Sufrimiento de los inocentes
El sufrimiento de los inocentes es una realidad profunda y misteriosa en la teología católica, abordada a través de la lente de la fe en la providencia divina y la redención de Cristo. Este artículo explora cómo la Iglesia Católica comprende el sufrimiento de aquellos que no han cometido pecado personal, particularmente los niños, y cómo este dolor puede ser unido al sacrificio de Cristo para un propósito redentor. Se examinará la figura de los Santos Inocentes, la relación entre el sufrimiento y la esperanza, y la perspectiva de la Iglesia sobre la salvación de los niños que mueren sin el Bautismo.
Tabla de contenido
La Realidad del Sufrimiento Inocente
El sufrimiento es una parte inherente de la existencia humana, que surge de nuestra finitud y de la acumulación del pecado a lo largo de la historia1. Sin embargo, el sufrimiento de los inocentes, especialmente el de los niños, presenta un desafío particular a la comprensión humana y teológica. Este dolor, que parece carecer de una causa directa en el pecado personal del que sufre, plantea preguntas difíciles sobre la justicia y la misericordia de Dios2.
La Iglesia reconoce que el sufrimiento puede ser fuente de angustia, desesperación y rebelión contra Dios, pero también puede llevar a la madurez, al discernimiento de lo esencial en la vida y a un retorno a Dios3. La fe cristiana, en particular, ha desarrollado una capacidad profunda para aceptar y encontrar significado en el sufrimiento a través de la unión con Cristo4.
Los Santos Inocentes como Paradigma
La figura de los Santos Inocentes es central en la reflexión católica sobre el sufrimiento de los que no tienen culpa. La Iglesia celebra el 28 de diciembre la memoria de los niños masacrados por Herodes en Belén, quienes murieron a causa de Jesús5,2. La tradición litúrgica los venera como mártires, aunque no fueron bautizados sacramentalmente, porque sufrieron y murieron por Cristo5,6.
El Evangelio de Mateo relata cómo Herodes, sintiéndose engañado por los Reyes Magos, ordenó la matanza de todos los niños varones menores de dos años en Belén y sus alrededores7,8. Este acto de violencia, motivado por el miedo y el egoísmo, es un ejemplo del horror del poder que desprecia y termina con la vida2,9. Aunque el número exacto de niños fue probablemente menor de lo que algunas tradiciones posteriores sugieren (debido al tamaño de Belén), la crueldad del acto es innegable7,8.
La muerte de los Santos Inocentes es vista como un cumplimiento de la profecía de Jeremías: «Una voz se oyó en Ramá, llanto y gran lamento; Raquel que llora a sus hijos y no quiere ser consolada, porque ya no existen» (Jer 31:15)2,7,10. Esta profecía, aplicada por el evangelista Mateo, subraya la tragedia y el dolor, pero también la esperanza que surge de este sufrimiento2.
El Sufrimiento Inocente y la Pasión de Cristo
La teología católica conecta el sufrimiento de los inocentes con la Pasión de Cristo. Jesús mismo, el Cordero inocente, moriría más tarde por todos nosotros, entrando así en el sufrimiento de la humanidad2. El sufrimiento de los inocentes se transforma y adquiere un significado redentor a través de la unión con el sacrificio de amor de Cristo crucificado11.
El Papa Francisco, al abordar la difícil pregunta de por qué sufren los niños, señala al Crucifijo como la respuesta: «Dios nos dio a su Hijo, Él sufrió, y quizá allí encontrarás una respuesta»2. El amor de Dios que entrega a su Hijo y ofrece su vida por nosotros indica un camino de consuelo2.
Los católicos están llamados a compartir la obra redentora de Dios, no como agentes independientes, sino animados por su amor omnipotente12. La invitación divina a participar en el sacrificio de amor del Hijo y en la naturaleza divina (2 Pe 1:4) ofrece una respuesta concreta al sufrimiento: no un análisis filosófico o teológico, sino la colocación de uno mismo y de los seres queridos bajo la Cruz con María, que aceptó la voluntad del Padre para su Hijo y bebió el cáliz redentor hasta las heces12.
La Dimensión Redentora del Sufrimiento
El sufrimiento, aunque es un mal y una prueba en sí mismo, puede convertirse en una fuente de bien si se experimenta por amor y con amor, compartiendo el sufrimiento de Cristo Crucificado11. San Pablo expresa esta realidad al decir: «Me gozo en mis sufrimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1:24)11,13.
La capacidad de sufrir por la verdad es una medida de la humanidad, y esta capacidad depende del tipo y la extensión de la esperanza que llevamos dentro14. Los santos, llenos de gran esperanza, pudieron recorrer el gran camino de la existencia humana como Cristo lo hizo antes que ellos14.
La Esperanza de Salvación para los Niños no Bautizados
La cuestión de la salvación de los niños que mueren sin el Bautismo ha sido objeto de reflexión teológica en la Iglesia. La teoría del Limbo, que postulaba un estado donde las almas de los niños no bautizados no sufrían pena, pero tampoco gozaban de la visión beatífica, nunca fue una definición dogmática del Magisterio, aunque fue mencionada en la enseñanza ordinaria15.
