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Talmud

Talmud
Un conjunto completo del Talmud babilónico. Original, Reuvenk, CC BY 3.0 📄

El Talmud es una de las obras fundamentales del judaísmo rabínico, que recopila y expande las tradiciones orales judías complementarias a la Torá escrita. Desde la perspectiva católica, se considera un texto clave para comprender la evolución del pensamiento judío posterior a la destrucción del Templo de Jerusalén, aunque la Iglesia Católica lo aborda con respeto a las raíces compartidas en el Antiguo Testamento, sin equipararlo a la Revelación cristiana. Este artículo explora su definición, origen histórico, estructura, contenido y su relevancia en el diálogo judeo-católico, destacando cómo la tradición católica valora el patrimonio judío como base de la fe cristiana, en línea con documentos como Nostra aetate del Concilio Vaticano II.

Tabla de contenido

Definición y origen

El Talmud representa el corpus central de la ley y la tradición judía postbíblica, sirviendo como guía para la interpretación y aplicación de los preceptos mosaicos en la vida cotidiana. Surgió en un contexto de preservación de la identidad judía tras la diáspora, cuando las costumbres orales transmitidas desde Moisés en el Sinaí necesitaban ser sistematizadas para enfrentar nuevos desafíos sociales y religiosos.

Etimología y significado

La palabra Talmud deriva del verbo hebreo lamad, que significa «enseñar» o «estudiar», en su forma pi’el intensiva, lo que implica una acción de instrucción profunda y repetida.1 Originalmente, designaba la doctrina o el estudio en general, pero con el tiempo se aplicó específicamente a las explicaciones y justificaciones de las normas religiosas y legales judías, conocidas como halajá (conducta). En su sentido más amplio, el término abarca tanto la enseñanza como el objeto de estudio, diferenciándose de la Torá escrita, que es la base inalterable de la fe judía.

Desde la óptica católica, este énfasis en la tradición oral resuena con la propia valoración eclesial de la Tradición apostólica, que complementa la Escritura Sagrada. La Iglesia, en su magisterio, reconoce que el judaísmo, como religión matriz, desarrolló estas tradiciones para regular la vida comunitaria, aunque advierte contra interpretaciones que contradigan la plenitud revelada en Cristo.

Componentes principales: Mishná y Guemará

El Talmud se compone de dos elementos esenciales: la Mishná y la Guemará. La Mishná, cuyo nombre significa «repetición» o «estudio», es una codificación de las leyes orales judías elaborada alrededor del año 200 d.C. por el rabino Yehudá ha-Nasí (Judá el Príncipe). Esta obra sistematiza las halajot (normas legales) transmitidas oralmente desde tiempos inmemoriales, atribuidas incluso a revelaciones mosaicas en el Sinaí.1

La Guemará, por su parte, significa «completación» y consiste en las discusiones rabínicas sobre la Mishná, realizadas en las academias de Palestina y Babilonia entre los siglos III y V d.C. Estas debates, conocidos como Amoraim (explicadores), analizan, interpretan y amplían las enseñanzas mishnaicas, incorporando tanto aspectos legales (halajá) como narrativos y éticos (aggadá). La combinación de Mishná y Guemará forma el Talmud propiamente dicho, existiendo dos versiones principales: el Talmud de Jerusalén (o palestino) y el de Babilonia.

En la tradición católica, estos componentes ilustran la meticulosidad judía en la preservación de la Ley, un valor que la Iglesia aprecia como precursor de su propia exégesis bíblica, aunque siempre subordinada a la interpretación neotestamentaria.

Historia del Talmud

La génesis del Talmud se remonta a la época postexílica, cuando el judaísmo, tras la destrucción del Primer Templo por los babilonios en 586 a.C., se centró en la observancia de la Ley como pilar de la comunidad. Esdras y los escribas posteriores fomentaron la transmisión oral de interpretaciones para adaptar la Torá a realidades cambiantes, sin alterar su texto sagrado.

La redacción de la Mishná

La Mishná surgió en un período de crisis: la revuelta de Bar Kojba (132-135 d.C.) y la subsiguiente dispersión judía. Yehudá ha-Nasí compiló las tradiciones de los Tanaim (maestros de la era mishnaica, ca. 10 a.C.-220 d.C.), organizándolas en seis órdenes temáticos. Esta obra no pretendía ser exhaustiva, sino un manual pedagógico para el estudio repetitivo, similar a cómo la Iglesia usa catecismos para transmitir la doctrina.1

La Iglesia Católica, en su estudio de las raíces judías, ve en esta codificación un paralelo con los Padres de la Iglesia, quienes también sistematizaron interpretaciones patrísticas para defender la fe ortodoxa.

Desarrollo de la Guemará: Versiones palestina y babilónica

Tras la Mishná, las academias rabínicas en Tiberíades (Palestina) y Sura y Pumbedita (Babilonia) elaboraron la Guemará. El Talmud palestino, completado hacia el 400 d.C., es más conciso y se centra en leyes aplicables a la Tierra de Israel. El babilónico, finalizado en el siglo VI d.C. por los Saboraim (reflexionadores), es más extenso —cuatro veces mayor— y se convirtió en la autoridad principal del judaísmo debido a su profundidad dialéctica.1

La versión babilónica, redactada en arameo oriental, omite tratados mishnaicos irrelevantes fuera de Palestina, como los relacionados con el Templo. Históricamente, el Talmud babilónico influyó más en la diáspora judía, un hecho que la teología católica considera al analizar la continuidad del pueblo judío como testigo de la Alianza eterna, según Romanos 11.

