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Vida activa

La vida activa en la tradición católica se refiere a un modo de existencia centrado en el servicio a los demás y la participación en la misión de la Iglesia a través de obras de caridad y apostolado. Aunque se distingue de la vida contemplativa, no es opuesta a ella, sino que busca una integración profunda entre la acción y la oración, donde la actividad se convierte en una fuente de unión con Dios y un camino hacia la santidad. Este artículo explorará la naturaleza de la vida activa, su relación con la vida contemplativa, y cómo los católicos, tanto religiosos como laicos, están llamados a vivirla.

Tabla de contenido

Naturaleza y Significado de la Vida Activa

La vida activa se caracteriza por la participación en la misión de Cristo continuada en la historia del mundo, que consiste principalmente en la coparticipación en la obediencia de Aquel que se ofreció al Padre para la vida del mundo1. No se trata simplemente de una actividad exterior, sino de una actividad apostólica y caritativa inspirada y motivada por el Espíritu Santo2. Esta actividad es inherente a la vida religiosa, ya que los institutos reciben un ministerio sagrado y una obra especial de caridad de la Iglesia para ser realizados en su nombre2.

La esencia de la vida activa radica en que las actividades se santifican y se transforman en fuentes de unión con Dios1. Los religiosos, por ejemplo, dedican su servicio a Dios de una manera nueva y especial, y la profundización de la espiritualidad apostólica de sus propios institutos les ayuda a beneficiarse de las riquezas santificadoras contenidas en cada ministerio eclesial1.

Integración de Actividad y Contemplación

Una característica fundamental de la vida activa es la necesidad de integrar la acción con la contemplación. No es saludable amar el silencio mientras se huye de la interacción con los demás, o buscar la oración despreciando el servicio3. Todo puede ser aceptado e integrado en la vida de este mundo y convertirse en parte del camino hacia la santidad. Los católicos están llamados a ser contemplativos incluso en medio de la acción, y a crecer en santidad llevando a cabo su misión de manera responsable y generosa3.

La Contemplación como Fundamento de la Acción

La actividad apostólica debe estar permeada por Dios y realizada con gran pureza de intenciones y un espíritu que irradie fraternidad y armonía4. Para estar consagrados en el ámbito del trabajo diario, es necesario sentir la imperiosa necesidad de encontrar y amar a Dios en el propio obrar4. No puede haber oposición entre el trabajo y la verdadera contemplación, lo que implica trabajar para Dios y con Dios, y encontrarlo en el trabajo4. Esto, a su vez, requiere encontrar momentos particulares de intimidad irrenunciable con el Señor4.

El Papa Benedicto XVI enfatizó que la actividad de ayuda al prójimo no debe ser condenada, pero es esencial que esté imbuida del espíritu de contemplación5. La contemplación de Dios debe estar presente en todas nuestras actividades, evitando perderse en el puro activismo. Debemos permitir que la luz de la palabra de Dios penetre nuestras acciones, aprendiendo así la verdadera caridad y el verdadero servicio a los demás5.

El Trabajo como Camino de Santidad

El trabajo ordinario tiene grandes valores personales y sociales, y es parte del camino hacia la santidad6. No solo permite proveer para uno mismo y los seres queridos, sino que también une a los seres humanos en comunión y servicio mutuo, y permite participar en la obra de Dios de crear y perfeccionar el mundo6. Se requiere competencia, honestidad y un verdadero espíritu cristiano en el trabajo6.

La santidad se prueba en la vida de todos los días, en el trabajo en favor de los hermanos, como fruto de la unidad con Dios7. Está vinculada a un amor activo y efectivo hacia la Iglesia de Cristo7.

La Vida Activa en Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino aborda la relación entre la vida activa y la contemplativa, aunque sus puntos de vista pueden parecer complejos. Para Aquino, la vida activa no solo se refiere a asuntos temporales, sino también a la guía y corrección de otros en asuntos espirituales8. Argumenta que el ejercicio de las virtudes morales pertenece a la vida activa, mientras que las virtudes intelectuales pertenecen a la vida contemplativa8.

La Vida Activa como Disposición para la Contemplación

Aquino sostiene que la vida activa debe preceder a la vida contemplativa8. A menos que una persona haya liberado su alma de la pasión mediante el ejercicio de las virtudes morales (que es tarea de la vida activa), no estará preparada para la contemplación de la verdad divina8. Como dice Cristo: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8)8.

La vida activa contribuye a la contemplación de dos maneras principales:

  1. Ordena y refrena las pasiones: Detiene las pasiones de desviar el alma de las cosas inteligibles a las sensibles, especialmente a través de la virtud de la templanza y particularmente la castidad9.

  2. Somete las perturbaciones externas: Esto se logra principalmente a través de la virtud de la justicia, que previene las disputas con los demás y produce paz9.

