Virginitas perenne
La virginitas perennis (virginidad perpetua) de María es un dogma fundamental de la fe católica que afirma que la Bienaventurada Virgen María fue virgen antes, durante y después del nacimiento de Jesucristo. Este misterio subraya la concepción milagrosa de Jesús por obra del Espíritu Santo, la preservación de la integridad física de María durante el parto y su abstinencia de relaciones conyugales después del nacimiento de Jesús, manteniendo una consagración total a Dios. La Iglesia ha profundizado en esta doctrina a lo largo de los siglos, reconociéndola como un signo de la santidad única de María y su papel en la economía de la salvación, así como un modelo para la Iglesia misma.
Tabla de contenido
Definición y Significado Teológico
La virginitas perennis es una doctrina mariana que sostiene que María fue siempre virgen: virgen antes del parto, virgen en el parto, y virgen después del parto1,2,3. Esta enseñanza ha sido consistentemente afirmada por la Iglesia Católica y es un elemento clave en la comprensión de la maternidad divina de María y su singular relación con Dios4,5.
Virginidad antes del parto (ante partum): Este aspecto se refiere a la concepción virginal de Jesús por obra del Espíritu Santo, sin intervención de varón6,7. Es un misterio de fe que la Encarnación fue un acto soberano y libre de la gracia de Dios, que no procede del mundo, sino que lo eleva8. La respuesta de María, «Hágase en mí según tu palabra» (Lucas 1:38), demuestra su libre cooperación con la gracia divina9.
Virginidad en el parto (in partu): La Iglesia enseña que el nacimiento de Cristo «no disminuyó la integridad virginal de su madre, sino que la santificó»4. Este punto subraya que María dio a luz a Jesús sin menoscabo de su integridad corporal10,11,12. Los Padres de la Iglesia insistieron en la virginitas in partu, aunque se abstuvieron de describir sus aspectos fisiológicos, exaltando la preservación de su integridad corporal como signo de la integridad virginal interior de su alma11. Como el cuerpo de Cristo pudo aparecer a los discípulos con las puertas cerradas, así pudo salir del vientre cerrado de su madre por el mismo poder divino13.
Virginidad después del parto (post partum): Este elemento afirma que María no tuvo otros hijos después de Jesús y que permaneció virgen durante toda su vida13,14. La tradición eclesiástica ha guiado esta convicción, aunque las Escrituras no son concluyentes por sí solas sobre si María y José tuvieron relaciones sexuales después del nacimiento de Jesús15,16. Este aspecto de la virginidad perpetua se considera una consagración total a Dios en fe pura y amor indiviso11.
La virginidad de María es un modelo para la Iglesia, que también es virgen en su fe y madre por su capacidad de engendrar hijos a Dios a través del bautismo17,18.
Fundamentos Escriturísticos y Desarrollo Histórico
Aunque la virginitas perennis no se declara explícitamente en un único versículo bíblico, la fe de la Iglesia la ha desarrollado a partir de una lectura profunda de las Escrituras y la tradición apostólica.
En las Escrituras
Las Escrituras atestiguan la virginidad de María antes del nacimiento de Jesús. El Evangelio de Lucas describe la Anunciación, donde María pregunta al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» (Lucas 1:34)6,19. Esta pregunta, en el contexto de su compromiso con José, ha sido interpretada por los Padres de la Iglesia como una indicación de su intención de permanecer virgen, una dedicación total e irrevocable a Dios11. La concepción por el Espíritu Santo es presentada como la obra exclusiva de Dios, sin intervención humana7.
En cuanto a la virginidad después del parto, el Evangelio de Mateo menciona que José «no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito» (Mateo 1:25)13. La palabra «hasta» en este contexto no implica necesariamente que José y María tuvieron relaciones conyugales después, sino que el evangelista se esfuerza por eliminar cualquier duda sobre la virginidad de María antes del nacimiento de Jesús13,19. De manera similar, el término «primogénito» no significa que hubo otros hijos, sino que Jesús fue el primer hijo nacido de María, lo cual tenía un significado legal en la tradición judía13,19.
Respecto a los «hermanos de Jesús» mencionados en los Evangelios, la Iglesia Católica ha interpretado tradicionalmente que se refieren a parientes cercanos o primos, no a hijos biológicos de María13,19,3. Esta interpretación es consistente con el uso del término «hermano» en la Sagrada Escritura para referirse a parientes en un sentido más amplio13.
Desarrollo en la Tradición
La doctrina de la virginidad perpetua de María tiene profundas raíces en la tradición de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente.
