Trapenses

Los trapenses, formalmente conocidos como la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (O.C.S.O.), son una rama reformada de la Orden Cisterciense. Su vida monástica se caracteriza por una estricta adhesión a la Regla de San Benito, enfatizando la oración asidua, el silencio perpetuo, la soledad, la austeridad y el trabajo manual. Fundados en el siglo XVII en la abadía de La Trappe en Francia por el abad Armand Jean le Bouthillier de Rancé, los trapenses buscan una vida de contemplación profunda y amor incondicional a Dios y a la humanidad, ofreciendo sus vidas como un sacrificio de alabanza e intercesión por el mundo.
Tabla de contenido
Orígenes y Fundación
La Orden Cisterciense de la Estricta Observancia tiene sus raíces en la reforma cisterciense del siglo XVII, aunque la Orden Cisterciense original fue establecida en 1098 por San Roberto de Molesmes en Cîteaux, Francia1,2,3. San Roberto, junto con San Alberico y San Esteban Harding, buscó restaurar la observancia literal de la Regla de San Benito, reaccionando contra la laxitud que había surgido en otros monasterios benedictinos1,4,3. La vida cisterciense primitiva se caracterizaba por la simplicidad, la pobreza y el trabajo manual, con una dedicación total a la experiencia de Dios4.
Con el tiempo, las austeridades primitivas de los cistercienses disminuyeron, principalmente debido a la introducción de abades comendatarios, disturbios políticos y la inconstancia humana5. A pesar de numerosos intentos de reforma en varios países, la más duradera y de mayor alcance fue la iniciada por el abad Armand Jean le Bouthillier de Rancé en la abadía de La Trappe5.
La Reforma de La Trappe
En el siglo XVII, la abadía de La Trappe, como muchas otras, había experimentado una relajación de la disciplina5. Armand Jean le Bouthillier de Rancé, quien se convirtió en abad de La Trappe en 1663, emprendió una profunda reforma de la vida monástica. Su reforma buscaba restaurar la estricta observancia de la Regla de San Benito, incluso superando en severidad a las prácticas de la antigua Cîteaux5. Aunque la abadía de La Trappe floreció bajo su liderazgo, la extensión de esta reforma fuera de sus muros fue lenta debido al espíritu materialista y sensualista de la época5.
La reforma de Rancé enfatizó el silencio perpetuo, excepto en casos de necesidad o con permiso expreso del superior5. La jornada de los monjes se dividía entre el Oficio Divino, el trabajo agrícola y otras labores manuales, y períodos para la lectura y el estudio5. Se prohibió la carne, el pescado y los huevos, excepto para los enfermos, y la dieta consistía en pan, verduras y frutas, con leche y queso permitidos fuera de Adviento, Cuaresma y los viernes fuera del tiempo pascual5. Los monjes dormían en un dormitorio común, en camas sencillas, y estaban obligados a dormir con su vestimenta regular5.
Características de la Vida Trapense
La vida trapense es estrictamente cenobítica, lo que significa que se vive en comunidad en su forma más absoluta1. Los monjes y monjas trapenses centran su vida contemplativa en la oración asidua, que es una expresión de su amor a Dios y a los hombres6. Viven en el silencio y la soledad de sus monasterios, los cuales rara vez abandonan, protegidos por la disciplina de la clausura, libre y resueltamente elegida por el gran bien espiritual que proporciona6.
Oración y Contemplación
La oración es el corazón de la vida trapense. Nada debe anteponerse a la obra de Dios (Opus Dei)6. La celebración del Oficio Divino, o Liturgia de las Horas, constituye el sacrificio de alabanza que ofrecen a Dios, intercediendo por la salvación del mundo6,7,8. La lectio divina, la meditación de la Palabra de Dios, es una fuente de oración y una escuela de contemplación para ellos6,9,8. Esta meditación permite al alma un dulce intercambio con Dios, profundizando el conocimiento de la Escritura9.
La vida en los monasterios trapenses es un testimonio del alto ideal de santidad, que se resume en un amor incondicional a Dios y, como reflejo, un amor que en la oración abraza místicamente a toda la humanidad10. Los trapenses no viven como ermitaños en comunidad, sino como cenobitas en un tipo especial de desierto, donde Dios se manifiesta tanto en la soledad personal como en la solidaridad comunitaria10.
Silencio y Soledad
El silencio es una herencia sagrada de la Orden Trapense y conserva su importancia en la actualidad9. No se trata solo de abstenerse de palabras, sino de dirigir todas las fuerzas del alma de las cosas transitorias y vanas hacia Dios9. El silencio externo en los monasterios es un signo de este silencio interior9. La clausura, según el derecho canónico, es perpetua en todas las casas5. A los religiosos nunca se les permite hablar entre sí, aunque el encargado de un trabajo puede dar las instrucciones necesarias, y todos tienen derecho a conversar con los superiores en cualquier momento, excepto durante las horas de la noche, conocidas como el «gran silencio»5. Este retiro del ruido del mundo es esencial para la vida espiritual de la familia cisterciense9.
Austeridad y Trabajo Manual
Los trapenses aceptan con alegría una gran austeridad, ya que les ayuda poderosamente a centrarse en lo esencial y les une más íntimamente a Cristo6. La vida trapense es pobre, humilde, vivida en penitencia y silencio11.
