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Zelotes

Zelotes
Bautisterio neoniano en Rávena (Italia). Detalle del mosaico de la cúpula que muestra al apóstol «Judas Zelote», actualmente llamado Judas Tadeo. Original, Hispalois, CC BY-SA 4.0 📄

Los zelotes fueron un movimiento político-religioso judío surgido en el siglo I, caracterizado por su celo ardiente por la fe en el único Dios y su rechazo radical a la dominación romana, al considerar incompatible la obediencia a Dios con la sumisión a un imperio pagano.1 En el contexto católico, destacan por su presencia en el entorno de Jesús, quien transformó el celo violento en un celo de amor crucificado, y por la figura de Simón el Zelote, uno de los Doce Apóstoles, símbolo de cómo Cristo une diversidad y pasiones al servicio del Evangelio.2,3 Este artículo explora su origen histórico, su influencia en el judaísmo del Segundo Templo, su relación con el Señor y su eco en la tradición de la Iglesia.

Tabla de contenido

Etimología y significado

La palabra zelote proviene del griego zelōtḗs (ζηλωτής), derivado del verbo zēlóō (ζηλόω), que significa «celar», «ser ardiente» o «tener celo». En hebreo, equivale a qanà' (קָנָא), usado tanto para describir el celo de Dios por su pueblo (Éxodo 20:5) como el de profetas como Elías (1 Reyes 19:10).3

En el ámbito judío, este término denotaba una pasión devota por la Ley divina y la pureza ritual, pero en el siglo I adquirió connotaciones políticas: los zelotes eran vistos como defensores intransigentes de la independencia israelita frente a Roma. No se trataba solo de fervor religioso, sino de una postura militante que rechazaba cualquier distinción entre poder civil y religioso, oponiéndose a la figura del «príncipe» separada del «sacerdote» (cf. Ezequiel 44-46).1

Los zelotes en el judaísmo del Segundo Templo

Orígenes y contexto histórico

Durante el período del Segundo Templo (siglo I a.C. - 70 d.C.), el judaísmo presentaba una rica diversidad, con grupos como fariseos, saduceos, esenios y bautistas. Los zelotes emergieron alrededor del año 6 d.C., con la revuelta de Judas el Galileo (o Gaulanita), quien fundó un movimiento que consideraba el pago del tributo a Roma como idolatría.1,2

Este grupo se radicalizó en facciones como los sicarios y zelotes propiamente dichos, que recurrieron al terror y la violencia para restaurar la libertad de Israel. Rechazaban la obediencia al imperio romano pagano, viendo en ella una traición a Yahvé. Su ideología se oponía a la acomodación cultural helenístico-romana, promoviendo una pureza absoluta.1

Diversidad interna y oposición a otros grupos

Los zelotes se distinguían de:

Su radicalismo culminó en la Primera Guerra Judeo-Romana (66-73 d.C.), contribuyendo a la destrucción del Templo en el 70 d.C., vista por algunos como juicio divino por su celo mal entendido.2

Relación con Jesús y los primeros cristianos

Simón el Zelote, apóstol de Jesús

Entre los Doce Apóstoles figura Simón, llamado el Zelote (o Cananeo), mencionado en las listas evangélicas (Mateo 10:4; Marcos 3:18; Lucas 6:15; Hechos 1:13).3,4 Su apodo indica probable vinculación con el movimiento zelote, reflejando un apego apasionado a la identidad judía, Dios, su Pueblo y la Ley divina.3

Jesús lo llamó pese a su posible pasado militante, contrastándolo con Mateo el publicano, colaborador romano. Esta elección ilustra cómo Cristo reúne diversidades irreconciliables —zelotes y publicanos— unidas en Él, superando conflictos por la comunión en su persona.3,4 Simón representa que Jesús busca personas, no clases sociales ni etiquetas políticas.3

Enseñanzas de Jesús frente al celo zelote

Jesús confrontó el celo violento de los zelotes. En Mateo 22, reprende a fariseos (hipócritas) y saduceos (ignorantes de las Escrituras), mientras transforma el «celo que sirve a Dios mediante violencia» en «celo de la Cruz», es decir, amor oblativo.2 Contra los zelotes, enseña: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mateo 22:21), equilibrando obediencia temporal y eterna.

