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Cruz

Transfiguración en el monte Tabor

La Transfiguración en el monte Tabor es un episodio clave del ministerio público de Jesús, narrado en los Evangelios sinópticos, donde Cristo revela su gloria divina ante tres de sus apóstoles en un momento de oración y retiro. Este acontecimiento, que tradicionalmente se sitúa en el monte Tabor, no solo manifiesta la naturaleza divina de Jesús, sino que también anticipa su resurrección y fortalece la fe de los discípulos ante la inminente Pasión. En la tradición católica, este misterio se interpreta como una teofanía que une el Antiguo y el Nuevo Testamento, preparando a la Iglesia para la contemplación de la gloria eterna. El artículo explora su contexto bíblico, significado teológico, ubicación histórica, celebración litúrgica y su influencia en la doctrina y el arte cristiano.

Tabla de contenido

Contexto bíblico

Relato en los Evangelios sinópticos

Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas describen la Transfiguración como un evento culminante en la vida pública de Jesús, ocurrido aproximadamente una semana después de su confesión en Cesarea de Filipos. Jesús selecciona a tres discípulos cercanos —Pedro, Santiago y Juan— y los lleva a un monte alto para orar en soledad. Allí, su rostro brilla como el sol y sus vestiduras se vuelven blancas como la luz, revelando una luminosidad interior que emana de su divinidad.1

De repente, aparecen Moisés y Elías conversando con él, representando la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento, en un diálogo que alude al éxodo de Jesús hacia Jerusalén y su cumplimiento de las Escrituras. Pedro, impresionado por la visión, propone construir tres tiendas —una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías—, expresando su deseo de prolongar ese momento de gloria. Sin embargo, una nube luminosa los cubre, y una voz del Padre resuena: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadlo» (Mt 17,5), confirmando la filiación divina de Cristo y exhortando a la obediencia.1

Este episodio, ausente en el Evangelio de Juan, se presenta como una experiencia sensorial y espiritual que transforma la percepción de los apóstoles. San Pedro, en su segunda carta, lo evoca como un testimonio ocular de la majestad de Jesús, refutando a quienes dudan de su venida gloriosa (2 P 1,16-18). Los sinópticos enfatizan que Jesús ordena a los discípulos guardar silencio hasta después de su resurrección, subrayando el carácter preparatorio del evento.1

Paralelismos con otros misterios evangélicos

La Transfiguración evoca ecos del Antiguo Testamento, como la teofanía en el Sinaí, donde Moisés ve la gloria de Dios y su rostro se ilumina (Éx 34,29-35). De igual modo, la nube y la voz divina recuerdan la manifestación de Yahvé en el monte. En el Nuevo Testamento, este suceso prefigura la Resurrección y la Ascensión, donde Jesús aparece transfigurado en su cuerpo glorioso. San Pablo alude a esta transformación en sus cartas, prometiendo que los fieles serán conformados a la imagen gloriosa de Cristo (Flp 3,21).2

Significado teológico

Revelación de la divinidad de Cristo

En el corazón de la Transfiguración yace la manifestación de la hipóstasis divina de Jesús: verdadero Dios y verdadero hombre. La luz que emana de su rostro no es un efecto exterior, sino el resplandor de su unión hipostática con el Padre, haciendo visible —por un instante— la gloria eterna que oculta bajo su humanidad.1 Los Padres de la Iglesia, como San Juan Damasceno, la describen como una epifanía que confirma la encarnación, mostrando que en Cristo se concentra el destino de la humanidad.3

Este misterio subraya la cristología católica: Jesús no es solo un profeta, sino el Hijo unigénito, en quien se cumplen las promesas mesiánicas. La presencia de Moisés y Elías simboliza la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, con Cristo como centro de la historia de la salvación. La voz del Padre reitera la declaración del Bautismo en el Jordán, invitando a la escucha obediente como vía de fe.4

Preparación para la Pasión y la Resurrección

La Transfiguración ocurre en un momento crítico: Jesús ha anunciado su muerte inminente, y los apóstoles luchan por comprenderlo. Este prodigio fortalece su fe, ofreciendo un anticipo de la gloria pascual que seguirá a la cruz. Como explica el Catecismo de la Iglesia Católica, el ascenso al monte alto prepara para el ascenso al Calvario, manifestando en Cristo —cabeza de la Iglesia— la esperanza de gloria que irradia en los sacramentos.5

Teológicamente, invita a los creyentes a unir el sufrimiento con la esperanza: la cruz no es el fin, sino el camino a la transfiguración personal. En la tradición, se ve como un consuelo para los discípulos ante las persecuciones, recordando que la Iglesia, en su peregrinaje, contempla el rostro transfigurado de Cristo para no desfallecer ante su rostro desfigurado en la cruz.6

El monte Tabor

Tradición e identificación histórica

La tradición cristiana identifica el lugar de la Transfiguración con el monte Tabor, una colina de 588 metros en la Baja Galilea, Israel, conocida por su forma cónica y su posición estratégica en la llanura de Esdrelón. Desde los primeros siglos, autores como San Cirilo de Jerusalén y San Juan Damasceno la señalan como el sitio del evento, asociándola con la oración solitaria de Jesús.7 Excavaciones arqueológicas revelan restos de una basílica bizantina del siglo IV en su cima, dedicada a la Transfiguración, y una iglesia franciscana actual que custodia el santuario.

