Ut Unum Sint
Ut Unum Sint es la encíclica ecuménica publicada por el Papa Juan Pablo II el 25 de marzo de 1995, cuyo título latino significa «¡Que sean uno!». En ella el pontífice convoca a la Iglesia católica a profundizar el diálogo y la cooperación con todas las comunidades cristianas, a reconsiderar el ejercicio del primado del Obispo de Roma y a promover una «diálogo de verdad» sustentado por el «diálogo de amor» con el fin de alcanzar la plena comunión que Cristo deseó para sus discípulos1. La encíclica se inscribe en el marco del Concilio Vaticano II y del Decreto Unitatis Redintegratio, y ha marcado la dirección del ecumenismo católico en las últimas tres décadas.
Tabla de contenido
Contexto histórico y eclesiástico
El Concilio Vaticano II y la llamada a la unidad
El Concilio, a través de la Constitución Lumen Gentium y el Decreto Unitatis Redintegratio, afirmó que la unidad es una característica esencial de la Iglesia y que «la división entre cristianos escandaliza al mundo y daña la misión evangelizadora»2. Juan Pablo II tomó esa base conciliar para redactar una encíclica que actualizara y profundizara ese llamado a la unidad.
Publicación y recepción inicial
La encíclica se presentó en 1995, año que coincidió con la aproximación del milenio cristiano, y fue anunciada en la audiencia general del 17 de enero de 1996, donde el Papa resaltó la necesidad de «unirnos en la fe y en la caridad» y de abordar el primado del Obispo de Roma como obstáculo histórico a la plena comunión3. En los años siguientes, el pontífice reiteró su invitación al diálogo fraternal en diversas intervenciones, como la peregrinación al Monte Sinaí en 20004.
Fundamentos teológicos
La oración de Jesús en la cruz
Juan Pablo II sitúa la encíclica en la oración de Jesús: «para que todos sean uno» (Jn 17, 21) y la interpreta como una exigencia divina para la Iglesia: «la unidad es el corazón de la misión del Cristo”1.
Diálogo de verdad y de amor
El documento define el ecumenismo como «diálogo de verdad, fomentado y sostenido por el diálogo de amor”5, subrayando que la búsqueda de la verdad debe ir acompañada de caridad y respeto mutuo.
El papel del Obispo de Roma
El Papa describe el primado romano como «ministerio de unidad» que debe ejercer‑se como «servicio de amor» y no como imposición unilateral6,7. Propone un «diálogo paciente y fraternal» para descubrir formas de ejercer ese primado que sean aceptables para todas las iglesias6.
Temas centrales de la encíclica
Llamado a la unidad cristiana
Desde el inicio, la encíclica proclama que «la Iglesia desea nada menos que la plena comunión entre Oriente y Occidente”8, recordando la “unidad en la diversidad” del primer milenio8.
Las «Iglesias hermanas»
Juan Pablo II reconoce la existencia de una «imperfecta comunión» con otras comunidades cristianas, señalando elementos de fe, sacramentos y episcopado que ya comparten9. Destaca la necesidad de profundizar esa comunión mediante la oración, el ejemplo y la fidelidad a la tradición oriental5.
Diálogo teológico y pastoral
La encíclica enumera áreas de estudio conjunto (Escritura y Tradición, Eucaristía, Ordenación, Magisterio y Mariología) y advierte contra el «irénismo» y la «indiferencia» que podrían diluir la verdad doctrinal10. Además, subraya la importancia de la colaboración práctica, como la Comisión Internacional Conjunta de Diálogo Teológico con la Iglesia Ortodoxa, que ha logrado avances significativos en la comprensión mutua11.
Conversión de corazones y oración
El Papa insiste en que el ecumenismo requiere una «conversión interior» y una vida de oración constante, describiendo la «conversión del corazón» como condición indispensable para la reconciliación entre los cristianos12,13.