El Señor rechazó el mesianismo político, orientando hacia el Reino escatológico, no por espada sino por Cruz. Posibles lazos de Jesús con esenios (Qumrán) sugieren influencias, pero Él purifica todo celo en discipulado misericordioso.2

Tras Pentecostés, muchos sacerdotes y fariseos se convirtieron (Hechos 6:7; 15:5; 21:20), mostrando que el celo judío podía fructificar en fe cristiana.5

Los zelotes en la tradición patrística y magisterial

Testimonios antiguos

Santos Padres exaltaron el celo santo. San Ambrosio (siglo IV) urge: «Sed celosos por Dios […] Let it then be real zeal for God, not mean earthy zeal, for that causes jealousy», citando a Simón el Zelote y el Salmo 69:9 («El celo de tu casa me devora»).6

San Agustín (siglo V) critica celo sin conocimiento: «They have a zeal of God, but not according to knowledge», aplicándolo a judíos y herejes resistentes.7

San Jerónimo (siglo IV) y San Roberto Belarmino (siglo XVI) condenan celo herético, separándose de él como de fugas de la Iglesia.8,9

Magisterio contemporáneo

Benedicto XVI destaca a Simón como ejemplo de unidad en diversidad apostólica.3 Francisco evoca celo apostólico en Mateo, no prosélito sino atractivo por misericordia.10 Juan Pablo II subraya cómo Jesús llama a zelotes como Simón, transformando vidas en discipulado.4

El Catecismo (n. 595) nota disensiones judías sobre Jesús, con muchos creyentes zelosos de la Ley.5 Ratzinger (Benedicto XVI) ve en zelotes, fariseos, saduceos y esenios arquetipos que Jesús trasciende.2

Legado en la doctrina católica

El zeal zelote ilustra tensiones Iglesia-Estado: no integralismo violento, sino unidad de orden (León XIII, Immortale Dei), como alma y cuerpo.2 La Iglesia rechaza zeal político-religioso, promoviendo celo evangélico de caridad (cf. Pontificia Comisión Bíblica).1

En ética política católica, advierte contra reducir Reino a temporal: unión sobrenatural prepara eschaton, no por fuerza sino amor.2

Hoy, inspira compromiso social sin violencia, fiel a «Render unto Caesar» y Cruz.

Citas

  1. A. Los testimonios sucesivos de los escritos bíblicos – II. De el Antiguo al Nuevo Testamento – 1. Unidad y diversidad del judaísmo en la época del segundo templo, Comisión Bíblica Pontificia. Unidad y diversidad en la Iglesia, Unity and diversity in the Church, § II.1. 2 3 4 5 6 7 8 9

  2. Russell Hittinger, Scott Roniger. Cómo heredar un reino: Reflexiones sobre la situación del pensamiento político católico, § 10. 2 3 4 5 6 7 8

  3. Simón y Judas, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 11 de octubre de 2006: Simón y Judas. 2 3 4 5 6 7

  4. I, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 6 de septiembre de 2000. 2 3

  5. Sección dos I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 595. 2

  6. Capítulo 30. El final del libro incluye una exhortación a evitar la mala voluntad y a buscar la prudencia, la fe y las demás virtudes, Ambrosio de Milán. Sobre los deberes del clero, §Libro II. Capítulo 30. 154 (391).

  7. Agustín de Hipona. Homilías sobre lecciones seleccionadas del Nuevo TestamentoHomilía 81, § 10 (420).

  8. Roberto Bellarmino. Controversias de la fe cristiana (Disputationes de Controversiis), § 18.

  9. Eusebio Sófronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). Carta 97 – A Pammachio y Marcella, § 2 (402).

  10. Papa Francisco. Audiencia General del 4 de enero de 2023 – Catequesis sobre el discernimiento. 14. Acompañamiento espiritual (2023).