Padres de la Iglesia: Ya en el siglo II, San Ignacio de Antioquía consideraba el nacimiento de Jesús de María como uno de los misterios que permanecieron ocultos al príncipe de este mundo y que tuvieron lugar en el silencio de Dios11. Orígenes, en sus Homilías sobre el Evangelio de Lucas, ya consideraba la virginidad perpetua de María como un punto de doctrina establecido y plenamente coherente con el testimonio bíblico16. Los Padres vieron en el vientre de María la Nueva Arca de Dios, el Nuevo Templo eternamente santificado por la presencia divina, y por tanto, impensable que un hombre pudiera entrar en este santuario que Dios había hecho suyo11.
Concilios y Magisterio: El Concilio de Letrán del año 649, convocado por el Papa Martín I, definió la «siempre virginidad» como la virginidad antes, durante y después del nacimiento de Cristo10,1,5. El Papa Hormisdas precisó que el Hijo de Dios «nació en el tiempo a la manera de un hombre, abriendo al nacer el seno de la madre… y, por el poder de Dios, sin romper la virginidad de la madre»2. El Concilio Vaticano II reafirmó esta doctrina, declarando que el Hijo primogénito de María «no disminuyó su integridad virginal, sino que la consagró» (Lumen Gentium, 57)4,2.
Doctrinas y Declaraciones Oficiales
La Iglesia Católica ha consagrado la virginitas perennis en sus documentos doctrinales más importantes.
Catecismo de la Iglesia Católica
El Catecismo de la Iglesia Católica (CCC) afirma claramente la virginidad perpetua de María:
«La profundización de la fe en la maternidad virginal llevó a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el acto de dar a luz al Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo 'no disminuyó la integridad virginal de su madre, sino que la santificó' y la liturgia de la Iglesia celebra a María como Aeiparthenos, la 'Siempre Virgen'»4.
También enfatiza que «Dios envió a su Hijo», pero para prepararle un cuerpo, «quiso la libre cooperación de una criatura. Para esto, desde toda la eternidad, Dios escogió para madre de su Hijo a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, 'una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María'» (Lucas 1:26-27)6.
Concilio Vaticano II (Lumen Gentium)
El Concilio Vaticano II dedicó un capítulo completo de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, a la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia. En este documento, se reitera la virginidad de María en varios pasajes:
Se refiere a María como la «gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo»20.
Afirma que «el Padre de las misericordias quiso que la encarnación fuera precedida por la aceptación de aquella que estaba predestinada a ser la madre de su Hijo» y que María, «adornada desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente singular, es saludada, por mandato de Dios, por un mensajero angélico como 'llena de gracia'»9.
Declara que la Iglesia, contemplando la santidad de María e imitando su caridad, «por su predicación engendra a una vida nueva e inmortal a los hijos que le nacen en el bautismo, concebidos del Espíritu Santo y nacidos de Dios. Ella misma es virgen, que guarda la fe que le dio su Esposo íntegra y entera»17.
Enfatiza que «en el misterio de la Iglesia, que es justamente llamada madre y virgen, la Bienaventurada Virgen se destaca de manera eminente y singular como ejemplo tanto de virgen como de madre. Por su fe y obediencia, no conociendo varón sino cubierta por la sombra del Espíritu Santo, como la nueva Eva, dio a luz en la tierra al mismo Hijo del Padre, mostrando una fe inmaculada, no en la palabra de la antigua serpiente, sino en la del mensajero de Dios»18.
Implicaciones Teológicas y Espirituales
La doctrina de la virginitas perennis tiene profundas implicaciones para la teología y la vida espiritual católica.
La Perfección de Cristo y la Santidad de María
La virginidad perpetua de María es intrínsecamente ligada a la perfección de Cristo. Como Hijo unigénito del Padre en su divinidad, era apropiado que fuera también el Hijo unigénito de su Madre en su humanidad, siendo su descendencia perfecta14. Además, el vientre virginal de María fue el «santuario del Espíritu Santo» donde se formó la carne de Cristo, y por lo tanto, era impropio que fuera profanado por la unión con un hombre14.
La virginidad de María es también un signo de su santidad excepcional y su total consagración a Dios10,11. Su deseo de una vida virginal, animado por el anhelo de entregar todo su corazón a Dios, está en el centro de su identidad como «Santa, siempre Virgen, Inmaculada»10.
Modelo para la Iglesia y la Vida Consagrada
María, como «Virgen de vírgenes», es un ejemplo sublime de pureza y de entrega total a Dios para todos los fieles21. Es una fuente especial de inspiración para las vírgenes cristianas y para aquellos que se dedican radical y exclusivamente al Señor en las diversas formas de vida consagrada21. La Iglesia, al contemplar la virginidad de María, comprende la integridad y plenitud de una persona llena de gracia, en quien las aspiraciones corporales y espirituales están armoniosamente unidas en el cumplimiento de una vocación divina1.