Implementación y resultados
Comisiones internacionales de diálogo
Desde 1979, la Comisión Internacional Conjunta entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa ha trabajado en temas doctrinales y sacramentales, logrando «profundas declaraciones de fe común» y reconociendo la importancia de la sucesión apostólica11.
Acciones pastorales y litúrgicas
El documento autoriza, bajo ciertas condiciones, la participación en sacramentos y liturgias de otras iglesias como expresión de caridad y unidad, siempre respetando la integridad doctrinal14.
Influencia papal posterior
El pontificado de Benedicto XVI retomó la defensa del primado como «principio visible y perpetuo de la unidad» (cf. Ecclesiae Unitatem) y reforzó la necesidad de que el Papa sea garante de la unidad ecuménica15. El actual Papa León XIV ha reiterado la urgencia del ecumenismo en sus audiencias y documentos, manteniendo viva la visión de Juan Pablo II.
Críticas y desafíos
Obstáculos históricos
El primado romano sigue siendo percibido como un «mayor obstáculo histórico» por la Iglesia Ortodoxa, aunque la encíclica propone «formas de ministerio que puedan ser reconocidas por todos”3.
Diferencias doctrinales persistentes
Aún existen divergencias sobre la Eucaristía, el ministerio ordenado y la autoridad magisterial, que la encíclica identifica como áreas que requieren «estudio más profundo» antes de alcanzar un consenso pleno10.
Legado y relevancia actual
Ut Unum Sint sigue siendo el documento de referencia para el ecumenismo católico contemporáneo. Sus principios guían iniciativas de diálogo interconfesional, proyectos de oración conjunta y esfuerzos pastorales en todo el mundo. La encíclica ha inspirado documentos posteriores, como la Carta a los obispos de Ucrania (1999) y la Declaración de la Comisión Internacional Conjunta (2003), que continúan la misión de «buscar la unidad que Cristo desea”13,16.
Citas
Capítulo I - El camino del ecumenismo: El camino de la Iglesia, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint, § 9 (1995). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. 13 de noviembre de 2004, Primeras Vísperas con motivo del 40 aniversario de la promulgación del Decreto Conciliar «Unitatis Redintegratio», § 3 (2004). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 17 de enero de 1996 (1996). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Peregrinación Jubilar al Monte Sinaí: Encuentro ecuménico en la nueva Catedral de Nuestra Señora de Egipto, en El Cairo (25 de febrero de 2000) - Discurso, § 4 (2000). ↩
Papa Juan Pablo II. Carta Apostólica con motivo del 350 aniversario de la Unión de Úzhgorod, § 4 (1997). ↩ ↩2
Capítulo III - El ministerio de unidad del Obispo de Roma, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint, § 96 (1995). ↩ ↩2
Introducción - «encontrar una forma de ejercer el primado»: Intervenciones papales, Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. El Obispo de Roma, § Introducción.3 (2024). ↩
Capítulo II - Iglesias hermanas, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint, § 61 (1995). ↩ ↩2
Ut unum sint, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint (1995). ↩
Capítulo III - Un diálogo que continúa y se profundiza, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint, § 79 (1995). ↩ ↩2
Capítulo II - Iglesias hermanas, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint, § 59 (1995). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Viaje Apostólico en Polonia: 31 de mayo de 1997, Servicio de oración ecuménica, § 4 (1997). ↩
Papa Juan Pablo II. A los Obispos de Ucrania con motivo de su visita «ad limina Apostolorum» (25 de marzo de 1999) - Discurso, § 6 (1999). ↩ ↩2
Capítulo II - Iglesias hermanas, Papa Juan Pablo II. Ut Unum Sint, § 58 (1995). ↩
Papa Benedicto XVI. Ecclesiae Unitatem, § 1 (2009). ↩
Papa Juan Pablo II. Mensaje a los participantes en el Congreso de Laicos Católicos de Europa del Este (4 de octubre de 2003), § 5 (2003). ↩