Sin embargo, algunos eruditos proponen el monte Hermón —más alto y nevado— como alternativa, basados en la proximidad a Cesarea de Filipos. La tradición mayoritaria, avalada por la Iglesia, favorece el Tabor por su simbolismo: evoca el monte de la unción de los reyes y la visión profética de Isaías (Is 2,1-4). Hoy, el Tabor es un lugar de peregrinación, con vistas panorámicas que inspiran la contemplación.1

Simbolismo geográfico y espiritual

El Tabor representa el ascenso espiritual: un lugar apartado que simboliza el retiro de Jesús para la oración, invitando a los fieles a subir en espíritu hacia Dios. En la espiritualidad católica, se asocia con la transformación interior, donde el alma, en oración ferviente, recibe el rocío de las consolaciones divinas.7

Celebración litúrgica

Fiesta de la Transfiguración

La Iglesia Católica celebra la Transfiguración el 6 de agosto, una fiesta de precepto en algunas regiones orientales y doble de segunda clase en la universal desde 1911. Instituida en el siglo IV en Oriente —posiblemente sustituyendo fiestas paganas—, se extendió en Occidente gracias al papa Calixto III en 1456, conmemorando la victoria sobre los turcos en Belgrado.8 En la liturgia bizantina, incluye vigilia y octava, con bendición de frutos como uvas, simbolizando la dulzura de la gracia.8

En la Cuaresma, el segundo domingo la presenta como preparación pascual, uniendo penitencia y esperanza.9 El papa Pío XI compuso el oficio litúrgico, enfatizando la gloria de Cristo.10

Costumbres y ritos

En Roma, el papa usa vino nuevo en la Misa o bendice uvas. En Oriente, se bendicen frutas, recordando la transfiguración de la creación. La lectura evangélica (Mt 17,1-9) y el prefacio litúrgico destacan la luz divina que ilumina el camino de la Iglesia.8

En la tradición católica

Enseñanzas papales

Los pontífices han profundizado en este misterio. Pablo VI lo describe como una revelación gradual de Jesús como luz del mundo, centro de la vida cristiana.3 Juan Pablo II, en homilías cuaresimales, lo ve como preparación para la Pasqua, uniendo la gloria con la cruz y exhortando a la misión de transfigurar el mundo.10,9,11,12,13,14,15 En Vita Consecrata, lo presenta como modelo para la Iglesia, que contempla a Cristo para fortalecerse en la fe.6 Benedicto XVI y Francisco han reiterado su llamada a la escucha del Hijo en tiempos de prueba.

En el Catecismo y la doctrina

El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 568) lo vincula a los sacramentos, donde la Iglesia irradia la esperanza de gloria.5 San León Magno lo interpreta como anticipo de la resurrección corporal. En la espiritualidad, inspira la oración contemplativa, transformando al fiel en imagen de Cristo.2

Representaciones artísticas

La Transfiguración ha inspirado obras maestras. Rafael, en su famoso lienzo (1516-1520), muestra a Jesús radiante entre Moisés y Elías, con los apóstoles atónitos abajo, simbolizando la dualidad de gloria y misterio.10 Bellini y Perugino también la retrataron, enfatizando la luz divina. En mosaicos bizantinos del Tabor, la escena resalta la teofanía. En la música sacra, como el Canon de San Juan Damasceno, invita a la alabanza trinitaria.2

En la iconografía, la nube y la voz paterna subrayan la Trinidad, fomentando la devoción eucarística, donde Cristo se transfigura en el pan y el vino.

En resumen, la Transfiguración en el monte Tabor no es solo un milagro histórico, sino un llamado perenne a la fe, la obediencia y la esperanza en la gloria eterna, iluminando el camino de la Iglesia hacia la Pascua definitiva.

Citas

  1. Transfiguración, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Transfiguración. 2 3 4 5

  2. La Transfiguración, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 26 de abril de 2000, § 5 (2000). 2 3

  3. Papa Pablo VI. 7 de marzo de 1971: Visita a la Parroquia Romana de «San Luis Grignion de Montfort» (1971). 2

  4. Papa Juan Pablo II. 15 de marzo de 1981: Visita pastoral a la parroquia de Nuestra Señora de Coromoto en Roma - Homilía, § 3 (1981).

  5. Sección dos 1. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 568. 2

  6. Capítulo 1 - «y se transfiguró ante ellos…», Papa Juan Pablo II. Vita Consecrata, § 15 (1996). 2

  7. B6: La Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo, Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 273. 2

  8. Fiesta de la Transfiguración de Cristo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Fiesta de la Transfiguración de Cristo. 2 3

  9. Papa Juan Pablo II. 12 de marzo de 1995: Visita pastoral a la parroquia de «Santa Juana Antida Thouret» en Roma - Homilía (1995). 2

  10. Papa Juan Pablo II. 7 de marzo de 1993: Visita pastoral a la parroquia de la Transfiguración en Roma - Homilía (1993). 2 3

  11. Papa Juan Pablo II. 11 de marzo de 1990: Visita pastoral a la parroquia de «San Policarpo» en Roma - Homilía, § 2 (1990).

  12. Papa Juan Pablo II. Visita pastoral a la parroquia de la Transfiguración de Jesucristo en Roma (7 de marzo de 1993) (1993).

  13. Papa Juan Pablo II. 24 de febrero de 1991: Visita pastoral a la parroquia de la Santísima Trinidad en Roma - Homilía (1991).

  14. Papa Juan Pablo II. 3 de marzo de 1985: Visita a la parroquia romana de San Tarcisio en «IV Miglio» (Roma) - Homilía, § 5 (1985).

  15. Papa Juan Pablo II. 3 de marzo de 1996: Visita a la Parroquia de Santa Bibiana en Roma - Homilía (1996).