La Iglesia misma es presentada como virgen, manteniendo la fe íntegra, una esperanza firme y una caridad sincera, imitando a la Madre de su Señor17. Así, María no solo es un modelo de virtudes para los fieles, sino también un «tipo» o «ejemplar excelente» de la Iglesia en la fe y la caridad22,18.
La Gracia de la Encarnación y la Redención
La virginidad perpetua de María es un correlato de la gracia de la Encarnación8. La concepción virginal de Jesús es el acto supremo de la gracia de Dios, un acto soberanamente libre que debe ser iniciado por Él8. La virginidad de María, junto con su Inmaculada Concepción, asegura que la creación, en la persona de María, participa libremente en el acto de la gracia de Dios, sin ninguna presión externa8. Este «contrato esponsal original entre Dios y el ser humano» da a la virginidad una forma esponsal y revela el significado más profundo del amor esponsal como don de sí mismo libre y completo15.
La virginidad de María no desmerece el matrimonio, sino que, paradójicamente, lo eleva y lo transforma23. La posibilidad de ser configurados sacramentalmente al acto supremo de entrega de sí mismo, del desposorio, se da en el bautismo y especialmente en la Eucaristía23.
Conclusión
La virginitas perennis de María es una verdad de fe profundamente arraigada en la tradición católica, que se remonta a los primeros siglos de la Iglesia y ha sido consistentemente afirmada por el Magisterio. Este dogma no es una mera curiosidad teológica, sino una revelación de la singular santidad de María, su completa dedicación a Dios y su papel insustituible en la obra de la salvación21,24. Como Madre de Dios y siempre virgen, María es un signo de esperanza y consuelo para el pueblo de Dios, un modelo de fe, caridad y pureza, y una intercesora poderosa ante su Hijo25,26. Su virginidad perpetua nos invita a contemplar la grandeza de la gracia divina y la profunda unión entre la Madre y su Hijo, el Redentor, en el misterio de la Iglesia18,27.
Citas
Parte primera - La fe de la Iglesia - III. Creemos en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, y en nuestro Salvador Jesucristo, y en el Espíritu Santo, Señor, dador de vida - B. «Dios se hizo hombre para que los hombres pudieran hacerse Dios”139 - 1. La encarnación del Hijo de Dios - A. La anunciación a la Virgen María, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 189 (2016). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 28 de agosto de 1996 (1996). ↩ ↩2 ↩3
Parte primera - La profesión de fe. Capítulo segundo - Creo en Jesucristo, Hijo único de Dios. La caída, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 99 (2005). ↩ ↩2
Sección segunda I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 499. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Nacimiento virginal de Cristo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Nacimiento Virginal de Cristo. ↩ ↩2
Catecismo de la Iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica, § 488 (1992). ↩ ↩2 ↩3
William S. Kurz, S.J. María, Mujer y Madre en el Plan Salvífico del Nuevo Testamento de Dios, § 7. ↩ ↩2
John C. Cavadini. La vida sexual de María y José, § 8. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - II. El papel de la Santísima Madre en la economía de la salvación, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 56 (1964). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 10 de julio de 1996 (1996). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Roch Kereszty, O. Cist. Hacia la renovación de la Mariología, § 9. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Virginidad, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, § Virginidad. ↩
La encarnación - Sobre la virginidad perpetua de la Madre de Cristo, Tomás de Aquino. Compendio de Teología (Compendium Theologiae), §Parte I - Capítulo 225 (1273). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Tercera parte - De la virginidad de la Madre de Dios - ¿La Madre de Cristo permaneció virgen después de su nacimiento? , Tomás de Aquino. Suma Teológica, § III, Q. 28, A. 3, co. (1274). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - III. Sobre la Santísima Virgen y la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 64 (1964). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - III. Sobre la Santísima Virgen y la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 63 (1964). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
La Santísima Virgen María, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §La Santísima Virgen María. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - I. Introducción, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 52 (1964). ↩
María adhirió plenamente a la verdad revelada, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 20 de agosto de 1997, § 2 (1997). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - I. Introducción, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 53 (1964). ↩
John C. Cavadini. La vida sexual de María y José, § 11. ↩ ↩2
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - III. Sobre la Santísima Virgen y la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 61 (1964). ↩
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - V. María, signo de esperanza cierta y de consuelo para el pueblo de Dios que peregrina, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 69 (1964). ↩
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - III. Sobre la Santísima Virgen y la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 65 (1964). ↩
Capítulo VIII - La Santísima Virgen María, Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia - I. Introducción, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 54 (1964). ↩