáconos y fieles laicos de sus Iglesias, tanto individualmente como en asociaciones, sin pasar por alto la valiosa contribución que pueden ofrecer los hombres y mujeres consagrados6. La contribución de los organismos de participación de la Iglesia local, especialmente el Consejo Presbiteral y el Consejo Pastoral, puede resultar fundamental6.
Rol Consultivo y Deliberativo
Como se mencionó, el Sínodo de los Obispos tiene ordinariamente un papel consultivo, pero puede tener poder deliberativo si el Papa lo concede5,4,6. Cuando se trata de la fe misma, el consensus ecclesiae no se determina por el recuento de votos, sino que es el resultado de la acción del Espíritu, el alma de la única Iglesia de Cristo5. El documento final de una asamblea sinodal, si el Papa le otorga poder deliberativo, participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro13,11.
Sinodalidad y Misión Evangelizadora
La sinodalidad está intrínsecamente ligada a la misión evangelizadora de la Iglesia7,9. El Papa Francisco ha destacado que «el alcance misionero es paradigmático para toda la actividad de la Iglesia»14. La Iglesia, al caminar juntos en comunión, es esencialmente misionera14. La sinodalidad no se trata solo de establecer iglesias autónomas, sino de la totalidad del pueblo de Dios caminando junto y proclamando el Evangelio14.
El objetivo principal de la sinodalidad no es invertir los roles de clérigos y laicos, sino fomentar un mayor sentido de misión y evangelización abriendo un proceso de colaboración más efectivo para que «los dones y roles de todos» puedan ser utilizados más plenamente, ya que «todos los bautizados están cualificados y llamados a ser discípulos misioneros»15. La sinodalidad busca una renovación espiritual y una reforma estructural que permita a la Iglesia ser más participativa y misionera, para que pueda caminar con cada hombre y mujer, irradiando la luz de Cristo3.
La Familia en la Perspectiva Sinodal
Aunque el concepto de sinodalidad ha evolucionado, la Iglesia continúa reafirmando la importancia fundamental de la familia, que se considera la célula básica de la sociedad humana16. La vida familiar cristiana se fundamenta en el sacramento del matrimonio, que es la fuente específica y el medio original de santificación para las parejas y familias cristianas17. El matrimonio debe ser definido, reconocido y protegido como un compromiso exclusivo y de por vida entre un hombre y una mujer, y como la fuente de la próxima generación y el refugio protector para los hijos16.
La Iglesia enseña que el amor del hombre y la mujer santificado en el sacramento del matrimonio es un espejo del amor eterno de Dios por su creación18. Este matrimonio posee las cualidades de unidad, permanencia o indisolubilidad, fidelidad y fecundidad17. Los Sínodos han abordado la crisis del matrimonio y la familia, instando a proclamar con firmeza pastoral la verdad sobre el matrimonio y la familia tal como Dios la ha establecido19,20.
Es crucial profundizar en la teología del matrimonio y ayudar a las parejas jóvenes y a las familias en dificultad a reconocer el valor de su compromiso sacramental y a recibir la gracia de la alianza19. La renovación y profundización de la comprensión y práctica de la virtud de la castidad es un paso importante hacia la reconstrucción de la vida familiar21. La Iglesia también debe articular nuevamente el amor transformador y la misericordia de Dios, que no solo perdona la culpa pasada sino que transforma a la persona desde dentro, para que pueda vivir en libertad del vicio y el pecado21.
Conclusión
La sinodalidad, como un «caminar juntos» del Pueblo de Dios, es una dimensión constitutiva de la Iglesia, que busca la participación y corresponsabilidad de todos los fieles en su vida y misión1,3. A través del Sínodo de los Obispos y el proceso sinodal más amplio, la Iglesia busca escuchar al Espíritu Santo, discernir los desafíos contemporáneos y fortalecer su misión evangelizadora1,22. Este camino de renovación espiritual y reforma estructural está intrínsecamente ligado a la proclamación del Evangelio de la Familia en toda su belleza, reafirmando el valor del matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer como un camino hacia la felicidad y la santidad23.