Sin embargo, Aquino también señala que las obras externas de acción pueden ser un obstáculo para la contemplación porque no se pueden realizar acciones externas e internas al mismo tiempo, y las acciones se producen a través de las potencias sensitivas, cuya actividad inhibe la actividad intelectual9. La clave es que, si bien las obras externas pueden impedir la contemplación para el individuo que actúa, son una disposición para la contemplación en la medida en que establecen las condiciones necesarias para que otros puedan contemplar9.

La Vida Activa para Laicos y Religiosos

La vida activa no es exclusiva de los religiosos, sino que también es un camino para los laicos. El ejercicio de la vida activa, especialmente a través de las virtudes morales, es relevante tanto para los laicos como para los religiosos8.

El Ejemplo de los Laicos en la Vida Activa

El carácter secular de la vocación laica los sumerge en las profundidades del mundo6. Como cristianos laicos, tienen el derecho y el deber de participar en la vida pública –en las áreas social, económica, legal, administrativa y cultural– al servicio del bien común6. Deben dar testimonio de los valores humanos y evangélicos como la libertad, la justicia, la solidaridad, el servicio, la simplicidad de vida y un amor preferencial por los pobres6. Cada situación, actividad y responsabilidad se convierte en una oportunidad para practicar la fe, la esperanza y el amor6.

Un ejemplo moderno de vida activa laical es el del Beato José Gregorio Hernández Cisneros, médico de los pobres y apóstol de la paz10. Su vida demuestra cómo un laico, un médico y un hombre de trabajo diario, fue impulsado por el celo apostólico a realizar obras de caridad durante toda su vida10. Su ejemplo nos impulsa a comprometernos frente a los grandes problemas sociales, económicos y políticos de hoy, no quejándonos o criticando, sino promoviendo el bien y construyendo la paz y la justicia en la verdad10.

La Vida Activa en los Institutos de Vida Activa

Para los religiosos de vida apostólica, la primera obligación es estar con Cristo2. Un peligro constante para los trabajadores apostólicos es involucrarse tanto en su trabajo para el Señor que olvidan al Señor de todo trabajo2. Por lo tanto, es crucial promover la integración entre la interioridad y la actividad2.

Conclusión

La vida activa en la Iglesia Católica es un llamado a la santidad a través del servicio y el apostolado, profundamente arraigado en la unión con Dios. Lejos de ser un mero activismo, es una integración dinámica de acción y contemplación, donde cada obra se convierte en una expresión del amor divino y un camino hacia la perfección. Tanto para los religiosos como para los laicos, la vida activa es una invitación a transformar el mundo a través del Evangelio, viviendo una fe que se manifiesta en obras de caridad y justicia, siempre con la mirada puesta en el Señor.

Citas

  1. La dimensión contemplativa en la vida religiosa - II. Orientaciones para los institutos de vida activa - A. Integración de actividad y contemplación, Sagrada Congregación para los Religiosos y para los Institutos Seculares. La Dimensión Contemplativa En La Vida Religiosa, § 6 (1980). 2 3

  2. La dimensión contemplativa en la vida religiosa - II. Orientaciones para los institutos de vida activa - A. Integración de actividad y contemplación, Sagrada Congregación para los Religiosos y para los Institutos Seculares. La Dimensión Contemplativa En La Vida Religiosa, § 4 (1980). 2 3 4 5

  3. Capítulo uno - La actividad que santifica, Papa Francisco. Gaudete et exsultate, § 26 (2018). 2

  4. Papa Juan Pablo II. A las religiosas y a los miembros de los Institutos Seculares (3 de abril de 1987) - Discurso (1987). 2 3 4

  5. Hechos de los Apóstoles, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 25 de abril de 2012 (2012). 2

  6. Papa Juan Pablo II. Viaje Apostólico - Malaui: Encuentro con los representantes de los movimientos laicales en la Escuela Nuestra Señora de la Sabiduría en Blantyre (5 de mayo de 1989) - Discurso, § 4 (1989). 2 3 4 5 6 7

  7. Papa Juan Pablo II. 18 de octubre de 1991: Beatificación de la Madre Paulina en Florianópolis, Brasil - Homilía (1991). 2

  8. Capítulo 7 - Los argumentos de nuestros oponentes son refutados de manera concluyente, Tomás de Aquino. Contra la doctrina de aquellos que disuaden de la religión (Contra doctrinam retrahentium a religione), §Capítulo 7 (1270). 2 3 4 5 6

  9. Aaron Maddeford. Contemplativa Vita Est Finis Activae: El orden de la vida activa a la vida contemplativa en Aquino, § 20. 2 3 4

  10. Catequesis. La pasión por la evangelización: El celo apostólico del creyente. 20. Beato José Gregorio Hernández Cisneros, médico de los pobres y apóstol de la paz, Papa Francisco. Audiencia General del 13 de septiembre de 2023 - Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 20. Beato José Gregorio Hernández Cisneros, médico de los pobres y apóstol de la paz (2023). 2 3