El trabajo manual es una característica fundamental de la vida trapense, siguiendo la tradición benedictina del «Ora et Labora» (ora y trabaja)1,12,13,14,15. Los monjes están obligados a vivir del trabajo de sus manos, realizando labores como el cultivo de la tierra y la cría de ganado, lo que les permite ser autosuficientes5. Este trabajo es un ejercicio de la virtud de la pobreza y una forma de participar en la obra creadora de Dios y en el servicio a la humanidad12,13. El trabajo, ofrecido a Dios, asocia al hombre con la obra de redención de Jesucristo12. Sin embargo, el trabajo nunca debe sofocar el espíritu de contemplación, manteniendo un equilibrio entre la búsqueda de lo Absoluto y las tareas diarias13.
Caridad Fraterna y Obediencia
La Carta de Caridad, que establece las modalidades de su vocación, también enfatiza la caridad fraterna que los une6. Se preocupan de que «nadie sea turbado o entristecido en la casa de Dios» y de que cada claustro sea un lugar donde se experimente que «es bueno que los hermanos habiten juntos»6. Los trapenses buscan a Dios en la imitación de Cristo, bajo la guía de los superiores6. Mantienen la unidad de la familia religiosa, siguiendo el espíritu de la «Carta de Caridad» que dice: «En nuestros actos no haya discordia, sino que vivamos con una sola caridad, una sola regla y costumbres similares»11,16.
La Orden en la Actualidad
La Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, a principios del siglo XX (1908), contaba con 71 monasterios de hombres y más de 4000 miembros, distribuidos en varios países de Europa, Asia, África y América1. Hoy en día, los trapenses continúan su misión de vida contemplativa, ofreciendo una oración incesante por el ministerio del Papa y por las intenciones y necesidades de toda la comunidad eclesial17.
Su vocación de vida de recogimiento en las casas trapenses sigue siendo un testimonio valioso en la cultura actual, que a menudo busca bienes engañosos y paraísos artificiales10. La vida trapense, con su equilibrio entre la contemplación personal y la unión con la liturgia de la Iglesia, constituye un tesoro para todo el pueblo cristiano10.
La formación para la vida trapense incluye un noviciado de dos años, durante el cual el novicio es formado en la vida religiosa5. Después de este período, se hacen votos simples pero perpetuos, seguidos de votos solemnes al cabo de tres o, en casos especiales, cinco años5. Además de los religiosos de coro, existen hermanos legos que se dedican principalmente al trabajo manual y tienen oraciones especiales asignadas para las mismas horas del día5.
Errores Comunes sobre los Trapenses
Es importante desmentir algunas costumbres que, por ignorancia, se han atribuido a la orden5. Los monjes no se saludan con un «memento mori» (recuerda que morirás), ni cavan una parte de su tumba cada día5. Al encontrarse, se saludan con una inclinación de cabeza, y las tumbas se cavan solo cuando un hermano está listo para ser sepultado5.
Conclusión
Los trapenses, como herederos de la tradición benedictina y cisterciense, continúan ofreciendo un testimonio vital de la búsqueda de Dios en el silencio, la soledad, la oración y el trabajo. Su vida austera y contemplativa, arraigada en un amor profundo por Cristo, es un faro de santidad que intercede por la Iglesia y el mundo, manteniendo un equilibrio entre la intimidad divina y la solidaridad fraterna.
Citas
Cistercienses, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Cistercienses. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Abadía de Cîteaux, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Abadía de Cîteaux. ↩
Alban Butler. Butler’s Vidas de los Santos: Volumen II, § 194. ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. A los miembros de la Familia Cisterciense con motivo del Noveno Centenario de la Fundación de la Abadía de Cîteaux (6 de marzo de 1998) - Discurso, § 2 (1998). ↩ ↩2
Trapenses, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Trapenses. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18
Papa Juan Pablo II. A los miembros de la Orden Cisterciense Reformada (17 de diciembre de 1987) - Discurso, § 2 (1987). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Papa Juan Pablo II. A los participantes en la conferencia sobre San Bernardo de Claraval con motivo del IX centenario de su nacimiento, Castel Gandolfo (14 de septiembre de 1990) - Discurso, § 4 (1990). ↩
Papa Juan Pablo II. A la Comunidad del Colegio Internacional San Bernardo en Urbe (3 de mayo de 2001) - Discurso, § 2 (2001). ↩ ↩2
Papa Pablo VI. A la Orden Cisterciense Reformada (Trapenses) (29 de marzo de 1969) - Discurso, § 1 (1969). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
A la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, Papa Juan Pablo II. A la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (19 de septiembre de 2002), § 3 (2002). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Pablo VI. A la Orden Cisterciense Reformada (Trapenses) (29 de marzo de 1969) - Discurso, § 3 (1969). ↩ ↩2
Papa Pablo VI. A la Orden Cisterciense Reformada (Trapenses) (29 de marzo de 1969) - Discurso, § 4 (1969). ↩ ↩2 ↩3
Obra, Papa Francisco. Vultum Dei quaerere, § 32 (2016). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Mensaje a los Misioneros de Mariannhill (26 de octubre de 2002) - Discurso (2002). ↩
Capítulo tres - III. La crisis y los efectos del antropocentrismo moderno - La necesidad de proteger el empleo. Papa Francisco. Laudato Si, § 126. ↩
Monacato Occidental, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Monacato Occidental. ↩
A la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, Papa Juan Pablo II. A la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (19 de septiembre de 2002), § 1 (2002). ↩