El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) no menciona el Limbo, sino que enseña que la Iglesia confía a los niños que mueren sin el Bautismo a la misericordia de Dios16,6,17. Esta confianza se basa en la gran misericordia de Dios, que desea que todos los hombres se salven (1 Tim 2:4), y en la ternura de Jesús hacia los niños, cuando dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis» (Mc 10:14)6,17.
El rito funerario para los niños no bautizados, introducido en el Misal Romano de 1970, refleja esta esperanza6. La Iglesia no reza por los condenados, por lo que la existencia de este rito es un signo de la lex orandi, lex credendi (la ley de la oración es la ley de la fe), indicando una esperanza de salvación6,18.
Bautismo de Sangre y Solidaridad con los Inocentes
Para algunos niños que sufren y mueren como víctimas de violencia, la Iglesia discierne una analogía con el bautismo de sangre, que trae la salvación9,6. Los Santos Inocentes, aunque sin saberlo, sufrieron y murieron por causa de Cristo, ya que sus asesinos buscaban al niño Jesús9. De manera similar, los bebés, especialmente los no nacidos, cuyas vidas son amenazadas por el miedo o el egoísmo de otros, están en solidaridad con los Santos Inocentes y con Cristo mismo, quien dijo: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25:40)9.
Esta perspectiva subraya la importancia de que la Iglesia proclame la esperanza y la generosidad intrínsecas al Evangelio para la protección de la vida9. El sufrimiento de los niños inocentes, aunque doloroso, se une de manera misteriosa al sacrificio del Cordero inocente, contribuyendo al valor de sus propias vidas y al progreso espiritual de la humanidad19,20.
Conclusión
El sufrimiento de los inocentes, en particular el de los niños, es un misterio que la Iglesia Católica aborda con fe y esperanza. A través del ejemplo de los Santos Inocentes y la profunda conexión con la Pasión de Cristo, la Iglesia enseña que este dolor puede tener un significado redentor. La misericordia de Dios y la ternura de Jesús hacia los niños permiten esperar la salvación para aquellos que mueren sin el Bautismo. La Iglesia está llamada a proteger la vida y a proclamar la esperanza en medio de las tragedias, confiando en que el amor de Dios transforma el sufrimiento en una oportunidad de unión con Cristo y de contribución a la salvación del mundo.
Citas
«ámbitos» para aprender y practicar la esperanza - II. Acción y sufrimiento como ámbitos para aprender la esperanza, Papa Benedicto XVI. Spe Salvi, § 36 (2007). ↩
Esperanza cristiana - 5. Raquel «llora a sus hijos», pero… «hay esperanza para tu descendencia» (Jer 31), Papa Francisco. Audiencia General del 4 de enero de 2017: Esperanza cristiana - 5. Raquel «llora a sus hijos», pero… «hay esperanza para tu descendencia» (Jer 31) (2017). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Basil Cole, O.P. ¿Santo Tomás y la «Buena Noticia» del Castigo? , § 9. ↩
«ámbitos» para aprender y practicar la esperanza - II. Acción y sufrimiento como ámbitos para aprender la esperanza, Papa Benedicto XVI. Spe Salvi, § 37 (2007). ↩
Parte segunda: Orientaciones para la armonización de la piedad popular con la liturgia - Capítulo cuatro: El año litúrgico y la piedad popular - Tiempo de Navidad - La fiesta de los santos inocentes, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: Principios y Orientaciones, § 113 (2001). ↩ ↩2
Introducción, Comisión Teológica Internacional. La esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados, § 5 (2007). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Santos inocentes, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Holy Innocents. ↩ ↩2 ↩3
B28: Los santos inocentes (c. A.U.C. 750), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 630. ↩ ↩2
B3. Spes orans razones para la esperanza - 3.2. Filantropía misericordiosa de Dios, Comisión Teológica Internacional. La esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados, § 86 (2007). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Homilía sobre Mateo, Juan Crisóstomo. Homilía 9 sobre Mateo, § 4 (392). ↩
Capítulo III - No matarás - La santa ley de Dios - «Yo hago morir y Yo hago vivir» (Dt 32, 39): La tragedia de la eutanasia, Papa Juan Pablo II. Evangelium Vitae, § 67 (1995). ↩ ↩2 ↩3
John M. McDermott, S.J. El sentido cristiano del sufrimiento, § 29. ↩ ↩2
Adrian J. Reimers. El sufrimiento humano y la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II, § 14. ↩
«ámbitos» para aprender y practicar la esperanza - II. Acción y sufrimiento como ámbitos para aprender la esperanza, Papa Benedicto XVI. Spe Salvi, § 39 (2007). ↩ ↩2
Comisión Teológica Internacional. La esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados (2007). ↩
Catecismo de la Iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1283 (1992). ↩
Basil Cole, O.P. ¿Está el limbo listo para ser abolido? Limbo Revisitado, § 2. ↩ ↩2
La tradición, Basil Cole, O.P. ¿Está el limbo listo para ser abolido? Limbo Revisitado, § 3. ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 17 de agosto de 1994, § 4 (1994). ↩
L’innocenza prepara invoca affretta la pace, Papa Pablo VI. 1 de enero de 1968: Celebración de la Misa en el Hospital «Bambino Gesù» en la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (1968). ↩