Citas
B1 - La historia reciente del concepto de sinodalidad (1965–2023), Nicholas J. Healy Jr., Comunión, Autoridad Sacramental y los Límites de la Sinodalidad, §Communio: Revista Católica Internacional, vol. 48, n.º 4 (Invierno 2021) (2021). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19
Introducción - Comunión, sinodalidad, colegialidad, Comisión Teológica Internacional. La sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia, § 6 (2018). ↩ ↩2 ↩3
Parte I - El corazón de la sinodalidad - Significado y dimensiones de la sinodalidad, Sínodo de los Obispos. Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos - Para una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación, Misión, § 28 (2024). ↩ ↩2 ↩3
Papa Francisco. Episcopalis Communio, § 3 (2018). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo VI - El sínodo de los obispos, Papa Juan Pablo II. Pastores gregis, § 58 (2003). ↩ ↩2 ↩3
Papa Francisco. Episcopalis Communio, § 7 (2018). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Keith Lemna. El Sínodo sobre la Sinodalidad a la Luz de la Teología de la Misión del Papa Francisco, § 17. ↩ ↩2
Capítulo 2 - Hacia una teología de la sinodalidad - 2.6 participación y autoridad en la vida sinodal de la Iglesia, Comisión Teológica Internacional. La sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia, § 70 (2018). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Keith Lemna. El Sínodo sobre la Sinodalidad a la Luz de la Teología de la Misión del Papa Francisco, § 22. ↩ ↩2 ↩3
Parte IV - Una pesca abundante - El servicio del obispo de Roma, Sínodo de los Obispos. Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos - Para una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación, Misión, § 136 (2024). ↩ ↩2 ↩3
Hacia un ejercicio del primado en el siglo XXI. Una propuesta de la asamblea plenaria del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos basada en el documento de estudio «El obispo de Roma» - Principios y propuestas para un ejercicio renovado del primado, El Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. El Obispo de Roma, § 21 (2024). ↩ ↩2
Papa Francisco. Episcopalis Communio, § 8 (2018). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Nota de acompañamiento del Santo Padre Francisco, Sínodo de los Obispos. Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos - Para una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación, Misión, §Nota del Papa Francisco (2024). ↩
Keith Lemna. El Sínodo sobre la Sinodalidad a la Luz de la Teología de la Misión del Papa Francisco, § 6. ↩ ↩2 ↩3
Keith Lemna. El Sínodo sobre la Sinodalidad a la Luz de la Teología de la Misión del Papa Francisco, § 18. ↩
Aplicando la enseñanza católica a los principales problemas: Un resumen de las posturas políticas de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Formando las Conciencias para una Ciudadanía Fiel, §PARTE II. ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. A un grupo de Obispos de los Estados Unidos de América en su visita ad Limina (24 de septiembre de 1983) - Discurso, § 2 (1983). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. A los Obispos de las provincias eclesiásticas de San Antonio y Oklahoma City, con motivo de su visita «ad limina Apostolorum» (22 de mayo de 2004) - Discurso (2004). ↩
Papa Juan Pablo II. A los Obispos de España en su visita «ad Limina» (19 de febrero de 1998) - Discurso, § 4 (1998). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. A los Obispos de Brasil (Leste II) en su visita ad Limina (16 de noviembre de 2002) - Discurso (2002). ↩
John Corbett, OP, Andrew Hofer, OP, et al., Propuestas Recientes para el Cuidado Pastoral de los Divorciados y Vueltos a Casar: Una Evaluación Teológica, § 28. ↩ ↩2
Introducción, Sínodo de los Obispos. Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos - Para una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación, Misión, § 12 (2024). ↩
Stephen L. Brock, Christopher O. Blum, et al., Reseñas de Libros (Nova et Vetera, Vol. 14, n.º 4), § 10. ↩