Contenido y estructura

El Talmud abarca una vasta gama de temas, desde lo ritual hasta lo ético, reflejando la integralidad de la vida judía. Su estilo dialéctico, con preguntas y respuestas entrelazadas, fomenta el debate intelectual, un método que resuena con la escolástica católica medieval.

Los seis órdenes (Sedarim)

La Mishná se divide en seis sedarim (órdenes), que la Guemará comenta selectivamente:

Cada orden contiene tratados (masejot), capítulos (peraqim) y preceptos. La aggadá intercala narraciones morales, midrash y leyendas, enriqueciendo el texto con sabiduría espiritual.

Desde la perspectiva católica, estos órdenes destacan la dimensión holística de la Ley mosaica, que Cristo cumplió y elevó en el Evangelio, como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 577-582).

El Talmud en la tradición católica

La Iglesia Católica ha interactuado con el Talmud a lo largo de la historia, inicialmente con cautela debido a censuras medievales por pasajes controvertidos, pero en la era moderna con un enfoque dialogante. Documentos como la declaración Nostra aetate (1965) subrayan el vínculo indeleble entre judíos y cristianos, invitando a un estudio respetuoso de textos como el Talmud para fomentar la comprensión mutua.2,3

Referencias históricas en la Iglesia

En la Edad Media, la Iglesia censuró ediciones del Talmud por temor a interpretaciones anticristianas, pero eruditos católicos como San Jerónimo consultaron tradiciones judías para su Vulgata. El Concilio de Trento y encíclicas posteriores, como Spiritus Paraclitus de Benedicto XV (1920), defienden el estudio crítico de la Escritura y tradiciones afines, sin rechazar el valor histórico del Talmud.4

Papa Pío XI, en Mit Brennender Sorge (1937), condenó el antisemitismo nazi al afirmar la importancia del Antiguo Testamento, base compartida con el Talmud.5 En el siglo XX, el diálogo interreligioso promovió el conocimiento del Talmud como puente cultural.

Diálogo judeo-católico y el Talmud

El Concilio Vaticano II revolucionó las relaciones, repudiando el antisemitismo y reconociendo la herencia judía.6 Juan Pablo II, en discursos como el de 1986, enfatizó el respeto por el judaísmo, incluyendo sus textos sagrados.3 La Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo (1998) en We Remember invita a examinar el pasado para purificar la memoria, valorando el Talmud como expresión de la fe judía postcristiana.7

Hoy, teólogos católicos como Roch Kereszty destacan cómo el Talmud ilustra la providencia divina sobre Israel, alineándose con la enseñanza de Romanos 11:29 sobre la irrevocabilidad de la Alianza.8,9 Este enfoque promueve el respeto mutuo, evitando lecturas anacrónicas.

Ediciones y traducciones

Las primeras ediciones impresas del Talmud datan del siglo XVI, como la de Daniel Bomberg en Venecia (1520-1543), que estandarizó la paginación (folios 'a' y 'b'). Versiones censuradas por la Inquisición omitieron pasajes sensibles, pero ediciones modernas restauran el texto original.1

Traducciones al latín aparecieron en el siglo XVIII (Ugolini), y al francés en el XIX (Schwab). En español, existen versiones parciales, aunque el acceso completo es digital. La Iglesia Católica, a través de bibliotecas vaticanas, preserva manuscritos talmúdicos para estudios académicos.

Influencia y legado

El Talmud ha moldeado el judaísmo rabínico, influyendo en la ética, el derecho y la mística judía. Su método dialéctico inspiró pensadores como Maimónides, cuya obra Tomás de Aquino admiró.10 En el contexto católico, contribuye al diálogo interreligioso, ayudando a combatir prejuicios y a apreciar las raíces semitas de la fe cristiana.

En resumen, el Talmud no solo es un pilar judío, sino un testimonio vivo de la tradición abrahámica que enriquece la comprensión católica de la salvación historia.

Citas

  1. Talmud, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Talmud. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  2. Papa Juan Pablo II. Al Comité Internacional de Enlace (28 de octubre de 1985) - Discurso (1985).

  3. Papa Juan Pablo II. A los representantes de la comunidad judía en Sídney (26 de noviembre de 1986) - Discurso, § 4 (1986). 2

  4. Papa Benedicto XV. Spiritus Paraclitus, § 18 (1920).

  5. Papa Pío XI. Mit Brennender Sorge, § 16 (1937).

  6. Discurso de Su Santidad el papa Juan Pablo II a un simposio sobre las raíces del anti-judaísmo, Papa Juan Pablo II. A los participantes en un simposio sobre las raíces del anti-judaísmo (31 de octubre de 1997), § 1 (1997).

  7. Presentación del cardenal Edward Idris Cassidy, Comisión para las Relaciones con el Judaísmo. Recordamos. Una reflexión sobre la Shoah (16 de marzo de 1998) (1998).

  8. Roch Kereszty, O. Cist. Una Perspectiva Católica sobre la Misión de Israel, § 7.

  9. Roch Kereszty, O. Cist. Una Perspectiva Católica sobre la Misión de Israel, § 9.

  10. Roch Kereszty, O. Cist. Una Perspectiva Católica sobre la Misión de Israel, § 8.